La nueva "normalidad" es el término ("entre comillas", precisó Francisco en su catequesis de este miércoles en la Biblioteca Apostólica Vaticana) que se ha consagrado para denominar la situación del mundo cuando se superen las circunstancias más dramáticas de la pandemia.

Pero ese concepto "no debería incluir las injusticias sociales y la degradación ambiental", dijo el Papa: "Tenemos una oportunidad para construir algo nuevo. Por ejemplo, dar impulso a una economía donde las personas, y sobre todo los más pobres, estén en el centro; una economía que contribuya a la inclusión de los marginados, a la promoción de los últimos, al bien común y al cuidado de la creación". Propuso que solo se entreguen ayudas para rescatar a empresas que cumplan estos cuatro criterios.

Porque, además del coronavirus, es preciso "curar otro gran virus: el de la injusticia social, la marginación y la falta de oportunidades para los más débiles". La "opción preferencial por los pobres", subrayó, "no es una opción política, ni siquiera una opción ideológica o una opción de partido: está en el centro del Evangelio".

La prueba es el mismo modelo de Jesucristo, quien "no eligió una vida de privilegio sino una vida de servicio... Se acercaba a los enfermos y a los pobres, mostrándoles el amor misericordioso de Dios. Su ejemplo es un criterio clave de autenticidad cristiana: todos estamos llamados a ser instrumentos de Dios para ayudar a los más necesitados".

"Algunos piensan erróneamente que ese amor preferencial por los pobres es tarea para unos pocos, pero en realidad es la misión de toda la Iglesia", añadió Francisco, recordando el Evangelio: “'Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?' Él les replicará: 'En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo'. Y estos irán al castigo eterno" (Mt 25, 31-46).