El Papa Francisco ha dedicado la catequesis de este miércoles a explicar cómo hacer oración con las Sagradas Escrituras, alimentándonos con la Biblia. Como en las semanas anteriores, pronunció su catequesis desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, a través de los medios de comunicación, a causa de los confinamientos obligados por el coronavirus.
“A través de la oración, la Palabra de Dios viene a vivir en nosotros y nosotros vivimos en ella. La Palabra inspira buenos propósitos y sostiene la acción; nos da fuerza y serenidad, y también cuando nos pone en crisis nos da paz, en los días “torcidos” y confusos, asegura al corazón un núcleo de confianza y de amor que lo protege de los ataques del maligno. Así la Palabra de Dios se hace carne en aquellos que la acogen en la oración”, aseguró el Pontífice.
Francisco animó a abrir el corazón a las palabras de la Escritura.
“Del corazón abierto a Dios, de nuestra oración, depende la posibilidad de que un texto bíblico se convierta para nosotros en Palabra viva de Dios. Y la Palabra de Dios, impregnada del Espíritu Santo, cuando se acoge con el corazón abierto, no deja las cosas como estaban antes. Inspira las buenas intenciones y apoya la acción, dándonos fuerza y serenidad; e, incluso cuando nos pone en crisis, nos da paz”
Tres pasos para rezar con la Biblia
Después explicó una forma tradicional de rezar con los textos bíblicos, la 'Lectio Divina', con sus tres pasos:
- lectura,
- meditación de lo leído
- y contemplación.
En primer lugar, detalló el Pontífice, "se lee el texto bíblico con atención -yo diría que con 'obediencia al texto'- para entender lo que significa en sí mismo".
"Luego lo meditamos entrando en diálogo con él: permaneciendo adherido al texto, comienzo a preguntarme qué me dice. Esta es una fase delicada. Es necesario no dejarse llevar en ella por interpretaciones subjetivas, sino insertarse en el redil vivo de la Tradición que nos une a cada uno de nosotros con la Sagrada Escritura”.
El tercer y último paso, dijo el Papa, es la contemplación. “Aquí las palabras y los pensamientos dan paso al amor, como entre los amantes que a veces sólo tienen que mirarse en silencio. Naturalmente, el texto bíblico continúa ahí, pero como un espejo, un icono a contemplar”. De este modo, afirmó, la Palabra de Dios se hace carne en las personas que la acogen en la oración. Se produce una nueva encarnación. “Y nosotros somos los "tabernáculos", donde las palabras de Dios quieren ser guardadas para visitar el mundo”.
Con su Palabra, Dios pasa y siembra semillas
“Cada día Dios pasa y siembra una semilla. No sabemos si hoy encontrará tierra seca, zarzas o buena tierra para crecer. Depende de nosotros. El creyente no busca en las Sagradas Escrituras apoyo para su propia visión filosófica o moral. Sabe que fueron escritas en el Espíritu Santo, y que es en este Espíritu donde deben ser recibidas y comprendidas”.
El Papa insistió en que toda la Biblia existe para cada uno de nosotros, personas concretas de carne y hueso, y no para una humanidad genérica o abstracta.
"Las Sagradas Escrituras son un tesoro inagotable", añadió. La vida cristiana es una combinación de obediencia y de creatividad, dijo. “Un buen cristiano debe ser obediente, porque escucha la Palabra de Dios; creativo, porque tiene al Espíritu Santo dentro de él instándole a hacerlo, a llevarlo a cabo”, concluyó.
Después, en sus mensajes en distintos idiomas, animó a los cristianos a tomar cada día un breve texto de la Biblia como inspiración o fuente de oración.
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