Este segundo domingo después de Navidad, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus, una vez más desde la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, sin presencia de fieles a causa de la pandemia, dirigiéndose a las cámaras y los medios de comunicación.
El gran tema de la cercanía del Dios hecho hombre ("El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros") llevó al Papa a animar a los fieles a comunicarse con Dios que ahora vive entre nosotros: "Quiere que compartamos con Él alegrías y penas, deseos y temores, esperanzas y tristezas, personas y situaciones. Hagámoslo, abrámosle nuestro corazón, contémosle todo", exhortó el Pontífice.
El Verbo, antes del universo
El Prólogo solemne del Evangelio de San Juan nos habla de Jesucristo, el Verbo, que existía con el Padre «antes del comienzo de las cosas, antes del universo. Él está antes del espacio y el tiempo. "En Él estaba la vida", antes de que apareciera la vida», detalló Francisco.
El texto llama "Verbo" o "Palabra" a Dios Hijo. ¿Por qué?
"La Palabra sirve para comunicar: no se habla solo, se habla con alguien. Así pues, el hecho de que Jesús sea desde el principio la Palabra significa que desde el principio Dios se quiere comunicar con nosotros, quiere hablarnos", afirmó el Papa.
Sobre la expresión "Hijo unigénito del Padre", Francisco señala que se refiere a "la belleza de ser hijos de Dios"; es "la luz verdadera" y quiere alejarnos de las tinieblas del mal; es "la vida que conoce nuestras vidas y quiere decirnos que las ama desde siempre".
"Jesús es la Palabra eterna de Dios, que desde siempre piensa en nosotros y desea comunicar con nosotros" y para hacerlo "fue más allá de las palabras" ya que "se hizo carne y habitó entre nosotros", añadió.
Comunicar con la cercanía
La expresión "se hizo carne" hace referencia al hecho de que "Dios se hizo fragilidad para tocar de cerca nuestras fragilidades", dijo Francisco.
Desde el momento en que el Señor se hizo carne, nada en la vida de los hombres le es ajeno. "Fue una decisión audaz la de Dios, la de hacerse carne", argumentó Francisco profundizando sobre el deseo de nuestro Creador de unirse eternamente con la humanidad.
“No hay nada que Él desdeñe; podemos compartir todo con Él porque Dios se hizo carne para decirte que te ama precisamente allí, en tus fragilidades; precisamente allí donde más te avergüenzas. Se hizo carne y no se volvió atrás. No asumió nuestra humanidad como un vestido, que se pone y se quita. No, nunca se separó de nuestra carne. Y jamás se separará de ella: ahora y por siempre está en el cielo con su cuerpo de carne humana. Se unió para siempre a nuestra humanidad”
No vino 'de visita': siempre nos acompaña
San Juan dice en el Evangelio que Jesús vino a habitar entre nosotros: "No vino de visita, vino a vivir con nosotros, a estar con nosotros", concretó Francisco.
Eso indica que el Hijo de Dios busca una relación de intimidad con nosotros: "Quiere que compartamos con Él alegrías y penas, deseos y temores, esperanzas y tristezas, personas y situaciones". "Hagámoslo, abrámosle nuestro corazón, contémosle todo", concluyó Francisco, compartiendo una intención de oración especial:
“Detengámonos en silencio ante el belén para saborear la ternura de Dios que se hizo cercano, que se hizo carne. Y sin miedo, invitémosle a nuestra casa, a nuestra familia, a nuestras fragilidades. Vendrá y la vida cambiará. La Santa Madre de Dios, en quien el Verbo se hizo carne, nos ayude a acoger a Jesús, que llama a la puerta del corazón para vivir con nosotros”.