"Cuando experimentemos el cansancio o el fracaso, recordemos a dónde se dirigen nuestras vidas": con estas palabras, el Papa Francisco resumía su comentario al Evangelio tras el rezo del Regina Coeli, comentando el Evangelio en el que Jesús anuncia a los discípulos que Él es "el Camino, la Verdad y la Vida", su último discurso antes de su muerte.
Precisamente al "dónde ir" y al "cómo ir" como cristianos fueron las preguntas a las que trató de dar respuesta en su alocución, remarcando el mensaje de esperanza transmitido a los apóstoles que hoy sigue resonando en los momentos de dificultad o separación.
Jesús usa la imagen familiar, de la casa, de las relaciones, remarcó Francisco: "Hay espacio para ti en la casa del Padre, eres bienvenido y serás acogido con el calor de un abrazo. Estoy en el Cielo preparándote un lugar´, les dice Jesús a sus amigos".
Estas palabras de Jesús, que fueron "fuente de consuelo y esperanza" para los discípulos, lo son también hoy para la Iglesia a la hora de saber "dónde ir" en la tribulación.
"Jesús no se ha separado de nosotros. Nos ha abierto el camino anticipando nuestro destino final, el encuentro con Dios Padre, en cuyo corazón hay un puesto y lugar para cada uno. Cuando experimentamos el cansancio o el fracaso, recordemos donde se dirige nuestra vida", mencionó.
Es en estos momentos de dificultad cuando "no debemos perder de vista la meta" ni "olvidar las preguntas finales del dónde vamos o por qué vale la pena vivir". De olvidarlo, "solo exprimimos la vida en el presente, pensando que debemos disfrutarla lo máximo posible y terminamos por vivir al día, sin un objetivo y sin una finalidad. Nuestra patria está en el Cielo. No olvidemos la grandeza y belleza de la meta", alentó.
Pero una vez descubierta la meta, la pregunta que surge es "cómo ir" hacia ella.
La brújula para alcanzar el Cielo
Una resouesta que dio entonces Jesús a los discípulos, "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida": "Él es el camino a seguir para vivir en la verdad y tener vida en abundancia".
Pero si Jesús es "el camino", Francisco precisó que la fe no debe comprenderse como "un paquete de ideas en las que creer, sino como un viaje a cumplir, un camino con Él".
"Es seguir a Jesús, porque Él es el camino que conduce a la felicidad que no perece. Seguir a Jesús es imitarlo, especialmente con gestos de cercanía y misericordia hacia los demás. He aquí la brújula para alcanzar el Cielo: amar a Jesús, el Camino".
"No nos dejemos arrastrar por el presente. Miremos al cielo, recordemos la meta, pensemos en que estamos llamados a la eternidad, renovemos la elección de Jesús, de amarlo y de caminar detrás de Él", concluyó.
Tras su alocución, Francisco celebró las beatificaciones celebradas el pasado sábado 6 de mayo en España, a Conchita Barrecheguren, y en Uruguay, del obispo Jacinto Vera y Durán. Dirigió un saludo especial a los 23 guardias suizos que también el sábado realizaron el juramento del cargo. Llamó a los fieles a rezar el rosario el mes de mayo especialmente "por la atormentada Ucrania" y recordó la próxima Súplica de Pompeya en la que pedirá a la Virgen "el don de la paz".