El Papa Francisco ha lanzado un videomensaje con motivo de los 75 años de historia de la FAO (Organización de alimentación y agricultura de las Naciones Unidas) y de la Jornada Mundial de Alimentos. En ese mensaje el Papa propone usar el dinero mundial destinado a armamento para acabar con el hambre en el mundo.
En 2019, antes de la crisis del coronavirus, la FAO calculaba que 821 millones de personas en el mundo estaban subalimentadas (1 de cada 9), con 39 millones en América Latina y Caribe (grave situación en Venezuela), 515 millones en Asia y 256 millones en África.
Este 16 de octubre el Papa ha señalado que "una decisión valiente sería constituir con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares ‘un Fondo mundial’ para poder derrotar definitivamente el hambre y ayudar al desarrollo de los países más pobres”, advirtió el Papa. Además, el Pontífice destacó que “para la humanidad el hambre no es sólo una tragedia sino una vergüenza” y agregó que “en su mayor parte, está causada por una distribución desigual de los frutos de la tierra, a lo que se añade la falta de inversiones en el sector agrícola, las consecuencias del cambio climático y el aumento de los conflictos en distintas zonas del planeta”.
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Texto completo del video mensaje del Papa Francisco a los 75 años de la FAO
En el día en que la FAO celebra su 75º aniversario de creación, quiero saludar a usted y a todos los miembros que la componen. Su misión es hermosa e importante, porque ustedes trabajan con el objetivo de derrotar el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición.
El tema propuesto para este año con ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación es significativo: “Cultivar, nutrir, preservar”, y esto “Juntos. Nuestras acciones son nuestro futuro”. Este tema destaca la necesidad de actuar conjuntamente y con la voluntad firme para poder generar iniciativas que mejoren nuestro entorno y promuevan la esperanza de muchas personas y de muchos pueblos.
A lo largo de estos 75 años, la FAO ha aprendido que no basta con producir alimentos, sino que también es importante garantizar que los sistemas alimentarios sean sostenibles y proporcionen dietas saludables y asequibles para todos. Se trata de adoptar soluciones innovadoras que puedan transformar la forma en que producimos y consumimos los alimentos para el bienestar de nuestras comunidades y de nuestro planeta, fortaleciendo así la capacidad de recuperación y la sostenibilidad a largo plazo.
Por eso, en este periodo de gran dificultad causada por la pandemia de COVID-19, es todavía más importante apoyar las iniciativas implementadas por organizaciones como la FAO, el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) con vistas a promover una agricultura sostenible y diversificada, sostener las pequeñas comunidades agrícolas y cooperar para el desarrollo rural de los países más pobres.
Somos conscientes de que hay que responder a este desafío en una época que está llena de contradicciones: por un lado, somos testigos de un progreso sin precedentes en los diversos campos de la ciencia; por otro lado, el mundo se enfrenta a múltiples crisis humanitarias.
Lamentablemente, constatamos que, según las estadísticas más recientes de la FAO, a pesar de los esfuerzos realizados en los últimos decenios, el número de personas que luchan contra el hambre y la inseguridad alimentaria crece, está creciendo y la actual pandemia agudizará todavía más esas cifras.
Para la humanidad el hambre no es sólo una tragedia sino una vergüenza. En su mayor parte, está causada por una distribución desigual de los frutos de la tierra, a lo que se añade la falta de inversiones en el sector agrícola, las consecuencias del cambio climático y el aumento de los conflictos en distintas zonas del planeta. Por otra parte, se desechan toneladas de alimentos. Ante esta realidad, no podemos permanecer insensibles o quedar paralizados. Todos somos responsables.
La crisis actual nos demuestra que se necesitan políticas y acciones concretas para erradicar el hambre en el mundo. En ocasiones las discusiones dialécticas o ideológicas nos llevan lejos de alcanzar este objetivo, y permitimos que hermanos y hermanas nuestros sigan muriendo por falta de alimento.
Una decisión valiente sería constituir con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares “un Fondo mundial” para poder derrotar definitivamente el hambre y ayudar al desarrollo de los países más pobres. De este modo, se evitarían muchas guerras y la emigración de tantos hermanos nuestros y sus familias que se ven obligados a abandonar sus hogares y sus países en busca de una vida más digna (cf. Fratelli tutti, nn. 189, 262).
Señor Director General: Al manifestar mi deseo de que la labor de la FAO sea cada vez más incisiva y más fecunda, invoco la bendición de Dios sobre usted y quienes cooperan en esa misión esencial de cultivar la tierra, nutrir a los hambrientos y salvaguardar los recursos naturales, de modo que todos podamos vivir dignamente, con respeto y con amor. Muchas gracias.