El Papa Francisco ha impartido este domingo su última catequesis sobre la Carta de San Pablo a los Gálatas, en las que el apóstol “nos ha hablado como evangelizador, como teólogo y como pastor”, dijo el Papa.

“Podemos decir que el apóstol Pablo ha sido capaz de dar voz” al silencio de Dios, añadió. Se dirigió a "una comunidad perdida y confundida", usando “métodos diferentes”: “usó de vez en cuando la ironía, el rigor, la mansedumbre… Reclamó su propia autoridad de apóstol, pero al mismo tiempo no escondió la debilidad de su carácter”.

San Pablo defendió “la libertad llevada por Cristo con una pasión que todavía hoy conmueve”, explicó a los cristianos que “que también ellos estaban llamados a esa libertad, que les liberaba de toda forma de esclavitud, porque les hacía herederos de la promesa antigua y, en Cristo, hijos de Dios”.

“Reiteró con parresía, es decir, con coraje, a los creyentes que la libertad no equivale en absoluto a libertinaje, ni conduce a formas de presuntuosa autosuficiencia. Al contrario, Pablo ha puesto la libertad en la sombra del amor y ha establecido su coherente ejercicio en el servicio de la caridad”, añadió el Pontífice.

Francisco destacó la enseñanza de Pablo: que “la verdadera Ley tiene su plenitud en esta vida del Espíritu que nos ha dado Jesús”, y que “esta vida del Espíritu sólo puede vivirse en libertad”. “La libertad cristiana. Y esta es una de las cosas más hermosas. Más bellas.”

¿Qué hacer ante la falta de entusiasmo?

“Tocamos con la mano cada día lo difícil que es ser dóciles al Espíritu”, admitió el Papa. Puede “surgir el cansancio que frena el entusiasmo”. Desanimados, débiles, a veces marginados respecto al estilo de vida según la mentalidad mundana...

Ante ese problema , el Papa acude a un antiguo sermón de San Agustín que alude a la escena en que Cristo duerme en la barca en medio de la tormenta.

«La fe en Cristo en tu corazón es como Cristo presente en la nave. Escuchas insultos, te fatigas, te turbas: Cristo está dormido. ¡Despierta a Cristo, despierta tu fe! Algo puedes hacer, al menos cuando estés turbado: ¡despierta tu fe! Despierte Cristo y te diga… Despierta, pues, a Cristo… Cree lo dicho y se producirá en tu corazón una gran bonanza», dice el sermón de San Agustín (Sermones 163/B 6).

Así, el Papa anima a “despertar a Cristo en nuestro corazón” porque así “podremos contemplar con su mirada”, puesto que Él “ve más allá de la tormenta”. “A través de esa mirada serena, podemos ver un panorama que, solos, ni siquiera es concebible vislumbrar.”

“En este camino exigente pero fascinante, el Apóstol nos recuerda que no podemos permitirnos ningún cansancio en el hacer el bien”, continuó el Papa, animando a no cansarnos de “hacer el bien”.

"Espíritu Santo, ven"... pero con tus palabras

El Papa añadió que “debemos confiar que el Espíritu siempre viene a ayudar en nuestra debilidad y nos concede el apoyo que necesitamos”.

“¡Por tanto, aprendamos a invocar más a menudo al Espíritu Santo! "Y, padre, ¿cómo se invoca al Espíritu Santo? Porque sé rezar al Padre, con el Padre Nuestro; sé rezar a la Virgen con el Ave María; sé rezar a Jesús con la Oración de las Llagas, pero al Espíritu... ¿Cuál es la oración del Espíritu Santo? La oración al Espíritu Santo es espontánea: debe nacer de tu corazón. Debes pedir en los momentos de dificultad: "Espíritu Santo, ven. La palabra clave es esta: venir. Ven. Pero debes decirlo con tu lenguaje, con tus palabras. Ven porque estoy en dificultades, ven porque estoy en la oscuridad, en las tinieblas; ven porque no sé qué hacer; ven porque estoy a punto de caer. Ven. Ven. Es la palabra del Espíritu. Llama al Espíritu. Aprendamos a invocar al Espíritu Santo más a menudo.”

Con palabras “sencillas”, en distintos momentos del día, se puede decir la oración que la Iglesia recita en Pentecostés (la secuencia de Pentecostés):

«Ven Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre,
don en tus dones espléndido.
Luz que penetras las almas,
fuente del mayor consuelo…».

El Papa insiste en que incluso si alguien no tiene a mano el texto de esta oración, lo principal es orar como la Virgen y los Apóstoles en el Cenáculo: "ven, Espíritu Santo".

“Nos hará bien rezarla a menudo. Ven, Espíritu Santo. Y con la presencia del Espíritu salvaguardamos la libertad. Seremos libres, cristianos libres, no apegados al pasado en el feo sentido de la palabra, no encadenados a las prácticas. La libertad cristiana, que nos hace madurar.”

Nos ayudará esta oración – concluyó asegurando el Santo Padre - a caminar en el Espíritu, en la libertad y en la alegría, porque cuando viene el Espíritu Santo viene la alegría, la verdadera alegría. “Que el Señor los bendiga”.