El Papa Francisco ha dedicado su homilía matinal de este martes a explicar 3 aspectos importantes para que un obispo (o cualquier clérigo y pastor) pueda servir bien a Dios:
- ser hombre de oración, lo que le dará fuerza
- ser humilde, sabiendo que es Dios quien le escogió
- permanecer cerca del pueblo al que sirve
Además, advirtió de un peligro: "Parece que el Gran Acusador se ha soltado y está enfadado con los obispos. Es verdad, todos somos pecadores, nosotros los obispos. Pero intenta revelar los pecados, que se vean, para escandalizar a la gente". La respuesta, dijo, ha de ser, sobre todo, la oración.
Coincide que estos días en Roma hay 3 cursos para obispos:
- uno de actualización para obispos que cumplen 10 años de episcopado
- otro para 74 obispos de territorios de misión
- otro para más de 130 obispos de la Congregación de los Obispos
Las 3 características del obispo
El Papa comentaba el Evangelio del día (Lc 6, 12-19), cuando Jesús, tras pasar la noche orando, elige a los Doce Apóstoles -es decir, los "primeros obispos"- y luego desciende a las llanuras y se para en medio de la gente que viene a escucharlo y curarse de la enfermedad.
El primer aspecto fundamental es ser hombres de oración. De hecho, la oración es "el consuelo que un obispo tiene en los malos momentos", señala el Papa, es decir, saber que "en este momento Jesús reza por mí", "reza por todos los obispos". En esta toma de conciencia, el obispo encuentra ese "consuelo" y esa fuerza que lo lleva a orar por sí mismo y por el pueblo de Dios. Esta es su primera tarea. Y que el obispo sea un hombre de oración también lo confirma San Pedro cuando dice: "Para nosotros, la oración y el anuncio de la Palabra". Él no dice: "Para nosotros, la organización de los planes pastorales ...", enfatiza Francisco.
La segunda actitud que el Papa enfatiza es que es Jesús quien elige a los Doce y el fiel obispo sabe que no lo eligió a él. "El obispo que ama a Jesús no es un escalador que va adelante con su vocación como si fuera una función, tal vez mirando a otra posibilidad de avanzar y subir, no. El obispo se siente elegido. Y tiene la certeza de haber sido elegido. Y esto le lleva a dialogar con el Señor: "me has elegido a mí, que soy poca cosa, que soy un pecador ...": tiene humildad. Porque él, cuando se siente elegido, siente la mirada de Jesús sobre su propia existencia y esto le da fuerza".
Finalmente, como Jesús en el Evangelio de hoy, el obispo desciende a un lugar plano para estar cerca de la gente y no se aleja. "El obispo que no permanece alejado del pueblo, que no usa actitudes que lo llevan a estar lejos de la gente; el obispo que toca al pueblo y se deja tocar por el pueblo. No busca el refugio de los poderosos, de las élites: no. Serán las élites quienes criticarán al obispo; el pueblo tiene esta actitud de amor hacia el obispo, y tiene esta -como si fuera- esta unción especial: confirma al obispo en su vocación".
El Gran Acusador quiere escandalizar al pueblo
El Papa insistió en que la oración es importante, especialmente para proteger al pastor del acoso del demonio, al que llamó "el Gran Acusador".
“Esto es bueno recordarlo, en estos tiempos cuando parece que el Gran Acusador se ha soltado y está enfadado con los obispos. Es verdad, hay, todos somos pecadores, nosotros los obispos. Pero intenta revelar los pecados, que se vean, para escandalizar a la gente. El Gran Acusador que, como él mismo le dice a Dios en el primer capítulo del Libro de Job, "viaja por el mundo buscando cómo acusar".
"La fuerza del obispo contra el Gran Acusador es la oración, la de Jesús sobre él y la suya propia; y la humildad de sentirse elegido y permanecer cerca del pueblo de Dios, sin ir hacia una vida aristocrática que quita esta unción. Recemos hoy por nuestros obispos: por mí, por los que están aquí delante y por todos los obispos del mundo”, finalizó la homilía.