Dentro de su ciclo de catequesis sobre la vejez, el Papa Francisco ha tratado en su audiencia de este miércoles los efectos de la "anestesia de los sentidos espirituales" que generan "una gran generación de superficiales". Frente a este peligro espiritual y social, ha llamado a una vejez espiritual que puede ser capaz de "romper" la ilusión "inconsciente de la eterna juventud".
Además, anunció el viaje que realizará a Malta los próximos 2 y 3 de abril que le permitirá encontrarse "con una comunidad cristiana con una historia milenaria y viva" y dedicó un saludo especial a los niños ucranianos acogidos por organizaciones italianas antes de clamar por el fin de la guerra entre Rusia y Ucrania: "Volvamos también nosotros a pensar en esta monstruosidad y renovemos nuestras oraciones para que cese esta crueldad salvaje que es la guerra".
Durante la catequesis, Francisco destacó el ejemplo de los ancianos evangélicos Ana y Simeón para introducir su mensaje principal de la audiencia, la necesidad "de una vejez ejercida en previsión de la visita de Dios" como antídoto frente a la hoy generalizada "anestesia de los sentidos espirituales".
Y es que si bien "la vejez debilita la sensibilidad del cuerpo", si se desarrolla "en previsión de la visita de Dios, estará aún más dispuesta a captarlo y tendrá más sensibilidad para acoger al Señor cuando pase", matizó.
El síndrome de la eterna juventud
Durante su discurso, Francisco denunció extensamente "la anestesia de los sentidos espirituales" que acompaña a "la excitación y entumecimiento de los del cuerpo" como un "síndrome muy difundido en una sociedad que cultiva la ilusión de la eterna juventud".
Uno de los mayores peligros de esta situación es para Francisco que la sociedad "es mayormente inconsciente, no notas que estás anestesiado".
"Cuando pierdes la sensibilidad del tacto o del gusto, lo notas enseguida. En cambio, puedes ignorar durante mucho tiempo que has perdido la sensibilidad del alma", mencionó. Una pérdida de sensibilidad que no se refiere solo a Dios o la religión, sino que también alude "a la compasión y la piedad, la vergüenza y el remordimiento, la fidelidad y la entrega, la ternura y el honor, la propia responsabilidad y el dolor por el otro".
En la audiencia de este miércoles, el Papa también se dirigió a los niños ucranianos, clamó nuevamente por el fin de la guerra y advirtió a las nuevas generaciones del "síndrome de la eterna juventud" y la superficialidad.
Francisco denunció que una de las primeras víctimas de este entumecimiento es la vejez, ya que "en una sociedad que ejerce principalmente la sensibilidad hacia el disfrute, la atención a lo frágil solo puede fallar".
En este punto, cuestionó el "discurso políticamente correcto" de la inclusión que olvida las "prácticas de convivencia", donde el espíritu de la fraternidad humana "es como un vestido desechado, para admirar, pero en un museo. Se pierde la sensibilidad humana, esos movimientos del espíritu que nos hacen humanos".
La vejez, arma contra la "generación de superficiales"
Por ello, dedicó especialmente a reprobar "la gran generación de los superficiales" que "pierden las ganas de vivir con madurez" y "que no se permiten sentir las cosas con la sensibilidad del espíritu, en parte por pereza y en parte porque lo han perdido".
Frente a esta tendencia, el Papa describe como algo "maravilloso" encontrar "ancianos que conservan esta sensibilidad del espíritu".
"Es importante ir a los ancianos, escucharlos. Es muy importante hablar con ellos, porque se produce este intercambio de madurez entre jóvenes y ancianos. Solo la vejez espiritual puede dar este humilde y deslumbrante testimonio. La vejez que ha cultivado la sensibilidad del alma apaga toda envidia entre generaciones, todo rencor", remarcó.
"Y esto es lo que le pasa a un anciano abierto con un joven abierto: se despide de la vida pero entregando -entre comillas- su propia vida a la nueva generación. La sensibilidad espiritual de la vejez es capaz de romper la competencia y el conflicto entre generaciones de manera creíble y definitiva. Necesitamos la sensibilidad del espíritu, la madurez del espíritu, necesitamos ancianos sabios, maduros en el espíritu que nos den esperanza de vida", concluyó.