A las 10:00 de la mañana de este viernes (hora local), el Papa Francisco se despedía de Indonesia, el primer destino del viaje más largo de su pontificado, y despegaba desde el Aeropuerto Internacional de Yakarta hacia Puerto Moresby, capital de Papúa Nueva Guinea, donde aterrizó cerca de las 19:00.
Francisco fue recibido en el Aeropuerto Internacional Jacksons, siendo el segundo pontífice en visitar el país después de Juan Pablo II en 1984. Le esperaban el Viceprimer Ministro y dos niños ataviados con trajes tradicionales, regalos y flores. Inmediatamente después de la ceremonia de bienvenida, Francisco se dirigió a la nunciatura, desde donde comenzarán las citas oficiales el 7 de septiembre, a las 9.45 horas.
Su nuevo destino cuenta con una Iglesia joven, pues no hace ni 150 años que llegaron los primeros misioneros. Los pocos años de catolicismo en el país oceánico o que sea considerado el segundo territorio de misión de todo el mundo no impide que cuente con una Iglesia que crece cada año a un ritmo de 40.000 bautizos anuales.
Los fieles esperan la llegada del pontífice con esperanza e ilusión. Se cuentan por miles los peregrinos que han viajado desde las diversas diócesis e incluso desde Islas Salomón, separados por cerca de 2.000 kilómetros.
El obispo de Kundinawa (Papúa Nueva Guinea), Paul Sundu, afirma a Obras Misionales Pontificas que el número esperado de asistentes y peregrinos superará los 300.000.
"Muchas caminaron dos o tres semanas antes de la visita papal. Es un momento para recibir la gracia de Dios y nos trasladamos a la ciudad capital como peregrinos", afirma.
Sundu confía en que los tres días que pasará Francisco en el país supondrán "una bendición que no se puede olvidar" y que su presencia dará a los fueles "más alegría y coraje" para continuar con su misión.
Para Víctor Rocha, director de Obras Misionales Pontificias de Papúa Nueva Guinea, los católicos de Papúa Nueva Guinea están "casi en el fin del mundo" y son "casi insignificantes", por lo que celebra el hincapié del Papa en visitar "diócesis y países que normalmente no son reconocidos ni recordados por su importancia".
El sacerdote confía en que los frutos de la visita del pontífice se mostrarán "especialmente en la fe de la gente", ya de por sí vigorosa entre los fieles: según sus datos, las iglesias católicas en Papúa Nueva Guinea están llenas cada domingo y cerca del 70-80% de los bautizados acude a misa.
Los fieles de la Iglesia en Papúa Nueva Guinea crecen a un ritmo de 40.000 bautizados al año, según Obras Misionales Pontificias.
"No sólo fortalecerá nuestra fe en Cristo sino que también dará visibilidad a algunos de nuestros desafíos terrenales", agrega.
El crecimiento de la Iglesia en Papúa Nueva Guinea se ve impulsado por el apoyo de Obras Misionales Pontificias.
Desde que se fundó la diócesis de Port Moresby en 1889 como vicariato apostólico de Nueva Guinea, OMP ha ido acompañando el crecimiento de la evangelización allí. De ella se fueron dividiendo posteriormente las otras 18 diócesis –la última, Kinbe, fue creada en 2003-.
OMP lleva 70 años -la mitad de la vida de la Iglesia en el país- llevando la ayuda de los donantes a la Iglesia de Papúa. Solo desde 2019 han aportado más de 7 millones de dólares, la mayoría recaudado en el Domund.
Con dichas aportaciones, no solo se sostienen los gastos estructurales de la Iglesia, sino que también se ponen los cimientos concretos y básicos de la labor evangelizadora, como es la ayuda a la tarea de los misioneros, la construcción de sus casas, el apoyo en los largos viajes, energía y agua potable o la creación de nuevas parroquias. Incluso se han equipado las radios diocesanas para anunciar el Evangelio a una población tan dispersa.
OMP también ha enviado más de 800.000 dólares para impulsar el trabajo que los misioneros realizan con niños en escuelas, orfanatos o centros de salud. También ha impulsado la formación de los futuros sacerdotes diocesanos del país, herederos de los misioneros y líderes de la evangelización allí. En Papúa Nueva Guinea hay 4 seminarios diocesanos mayores, todos ellos sostenidos cada año por la Santa Sede, a través de OMP, con 104 seminaristas.