El Papa Francisco recibió este jueves en la basílica de San Juan de Letrán a los participantes de un curso de formación sobre matrimonio y familia, promovido por la diócesis de Roma y el Tribunal de la Rota Romana.
El Papa insistió en la importancia de que la Iglesia acompañe a los novios cuando se preparan para el matrimonio y también cuando ya se han casado, especialmente en sus primeros años.
También pidió reconocer que el matrimonio es una "elección consciente" de algo que "nunca deberá ser abandonado" y una "celebración consciente" de un sacramento.
Redescubrir la gracia del sacramento
«A los cónyuges que experimentan serios problemas en su relación y se encuentran en crisis, es necesario ayudarles a revivir su fe y a redescubrir la gracia del sacramento», les dijo. El Santo Padre les subrayó la importancia del acompañamiento eclesial en cada etapa del matrimonio, y la necesidad de un catecumenado permanente que involucre a todos: sacerdotes, agentes pastorales y esposos cristianos.
«El matrimonio no es sólo un acontecimiento social, sino un verdadero sacramento que implica una preparación adecuada y una celebración consciente. El vínculo matrimonial, de hecho, requiere una elección consciente por parte de los novios, que ponga en el centro la voluntad de construir juntos algo que nunca deberá ser traicionado o abandonado», afirmó.
Pastorales familiares que ayudan en la realidad de hoy
Destacó las iniciativas de la pastoral familiar que están en desarrollo en varias diócesis del mundo, para «adaptarse mejor a la realidad», y mencionó la importancia del acompañamiento de los novios al matrimonio. «Sólo puestos ante la cotidianidad de la vida en común, que invita a los esposos a crecer en un camino de donación y sacrificio, algunos se dan cuenta de que no han comprendido plenamente lo que iban a comenzar», manifestó.
El pontífice señaló que es necesario un «catecumenado permanente» para el sacramento del matrimonio, porque «la mayor eficacia del cuidado pastoral se logra cuando el acompañamiento no termina con la celebración del matrimonio, sino que ‘acompaña’ al menos los primeros años de la vida conyugal». Este debe ser un camino compartido entre sacerdotes, agentes pastorales y esposos cristianos.
«Cuanto más profundo y extenso sea el camino de preparación en el tiempo, más las jóvenes parejas aprenderán a corresponder a la gracia y a la fuerza de Dios y desarrollarán también los ‘anticuerpos’ para afrontar los inevitables momentos de dificultad y fatiga de la vida matrimonial y familiar», completó.
Al referirse a las crisis matrimoniales, señaló la necesidad de ayudarles a revivir su fe y a redescubrir la gracia del sacramento, para evaluar con «rectitud y libertad interior» la situación.
Escucha y comprensión en los posibles casos de nulidad
Sobre la nulidad matrimonial aseguró: «Quienes han comprendido que su unión no es un verdadero matrimonio sacramental y quieren salir de esta situación, puedan encontrar en los obispos, sacerdotes y agentes pastorales el apoyo necesario, que se expresa no sólo en la comunicación de las normas jurídicas, sino ante todo en una actitud de escucha y comprensión».
Al finalizar el encuentro, les deseó a los participantes del curso «que el horizonte de la pastoral familiar diocesana sea cada vez más vasto, asumiendo el estilo propio del Evangelio, encontrando y acogiendo incluso a los jóvenes que deciden convivir sin casarse». «¡Es necesario darles el testimonio de la belleza del matrimonio!», concluyó.