Según es costumbre didáctica suya en algunas intervenciones, este soleado domingo romano, en el Angelus de la Plaza de San Pedro, Francisco invitó a los presentes a unirse a él en gestos y palabras.
En gestos, pidiendo un aplauso para los confesores que atraen a la gente "con ternura, con compasión". "Son buenos", añadió, "aquellos confesores que no están con el látigo en la mano, sino para recibir, escuchar y decir que Dios es bueno, que Dios perdona siempre, que Dios no se cansa de perdonar".
En cuanto a las palabras, pidió que se repitiesen tres: "Cercanía, compasión y ternura".
En esas tres palabras, en las que ya había insistido en la audiencia del pasado miércoles, resumió el Papa el sentido del Evangelio del día (Mc 1, 40-45), que recoge el encuentro entre Jesús y un leproso.
Dos transgresiones
Un encuentro "impensable", pues hay "dos transgresiones": el enfermo tenía prohibido acercarse a los demás, y los demás permitir esa cercanía. Pero así Nuestro Señor "realiza la Buena Noticia que anuncia: Dios se ha hecho cercano a nuestra vida, tiene compasión de la suerte de la humanidad herida y viene a derribar toda barrera que nos impide vivir nuestra relación con Él, con los demás y con nosotros mismos".
"Aquel hombre puede salir de su aislamiento porque en Jesús encuentra a Dios que comparte su dolor. La actitud de Jesús lo atrae, lo empuja a salir de sí mismo y a confiarle a Él su historia de dolor", explicó el Papa, quien introdujo entonces su mención a los confesores.
En cuanto a la "transgresión" de Jesús, consiste en "tocar con amor", que significa "establecer una relación, entrar en comunión, implicarse en la vida del otro hasta el punto de compartir incluso sus heridas". Un gesto con el cual Cristo muestra que Dios no es indiferente, "no se mantiene a una distancia segura'", dijo Francisco, aludiendo claramente a la impuesta por las autoridades en razón de la pandemia.
La mañana soleada en Roma animó un poco más que en días pasados a acudir a la Plaza de San Pedro para escuchar al Papa.
"Es el estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura", por oposición al desprecio que muchos reciben por estar enfermos, pero también por ser impuros o pecadores. "No prejuzguen", exhortó el pontífice.
No nos alejemos ni de Dios ni del prójimo
Por eso el Papa pidió, por un lado, que la humillación o la vergüenza de los pecados no nos lleven a alejarnos de Dios y rehuir su perdón: "Dios no es una idea o una doctrina abstracta, sino que Dios es Aquel que se 'contamina' con nuestra humanidad herida y que no teme entrar en contacto con nuestras heridas... Mira cómo se ha contaminado Dios para acercarse a nosotros, para tener compasión y para hacer comprender su ternura. Cercanía, compasión y ternura".
Y por otro lado pidió que "las reglas de la buena reputación y las costumbres sociales" no nos conduzcan a no implicarnos "en los sufrimientos de los demás".
Por el contrario, dijo, "pidamos al Señor la gracia de vivir estas dos 'transgresiones'". Una, "salir de nuestro aislamiento": en lugar de quejarnos o llorar por nuestros fracasos, "vayamos a Jesús tal como somos" y "sentiremos aquel abrazo de Jesús tan hermoso". Y la otra, un amor que nos haga "superar los prejuicios, el miedo a mezclarnos con la vida del otro".
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