El Papa celebró este miércoles en la Plaza de San Pedro del Vaticano la Audiencia General. En la última catequesis de su ciclo sobre los vicios y las virtudes, Francisco reflexionó sobre la humildad, el "gran antagonista" de la soberbia, "que nos salva del Maligno y del peligro de convertirnos en sus cómplices" y "devuelve todo a la justa dimensión".
"Hermanos y hermanas, la humildad lo es todo. Es lo que nos salva del Maligno y del peligro de convertirnos en sus cómplices. Y la humildad es la fuente de la paz en el mundo y en la Iglesia. Donde no hay humildad hay guerra, hay discordia, hay división. Dios nos ha dado ejemplo de ello en Jesús y María, porque [ellos son...] nuestra salvación y nuestra felicidad", comentó el Papa.
Maravillosos pero limitados
Aunque no "forma parte de la lista" de las virtudes cardinales y teologales, la humildad "es el fundamento de la vida cristiana", explicó el Papa, y es también "la gran antagonista del más mortífero de los vicios", la soberbia.
"Mientras que el orgullo y la soberbia hinchan el corazón humano, haciéndonos parecer más de lo que somos, la humildad devuelve todo a su justa dimensión: somos criaturas maravillosas pero limitadas, con virtudes y defectos. La Biblia nos recuerda desde el principio que somos polvo y al polvo volveremos", explicó.
Precisamente, la humildad y la pobreza de espíritu son mostradas por los Evangelios como "la fuente de todo", subrayó el Papa, señalando que la anunciación tiene lugar en "una remota aldea de Galilea, tan insignificante que la gente decía: '¿De Nazaret puede salir algo bueno?'". Sin embargo, "de allí renace el mundo", de "una niña desconocida: María"; el Todopoderoso "se siente atraído" por su "pequeñez".
"Podemos imaginar que Ella también conoció momentos difíciles, días en los que su fe avanzó hacia la oscuridad. Pero nunca vaciló en su humildad, que en María era una virtud granítica: siempre pequeña, siempre despojada de sí misma, siempre libre de ambiciones".
Ya en español, el Papa comentó: "En las Bienaventuranzas, Jesús menciona algunas actitudes que nacen de la humildad, como la mansedumbre, la misericordia y la pureza de corazón. Esta disposición interior nos ayuda a combatir el orgullo y los delirios de grandeza que tantas veces surgen dentro de nosotros. Para ahondar en esta virtud contemplemos a la Virgen María, modelo de humildad y pequeñez. En la vida oculta, libre de ambiciones y vacía de sí, María hizo de toda su vida un magníficat".
Puedes ver aquí de forma íntegra la Audiencia del Papa de este miércoles.
En sus saludos finales el Papa pidió rezar en "este tiempo de guerra mundial" y reflexionó brevemente sobre los problemas de la Iglesia, como la crisis de vocaciones. En su saludo a los italianos, mirando a las consagradas presentes en la plaza de San Pedro, Francisco dijo: "Veo a estas novicias y me pregunto: ¿cuántas son italianas? ¿Eh? Pocas... En Italia faltan vocaciones a la vida consagrada".