Casi seis meses después el Papa Francisco ha celebrado la Audiencia general de los miércoles con la presencia de fieles. Sin embargo, no se ha desarrollado como es costumbre en estas fechas en la Plaza de San Pedro sino en el patio de San Dámaso, en el interior del Vaticano. De este modo, con sillas colocadas a más de un metro de distancia unas de otras se ha podido guardar la distancia de seguridad.
El Santo Padre comenzó recordando que “después de tantos meses reanudamos nuestros encuentros cara a cara y no pantalla a pantalla. Esto es lindo”, e indicó posteriormente que “como seres sociales necesitamos tal inmediatez que es buena para el alma”.
Ya en su catequesis, Francisco habló de la pandemia de coronavirus que sigue azotando al mundo. En su opinión, ésta ha “evidenciado que todos, como miembros de la misma familia humana, estamos conectados en el bien o en el mal, porque tenemos un mismo origen, compartimos la misma casa común y un mismo destino en Cristo”.
Por ello, el Papa señaló que esta interdependencia que se produce enseña que “sólo siendo solidarios podremos salir adelante, pues de lo contrario surgen desigualdades, egoísmos, injusticias y marginación”.
Ante las 500 personas que le escuchaban en directo, Francisco quiso recalcar que “la solidaridad es una cuestión de justicia, un cambio de mentalidad que nos conduzca a pensar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes de parte de unos pocos”.
De este modo, el Papa indicó la solidaridad como el camino a recorrer en el “mundo post-pandemia”, hacia la “sanación de nuestras enfermedades interpersonales y sociales”. E insistió en que “no existe otro camino. O vamos hacia adelante con el camino de la solidaridad o las cosas irán a peor”.
“De una crisis no se sale igual. La pandemia es una crisis. De una crisis se sale mejores o peores. Debemos elegir y la solidaridad es un camino para salir mejores de la crisis, no con cambios superficiales, sino mejores”, señaló el Pontífice.
Además quiso recordar el pasaje bíblico de la Torre de Babel. “Pensemos en la torre, construimos torres y rascacielos, pero destruimos la comunidad. Unificamos edificios y lenguas, pero mortificamos la riqueza cultural. Queremos ser amos de la Tierra, pero arruinamos la biodiversidad y el equilibrio ecológico”, alertó.
De este modo, el Santo Padre reconoció que “lamentablemente también hoy puede suceder algo parecido. Cae la cuota del mercado financiero y la noticia está en todas las agencias. Caen miles de personas por el hambre y nadie habla de ello”.
En contraposición a Babel está Pentecostés, indicó el Papa. Y es así porque “el Espíritu crea la unidad en la diversidad, crea la armonía” y rezó para que “la creatividad del Espíritu Santo pueda animarnos a generar nuevas formas de hospitalidad familiar, de fraternidad fecunda y de solidaridad universal”.