Desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, el Papa ha presidido la habitual audiencia de los miércoles continuando con sus catequesis acerca de la oración.
El Papa quiso empezar analizando la enseñanza de Colosenses 3,16: «Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre».
Para el Papa, San Pablo muestra que la oración debe estar enraizada no sólo en la liturgia (tema que Francisco comentó la semana pasada) sino también en las dificultades y alegrías de la vida cotidiana, "por las calles, en las oficinas, en los medios de transporte…”.
Orar sin cesar, en lo cotidiano
El Papa lo compara a estar enamorado: “quien reza es como el enamorado, que lleva siempre en el corazón a la persona amada, donde sea que esté”.
Así, “toda alegría se convierte en motivo de alabanza, toda prueba es ocasión para una petición de ayuda”, ""como una brasa de fuego” que habla con el corazón aunque la boca esté silenciosa.
Incluso un pensamiento “aparentemente profano”, puede ser impregnado de oración”, dijo. Cualquier experiencia que toque nuestro camino, el amor de Dios puede convertirlo en bien, advirtió el Pontífice.
Con la oración, “Jesús viene a nuestro encuentro" en nuestro "hoy concreto". La oración “transforma este hoy en gracia" y "nos transforma", aseguró.
Así, la oración apacigua la ira, sostiene el amor, multiplica la alegría, infunde la fuerza para perdonar. En algún momento nos parecerá que ya no somos nosotros los que vivimos, sino que la gracia vive y obra en nosotros mediante la oración.
Con Dios somos más valientes, libres y felices
De ahí que el Papa aconseje que, cuando llega un pensamiento de ira, de descontento, que lleva a la amargura, haya que detenerse y hablar con el Señor, porque Él dará “la palabra justa", el consejo "para seguir adelante”:
Cada día que empieza, si es acogido en la oración, va acompañado de valentía, de forma que los problemas a afrontar no sean estorbos a nuestra felicidad, sino llamadas de Dios, ocasiones para nuestro encuentro con Él. Y cuando uno está acompañado por el Señor, se siente más valiente, más libre y también más feliz.
Rezar por los enemigos: Dios hace milagros
Por eso el Santo Padre exhorta a que recemos siempre “por todo y por todos”, incluso por los enemigos, como nos lo aconsejó Jesús. Exhorta a que recemos por nuestros seres queridos, pero también por quienes no conocemos, y, sobre todo, por las personas infelices, aquellos “que lloran en la soledad y desesperan porque todavía haya un amor que late por ellos”. Recuerda que “la oración realiza milagros” y asegura que los pobres intuyen “por gracia de Dios” que también en esa situación de precariedad suya “la oración de un cristiano ha hecho presente la compasión de Jesús”.
El Papa recordó que Dios es "el Señor de la compasión, de la cercanía, de la ternura, tres palabras que hay que olvidar".
Así, Jesús no ha condenado al mundo, sino que lo ha salvado. Por eso es “necesario” querer a todos y cada uno sin olvidar que "todos somos pecadores y al mismo tiempo amados por Dios, uno a uno".
El Papa consideró que las personas que "siempre están juzgando a los demás, siempre condenando, juzgando" tienen "una vida fea, infeliz".
Propuso, más bien, otro estilo: "abre tu corazón, perdona, justifica a los demás, comprende, sé tú también cercano a los demás, ten compasión, ten ternura: como Jesús. Amando así este mundo, amándolo con ternura, descubriremos que cada día y cada cosa lleva escondido en sí un fragmento del misterio de Dios".
Detalló que "es justo y bueno orar para que la venida del Reino de justicia y de paz influya en la marcha de la historia, pero que también es importante impregnar de oración las humildes situaciones cotidianas. Somos seres frágiles, pero sabemos rezar: y esta es la dignidad más grande. Es también nuestra fortaleza. Coraje. Rezar en todo momento, en toda situación, porque el Señor está cerca de nosotros. Y cuando una oración es según el corazón de Jesús, obtiene milagros".
Con la Virgen de Lourdes, orar por los enfermos
Finalizó su catequesis con los mensajes en distintos idiomas, recordando en español que este jueves se celebra la fiesta de la Virgen de Lourdes, patrona de los enfermos. "Pidamos por su intercesión que el Señor conceda la salud del alma y cuerpo a todos los que sufren a causa de alguna enfermedad y de la actual pandemia, y fortalezca a quienes los asisten y los acompañan en este tiempo de prueba que atraviesan en sus vidas", exhortó.
También felicitó a los países de Extremo Oriente que celebran el viernes el fin de año lunar, deseando para todos buena salud y serenidad en la vida e invitando a orar por la paz y a trabajar por los enfermos y los más débiles.
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