El 13 de mayo, con motivo de la gira europea del presidente de Argentina, Alberto Fernández se reunió con el Papa Francisco en la Ciudad del Vaticano. La reunión, breve, de 25 minutos, fue definida por el diario Clarín como “casi protocolar”, teniendo en cuenta que el último encuentro del presidente de Argentina con el Papa duró cerca de 40.

Aborto y elecciones, motivo de frialdad

“Fue una elegante manera de decir que al pontífice no le quedaba más remedio que recibir al mandatario argentino –el Papa nunca le niega una audiencia a un presidente–, pese a que El Vaticano había tratado delicadamente en las últimas semanas que no pidiera la cita”, destaca Sergio Rubin, periodista del diario bonaerense.

“En la Santa Sede no consideraban oportuna la audiencia”, afirma. Y “no solo porque aún está en carne viva la herida que provocó que el Presidente haya impulsado la legalización del aborto. Argentina transita un año electoral y los pontífices procuran tomar distancia de las pujas partidarias”.

Fernández, en busca de respaldo internacional

“En Roma”, afirma Rubin, “no se llaman a engaño. Lo que Alberto Fernández buscaba era `colgarse de la sotana´ del Papa en momentos de debilidad, jaqueado por Cristina Kirchner, sus allegados y La Cámpora, que le acotan su poder. Y, en particular, lo condicionan severamente en la toma de decisiones económicas”.

Los 25 minutos que duró la reunión –bastante menos que los 44 que se prolongó el primer encuentro hace un año– fueron la primera señal de que tendrán mucho de formal. El acostumbrado comunicado difundido luego por El Vaticano no desentonó. Fue absolutamente de circunstancia. “Si en vez de poner Argentina se ponía Lituania el comunicado no cambiaba”, dijo una fuente a Clarín.

Caras serias, mala organización y altas expectativas

Rubin añade que las fotografías del encuentro no beneficiaron al Gobierno. Estuvieron marcadas por los serios semblantes de ambos mandatarios, a falta de periodistas y fotógrafos debido a la prohibición de entrada al Vaticano como medida de prevención sanitaria.

“Hubo también algunas desinteligencias en el propio Gobierno que no ayudaron. Los expertos en cuestiones vaticanas dicen que fue un error no haber procurado que la entrevista fuese en la residencia de Santa Marta, que posibilita que sea menos protocolar y más prolongada”.

“Inicialmente” añade Clarín, “el Gobierno se entusiasmó –o así quiso mostrarse– porque la audiencia iba a ser en el majestuoso Palacio Apostólico, donde se realizan las visitas de Estado y oficiales. Sin percatarse –o quería disimular– que la cita sería más formal. Al final –por ser este jueves feriado en El Vaticano–, la reunión terminó siendo en dependencias del aula Pablo VI”.

La pobreza y la crisis, factores de entendimiento

De todas formas, lo último que quisiera el Papa –dicen sus allegados– es soltarle la mano a la Argentina en un contexto de fuerte crecimiento de la pobreza, más allá de la efectividad de sus gestiones en materia económica. “La deuda no la paga de Alberto, ni Cristina, ni Mauricio, sino el pueblo que es el que sufre las crisis”, explican.