La catequesis de este miércoles en la audiencia general tuvo lugar en el Aula Pablo VI y continuó el recorrido por los vicios y las virtudes. Francisco se detuvo en el "vicio" de la gula.
El problema no es el alimento, sino la relación con él
Para situar el problema de la relación con la comida, el Papa comenzó contrastando a San Juan Bautista con Jesucristo: "Si Juan es recordado por su ascetismo -comía lo que encontraba en el desierto-, Jesús es, en cambio, el Mesías que vemos a menudo en la mesa. Su comportamiento suscita escándalo a algunos, porque no sólo es benévolo con los pecadores, sino que incluso come con ellos; y este gesto demostraba su voluntad de comulgar con personas a las que todos rechazaban".
Además, es "comprensivo" ante la transgresión de ciertos "preceptos judíos", aunque con "plena sumisión a la Ley". Y afirma: "Un nuevo principio: los invitados a la boda no pueden ayunar cuando el novio está con ellos. Jesús quiere que estemos alegres en su compañía".
Pero lo "importante" es que con Él desparece la distinción entre alimentos puros e impuros, de modo que lo que hace "la bondad, o una maldad, digámoslo así, de un alimento", no es "el alimento en sí, sino la relación que nosotros tenemos con él".
La locura del vientre
Y es ahí donde entra la consideración de la gula, dice Francisco: "Cuando una persona tiene una relación desordenada con la comida, come con prisa, queriendo saciarse, pero nunca se sacia. Es esclavo de la comida". Entre los "desequilibrios y patologías" de la comida, el Papa citó "los trastornos alimentarios", como "anorexia, bulimia, obesidad", pero también el comer "en soledad".
Francisco entró andando en el Aula Pablo VI, pero el recurrido de los saludos de los fieles lo hizo en silla de ruedas. Foto: Vatican Media.
"La comida es la manifestación de algo interior", añadió: "La predisposición al equilibrio o a la desmesura; la capacidad de dar gracias o la arrogante pretensión de autonomía; la empatía de quien sabe compartir la comida con los necesitados, o el egoísmo de quien lo acumula todo para sí mismo... Dime cómo comes, y te diré qué alma posees... La gula es una locura del vientre... Debemos comer para vivir y no vivir para comer".
Llamados a ser "eucarísticos", no "consumidores"
Tras estas consideraciones sobre la gula a nivel individual, Francisco la valoró "desde un punto de vista social", y en ese sentido "es quizá el vicio más peligroso que está acabando con el planeta". En su opinión, "la voracidad con la que nos hemos desatado, desde hace unos siglos, hacia los bienes del planeta, está comprometiendo el futuro de todos".
"Hemos abjurado del nombre de hombres, para asumir otro, 'consumidores'", concluyó: "Estábamos hechos para ser hombres y mujeres 'eucarísticos', capaces de dar gracias, discretos en el uso de la tierra, y en cambio el peligro es de transformarse en depredadores, y ahora nos estamos dando cuenta de que esta forma de 'gula' ha hecho mucho daño al mundo. Pidamos al Señor que nos ayude en el camino de la sobriedad, que ninguna forma de gula se apodere de nuestra forma de vida".