Tal y como lleva sucediendo cada miércoles desde hace varias semanas, el Papa Francisco presidió la Audiencia General en la Biblioteca del Palacio Apostólico donde prosiguió con sus catequesis sobre las bienaventuranzas.
En su catequesis, el Santo Padre afirmó que en muchas ocasiones “conocemos a Dios por lo que nos han dicho, pero con nuestra experiencia vamos adelante y al final lo conocemos directamente si somos fieles. Esta es la madurez del Espíritu”.
“¿Cómo llegar a esa intimidad?”, se preguntó. Y para responder recordó el encuentro el encuentro con los discípulos de Emaús y como “sus ojos no eran capaces de reconocerlo”. Las palabras de Jesús hacia ellos son duras: “¡Hombres duros de corazón! ¡Cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!”.
"Cuando el corazón es duro no se ven las cosas"
Tal y como recoge Aciprensa, Francisco indicó que “cuando el corazón es duro, no se ven las cosas. Se ven las cosas como nubladas”. “Ese es el origen de su ceguera: su corazón era duro”. Y además incidió en que “la sabiduría de esta bienaventuranza radica en que para poder contemplar es necesario entra dentro de nosotros y hacer espacio a Dios”. “Ese es el único camino”.
Además, el Papa agregó que “esta es una maduración decisiva: cuando nos damos cuenta de que nuestro peor enemigo, con frecuencia, está escondido en nuestro corazón. La batalla más noble es aquella contra los engaños interiores que generan nuestros pecados”.
“Los pecados- prosiguió- cambian la visión interior. Cambian la evaluación de las cosas, te hace ver cosas que no son verdaderas, o al menos verdaderas de ese modo”.
Por todo ello, cree que “es importante comprender qué es ‘la pureza del corazón’. Para hacerlo, se necesita recordar que para la Biblia el corazón no consiste sólo en sentimientos, sino que es el lugar más íntimo del ser humano, el espacio interior donde una persona es ella misma”.
"El corazón puro vive en la presencia del Señor"
¿Qué significa uno corazón puro? Según el Papa, “el corazón puro vive en la presencia del Señor, conservando en el corazón aquello que es digno de la relación con Él; solo así posee una vida íntima, unificada, lineal, no tortuosa, sino simple”.
“El corazón purificado es, por lo tanto, el resultado de un proceso que implica una liberación y una renuncia. Un corazón puro no nace como tal, necesita una simplificación interior, aprendiendo a renegar del mal”.
Esa purificación interior “implica el reconocimiento de esa parte del corazón que se encuentra bajo influencia del mal para aprender el arte de dejarse amaestrar y conducir por el Espíritu Santo”. Por medio de ese camino del corazón “llegaremos a ver a Dios”. “No tengamos miedo. Abramos las puertas de nuestro corazón al Espíritu Santo para que nos purifique y nos lleve adelante en este camino hacia la alegría plena”, concluyó el Papa Francisco.