Francisco consagró este viernes en la basílica de San Pedro del Vaticano cuatro obispos, entre ellos uno a quien convertirá también en cardenal en el consistorio del sábado, el jesuita Michael Czerny, subsecretario de la sección de migrantes y refugiados del dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Los otros pasarán a ser nuncios apostólicos: Paolo Borgia, Antoine Camilleri y Paolo Rudelli. A todos entregó los símbolos episcopales: el Evangelio, el anillo, la mitra y el báculo.
“Anunciad la Palabra en toda ocasión: oportuna y no oportuna. Anunciad la verdadera Palabra, no discursos aburridos que nadie comprende", dijo el Papa durante la homilía: "Las dos principales funciones del obispo son la oración y el anuncio de la Palabra. Después están todas las demás funciones, pero estas dos son los pilares".
Jesucristo envió a los doce apóstoles "para que, llenos del poder del Espíritu Santo, anunciaran el Evangelio a todos los pueblos y, reuniéndoles bajo un único pastor, les santificaran y les guiaran a la salvación”. En esa "ininterrumpida sucesión de los obispos en la tradición viva de la Iglesia... la obra del Salvador continúa y se desarrolla hasta nuestros tiempos”, añadió.
Los cuatro nuevos obispos. A la derecha de la foto, el futuro cardenal Czerny.
Al instruirles sobre sus nuevos deberes, Francisco les recordó que han sido elegidos para "las cosas que se refieren a Dios. ‘Episcopado’, en efecto, es el nombre de un servicio, no de un honor”, y por eso "al obispo le compete más servir que dominar, según el mandamiento del Maestro: ‘El mayor entre ustedes se ha de hacer como el menor, y el que gobierna, como el que sirve’. Siempre en servicio, siempre”.
También les dijo que, como el Buen Pastor que conoce a sus ovejas y da la vida por ellas, son propias de los pastores de la Iglesia en que se convertían "tres cercanías": "La cercanía con Dios en la oración, la cercanía con los presbíteros en el colegio presbiteral, y la cercanía con el pueblo”. “No olvidéis vuestras raíces, las de aquellos que os han transmitido la fe, de aquellos que os han dado la identidad. No reneguéis del pueblo de Dios”.
Finalmente, les exhortó a recordar que están "unidos al colegio de los obispos" y deben ser solícitos para con todas las Iglesias particulares, "socorriendo generosamente a las más necesitadas de ayuda”. Y, sobre todo, a “velar con amor por todo el rebaño donde el Espíritu Santo os pone para guiar a la Iglesia de Dios. Velad en el nombre del Padre, cuya imagen hacéis presente; en el nombre de Jesucristo, su Hijo, por quien habéis sido constituidos maestros, sacerdotes y pastores; y en el nombre del Espíritu Santo, que da vida a la Iglesia y con su potencia sostiene nuestra debilidad”.