Enseñanzas de Santa Margarita María de Alacoque sobre el Sagrado Corazón:
 
Dios es mi todo, y todo, fuera de Él, es nada para mí.

El Corazón de Jesús tanto cuidado tendrá de vosotros cuanto os confiéis y abandonéis a Él.

Cuando no miramos más que a Dios, ni buscamos otra cosa que su divina gloria, no hay nada que temer.

En la voluntad de Dios encuentra su paz nuestro corazón, y el alma su alegría y su descanso.

Todas las más amargas amarguras no son más que dulzura en este adorable Corazón, donde todo se trueca en amor.

Es preciso darlo todo para tenerlo todo; el amor divino no sufre mezcla de cosa alguna.

Es bueno caminar por la fuerza de su Amor en sentido contrario a nuestras inclinaciones, sin Otro placer ni contento sino el de no tener ninguno.

Las cruces, desprecios, dolores y aflicciones son los verdaderos tesoros de los amantes de Jesucristo crucificado.

El mayor bien que podemos tener en esta vida es la conformidad con Jesucristo en sus padecimientos.

El Corazón de Jesús es un tesoro oculto e infinito que no desea más que manifestarse a nosotros. Ámalo con todas tus fuerzas, piensa siempre en Él, deja que Él haga contigo y para ti todo lo que Él deseé, no ansíes nada más.

Solo el corazón humilde puede entrar en el Sagrado Corazón de Jesús, conversar con Él, amarle y ser amado de Él.

Solo en el total desasimiento de vos mismo y de todo lo que no es Dios hallarás la verdadera paz y dicha perfecta, porque no teniendo nada, lo hallarás todo en el sagrado Corazón de Jesús.

Sé pobre de todo, y el Corazón de Jesús te enriquecerá.
 
Olvídate de ti mismo y entrégate a Él, y Él tendrá cuenta y cuidado de ti.

No puedo decirles más sino que el anonadamiento de ti mismo te elevará a la unión del Soberano Bien.

Olvidándote, lo poseerás, y abandonándote a Él, Él te poseerá.

No hay cosa que tanto me contente, como la reserva que guardó tan exactamente en el discurso de la pasión. A imitación suya, no abramos la boca sino para orar por los que nos afligen y maltratan.

Cuando te levantes, entra en el Sagrado Corazón de Jesús y conságrale tu cuerpo, tu alma, tu corazón y tu ser por completo, para solamente vivir por su amor y gloria.

Puedo ver, tan claro como el día, que una vida que no tiene el amor de Jesucristo vive la más grande miseria.

Aplíquense a amar y sufrir amando. Cuando adquirimos la perfecta sabiduría, entonces haremos todo lo que Dios desea de nosotros.

Nuestro corazón es tan pequeño, que no caben en él dos amores; y habiendo sido creado sólo para el divino, no puede tener descanso cuando se halla con otro.

Basta amar al Santo de los Santos, para llegar a ser santos.

Anda despacio, procurando adaptar tu vida interior y exterior al modelo de la humilde mansedumbre del Corazón de Jesús.

El mayor bien que podemos tener en esta vida es la conformidad con Jesucristo en sus padecimientos.
 
Este divino Corazón es pura dulzura, humildad y paciencia, por lo tanto, debemos esperar... Él sabe cuando actuar.

El Corazón de Jesús es un tesoro oculto e infinito que no desea más que manifestarse a nosotros.

Yo vil y miserable criatura, prometo a mi Dios someterme y sacrificarme a todo lo que pida de mi; inmolando mi corazón al cumplimiento de todo lo que sea de su agrado, sin reserva de otro interés más que de su mayor Gloria y puro amor, al cual consagro y entrego todo mi ser y todos mis momentos.

Nada quiero sino tu Amor y tu Cruz, y esto me basta para ser Buena Religiosa, que es lo que deseo.
 
Recuerda que la perfección consiste en conformar la vida y las acciones totalmente a las virtudes sagradas del Corazón de Jesús, especialmente su paciencia, su mansedumbre, su humildad y su caridad. Como resultado, nuestra vida interior y exterior llega a ser una imagen viva de El.

Pienso que aquel gran deseo de nuestro Señor de que su sagrado Corazón sea honrado con un culto especial tiende a que se renueven en nuestras almas los efectos de la redención. El sagrado Corazón, en efecto, es una fuente inagotable, que no desea otra cosa que derramarse en el corazón de los humildes, para que estén libres y dispuestos a gastar la propia vida según su beneplácito.

Este Corazón divino es un abismo de todos los bienes, en el que todos los pobres necesitan sumergir sus indigencias: es un abismo de gozo, en el que hay que sumergir todas nuestras tristezas, es un abismo de humildad contra nuestra ineptitud, es un abismo de misericordia para los desdichados y es un abismo de amor, en el que debe ser sumergida toda nuestra indigencia.

Si nadas en un mar de distracciones, ponlas en el fondo de tranquilidad del Sagrado Corazón, que te alcanzará una victoria segura.

La cruz es en este mundo el patrimonio de los escogidos.

Siempre que te suceda algo penoso, aflictivo, injurioso, di a ti mismo: Acepta lo que te manda el sagrado Corazón de Jesucristo para unirte a sí.

Por encima de todo, conserva la paz del corazón, que es el mayor tesoro. Para conservarla, nada ayuda tanto como el renunciar a la propia voluntad y poner la voluntad del Corazón divino en lugar de la nuestra, de manera que sea ella la que haga en lugar nuestro todo lo que contribuye a su gloria, y nosotros, llenos de gozo, nos sometamos a él y confiemos en él totalmente.

¿Quieren saber ahora, hermanos muy amados, lo que hizo Jesús conmigo para adaptarme a la misión que había de confiarme?.. Me inspiró, al mismo tiempo que una sed abrasadora de inmolarme, la capacidad divina de sufrir..., de vivir muriendo de amor para hacer conocer y amar al Amor que no es Amado.

Acérquense al Tabernáculo del Rey de amor...vengan, llevándole gozosos, como ofrenda de apostolado, las dolencias.

Ofrézcanle como rico tesoro las flaquezas dolorosas de la salud quebrantada.