Los hijos nacidos de donantes de óvulos o semen quieren que se acabe el anonimato y conocer su origen. No es verdad que sea un paso más hacia la información o la transparencia. Es otra penosa consecuencia del extravío y la desesperación. Tu origen no es el donante de óvulo o esperma. Tu origen es que tu padre o tu madre decidieron tenerte en solitario porque creyeron que lo importante era su derecho de ser padres y no el deber de darte una familia estructurada. Tu origen es una decisión y no una sustancia.
Entiendo tu dolor y empatizo con tu angustia pero no pierdas el tiempo buscando donde no está lo que quieres saber. No hay misterio. No hay épica. En el caso de que identifiques al donante no hallarás a un padre o una madre sino a uno que dio algo por solidaridad con la ciencia o porque le pagaron por ello. Pregunta más bien a la madre o padre que conoces, ellos fueron los que te hicieron en tus circunstancias. Es a ellos a quien tienes que preguntar si su derecho es más importante que tu ansiedad. Es a ellos a quien tienes que cuestionar el sentido moral de su existencia. Ésa es tu búsqueda y lo que te configura tal como eres está en estas respuestas que tú debes hallar y digerir y procurar mejorar cuando seas padre.
Eres hijo de una época en que los deberes se consideran casi fascistas. Tu madre o tu padre no sintieron ningún deber hacia ti y te concibieron como quien compra un bolso o una finca cerca de la playa. He visto tu cara en las fotografías. Tu mirada perdida, tu discurso inconexo, tu oscuro hurgar donde es obvio que no vas a encontrar más que cifras y datos que nada pueden significar. No trates de huir de tu dolor culpando al que ni siquiera sabe que existes ni le importa. Sumérgete en la atrocidad que te concierne de tu madre soltera y caprichosa y entiende su error y tu tragedia para no repetirlos. Éste será tu legado: perdonar lo que te han hecho y entender que los hijos necesitamos crecer en la estructura fundamental de una familia que nos dé fuerza, seguridad y esperanza.
Sobre los derechos que no funcionan acumulamos otros derechos que tampoco tienen ninguna utilidad y al fondo quedan personas rotas, indefensas y que es imposible que puedan vivir tranquilas estando tan lejos de comprender que nadie les debe nada y que sólo serán aquello que se esfuercen por ser. Un hijo de madre soltera buscando por los laboratorios la procedencia de una gota de semen es el lugar exacto al que lleva vivir sin tensión espiritual, como si no fuéramos trascendentes. Los derechos destruyen a los que se supone que benefician y los deberes crean hombres de mujeres capaces de asumir los retos y concretar la promesa de un mundo mejor.
Y tú no quieras engañarte más: un óvulo anónimo no es una madre y tu redención es hacer algo mejor en tu vida para que tus hijos puedan vivir contentos y en paz.
Publicado en ABC.