No sé si será verdad que el demonio no descansa, pero desde luego lo que puedo afirmar es que estos días está muy activo, con la Proposición de Ley del Partido Socialista Obrero Español para que se castigue, no a los que hacen abortos, sino a quienes tratan de evitarlos, aunque sus métodos no sean en absoluto violentos. Pero por lo que he leído en el ABC del 11 de junio, la ofensiva proabortista no se reduce sólo a nuestro país, sino a toda Europa, pretendiendo el Parlamento europeo que se considere el aborto como un “derecho humano”, terminando con las restricciones que se le oponen. El otro gran problema que encontramos en el texto es el no-derecho a la objeción de conciencia.
Este proyecto, presentado por el socialista croata Predrag Matic, y que se discutirá los próximos días 23 y 24, pretende convertir el presunto derecho al aborto en un derecho humano. Sin embargo, leyendo de punta a cabo la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU del 10 de diciembre de 1948, en ninguna parte se proclama como derecho humano el derecho al aborto, y, en cambio, leemos en el artículo 3: “Todo individuo tiene derecho a la vida”, derecho que se tiene por el mero hecho de existir, mientras que la Declaración de Derechos del Niño aprobada por la ONU el 20 de noviembre de 1959 dice en su preámbulo que el niño “tiene necesidad de una particular protección y de cuidados especiales, incluida una adecuada protección jurídica, sea antes que después del nacimiento”. Y es que si no estoy vivo no necesito para nada los demás derechos.
Está claro que, desde hace unos cuantos años, la medicina está realizando enormes progresos en el conocimiento de lo que sucede antes del nacimiento, avances que van todos en la misma dirección y que confirman que el aborto es un crimen. Hoy muchos padres y abuelos llevan en sus móviles la foto de la ecografía de sus hijos y nietos a los que les falta todavía bastante para nacer. En resumen, no creo que nunca un crimen pueda ser un derecho.
El otro gran problema que presenta el Proyecto Matic es el de la objeción de conciencia. El proyecto considera que la objeción de conciencia es “una violación de los derechos humanos y una forma de violencia de género”. Volviendo a leer la Declaración de Derechos Humanos, en ninguna parte se rechaza la objeción de conciencia, mientras que el artículo 18 reconoce el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión y el artículo 19 defiende la libertad de opinión y de expresión.
Para mí la diferencia fundamental entre ellos y nosotros los creyentes está en que ellos, al no admitir la existencia de Dios, caen en el relativismo. Como Dios no existe, tampoco hay una Verdad objetiva ni una Ley o Derecho Natural. No hay nadie por encima de mí, por lo que soy mi Ser Supremo y decido lo que está bien y lo que está mal. Pero como me encuentro con que los otros también existen, termino por dejar que sea el Partido el que decide por mí y acaba realizándose lo que decía Gramsci: “La verdad es lo que le conviene al Partido”, y si al Partido le conviene que ahora sea de noche, aunque sea mediodía, pues es de noche.
Sobre la obligación en conciencia a los médicos de la objeción de conciencia, recuerdo lo sucedido con los jueces católicos alemanes durante el nazismo. Preguntaron: ¿podemos aplicar estas leyes injustas? La respuesta fue sí, porque siempre será mejor que esas leyes las apliquen ustedes en grado mínimo que un fanático nazi, que tenderá al grado máximo. Pero hay una barrera que ustedes no deben traspasar: condenar a muerte a un inocente. Antes que eso, el martirio.
Esta criminal patochada, ¿puede ser aprobada? Parece ser que sí, porque cuenta con los votos a favor de socialistas, demócratas, verdes e izquierda radical, el voto en contra de los conservadores, entre ellos Vox, y la división del Partido Popular Europeo.