Mil personas al día para ver una exposición de estricto arte sacro sería noticia en cualquier sitio, y también en Cádiz como oportunamente ha destacado el Diario. Y aunque una parte de ese público sea visitante, ya es notable que el turista hodierno dedique su siempre escaso tiempo a una tal experiencia. Algo tiene el agua cuando la bendicen, y no puede caber duda de que Traslatio Sedis, que ése es el nombre oficial de la exposición que conmemora la restauración en Cádiz tras la conquista de Alfonso X, hace 750 años, de la antiquísima sede episcopal de Asidonia, tiene múltiples puntos de interés que justifican ampliamente el éxito con que ha comenzado su andadura.
No podemos olvidar que la diócesis de Cádiz fue siempre, excepto en breves periodos de su historia, una de las más pobres de la Iglesia española. Y al mismo tiempo, como destaca una de las secciones de la exposición, siempre volcada en tareas caritativas y misioneras a las que la abocaba la posición fronteriza que ocupa. Que a pesar de esas circunstancias históricas la diócesis pueda todavía hoy reunir casi cien piezas de alto nivel artístico, algunas de ellas verdaderamente excepcionales como la Inmaculada de Murillo o la magnífica custodia procesional de Cádiz, es un buen índice de la importancia que el gran arte siempre tuvo para la Iglesia católica. También da que pensar que aquí, como en todas partes, esa prodigiosa creatividad se detuviera casi en seco ya a mediados del siglo XIX, cuando empezó a manifestarse la secularización de la sociedad y la crisis de fe que parece estar en su verdadero origen. La manera apresurada y deficiente con que por entonces se tuvo que acabar la preciosa catedral dieciochesca de Cádiz, que sirve de espléndido marco a la exposición, es una prueba plástica y contundente de lo anterior.
En la muestra se insiste quizá demasiado en la idea de traslación desde Medina Sidonia a Cádiz, casi como si se hubiera tratado de un despojo y la diócesis asidonense no hubiese desaparecido un siglo antes a causa de la persecución islámica. Podría haber sido restaurada allí, pero si en Cádiz hubo y hay sede episcopal desde el siglo XIII fue por empeño personal de Alfonso X el Sabio. Y es que proyectaba desde esta isla nada menos que la conquista militar y espiritual de África. Otro desvanecido sueño alfonsí del que nos queda la Cruz sobre las aguas.
Publicado en Diario de Sevilla.