Quiero ser frívolo, afable y flemático, que es lo que se me da bien. Pero los tiempos no me lo ponen fácil. La Misa Tradicional me parece de una belleza y una sacralidad que conmueven el alma, pero un motu proprio de Su Santidad interpone algunas dificultades más para su celebración. En Cataluña, han profanado la capilla del Tercio de Monserrat, quemando dos medallones de la Moreneta, además de banderas históricas. Era la única unidad de ambos ejércitos de la guerra civil que tenía como lengua oficial el catalán, pero eso no ha importado a los catalanistas. Twitter no para y censura imágenes taurinas del maestro Morante de la Puebla. Por el covid se suspende la procesión marítima de la Virgen del Carmen, mientras los bares y las terrazas están a reventar cada noche. El Gobierno se niega a condenar la dictadura cubana, que pisotea los derechos humanos de quienes piden libertad y democracia.

Por supuesto, no todas estas novedades tienen por qué afectar a todos ni son de la misma categoría. Pero a mí me terminan amargando mi despreocupación feliz. Quizá podría escribir de otra cosa divertida, fingiendo, como decía en mi primera adolescencia una canción sobre un cantautor que sube al escenario a cantar al amor con el alma rota. Fijaos si hace tiempo que no sé si era de Serrat o de Perales… Aunque mejor que fingir, será sonreír en serio porque uno está dispuesto a afrontar todos estos contratiempos como si nada. Rezaré en latín hasta la bendición de la mesa, iré a los toros a la primera ocasión, releeré el magno libro Requetés de Larraz Andía y Sierra-Sesúmaga, me hice a la mar el 16 en un barco para montarnos nuestra criptorromería a la Virgen del Carmen y recordaré a Cuba por detrás del horizonte cada vez que me asome a la playa. A dos metros a mi redonda las cosas van a cambiar, pero a mejor.

Lo que no diga Nadia Calviño contra la dictadura en Cuba, lo que salga del Sínodo alemán, lo que piense el tío de Twitter de los toros y lo que hayan quemado unos nacionalistas catalanes que no saben lo que es el Ave Fénix de los sentimientos nobles, será más importante, sí, pero me pilla más lejos. Jesús recomendó que, si venía el fin del mundo y uno estaba asomado al terrado, que no bajara, y si otro estaba arando, que siguiera. Yo no sé si esto es un ensayo general o no, pero, mientras esté a mi alcance, me voy a quedar tan campante. Frívolo, afable y flemático, como soy.

Publicado en Diario de Cádiz.