Colmenar del Arroyo, 5 de enero de 2021
Queridos Reyes Magos:
Os escribo apenas unas horas antes de empezar vuestra fiesta: la fiesta de Reyes o la Epifanía. Lo hago urgido por mi amiga Ana Beatriz, que me ha preguntado si ya os había escrito mi carta. Envuelto en sentimientos de confusión y vergüenza la prometí que en cuanto dejara de hablar con ella os escribiría.
Aquí tienen mi carta. No quiero formar parte del número de desconocedores, perezosos o indiferentes, que no os escriben.
Este año he intentado ser lo más justo que he podido.
En todo caso sé que lo bueno que he sido se lo debo a Jesús. Sin Él, sé por experiencia lo incontrolables que son mis pasiones, lo egoísta, cómoda y perezosa que es mi naturaleza, lo altivo como ridículo que es mi orgullo, lo quejica que es mi sensibilidad y lo débil que es mi voluntad.
Sé que si no fuera por Él nada podría, y preso estaría del miedo, del orgullo, de la indiferencia y de la autosatisfación egoísta.
No tengo méritos que presentaros para hacerme merecedor de vuestros regalos.
Pero sé que tampoco vosotros lo recibisteis a Él como premio de vuestra justicia, sino como escandaloso regalo de su incomparable Misericordia.
Por eso, os pido este año para mí, para mi amiga Ana Beatriz que me ha hecho escribiros, y para todos los que amo y que vosotros bien conocéis, que nos regaléis un poco de la luz de la fe que os hizo poneros en camino y que os guió tan audazmente hasta Belén; que nos dejéis vuestros ojos para que podamos contemplar, embelesados como vosotros, a nuestro Salvador; y que nos concedais vuestro asombro y maravillado estupor para caer rendidos de rodillas en adoración ante la escandalosa pequeñez del niño Belén.
De este modo, podremos también abrir generosamente a sus pies, como vosotros, los cofres de nuestros corazones, para ofrecerle los dones de nuestra pobreza pero también de nuestra sinceridad, de nuestro humilde arrepentimiento, de nuestro vivo agradecimiento, y de nuestra indefectible confianza en su incomparable bondad.
Así, del mismo modo que vosotros, podremos volver transformados de Belén por otro camino: por el camino de la sencillez, de la completa humildad y de la total pequeñez, que es el Amor, siempre abajándose y asemejándose al que ama, siempre inclinándose sobre él, siempre poniéndose a su altura para no humillarlo, incluso abajándose para poder levantarlo.
El nuevo y maravilloso camino que aprendisteis del pequeño Niño de Belén, hecho volntariamente tan pequeño por amor a vosotros.
Con todo mi profundo respeto y gratitud por Sus Majestades,
Vuestro padre Álvaro.
El padre Álvaro Cárdenas es párroco de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Colmenar del Arroyo (Madrid).