El personal ya conoce el «zapatazo», como lo llama el Gato al agua de Intereconomía, o el «tijeretazo», como lo denominan otros, que el nefasto ZP ha dado al cheque bebé –suprimido del todo-, al sueldo de los funcionarios y a las pensiones, aparte de las subidas de impuestos en cascada que se nos vienen encima a los currantes y demás tropa del común, por la incompetencia y el despilfarro sectario de este tío, que tendría que estar enjaulado por el daño económico y moral que ha causado –y lo sigue haciendo- a este desdichado país.
A mí, personalmente, aunque pensionista, no me importaría contribuir con la parte alícuota que pudiera corresponderme para evitar la bancarrota de España, por culpa de la incompetencia y maldad de unos gobernantes ineptos y malintencionados, que se guían únicamente por los planes infanticidas y laicistas de la secta a la que pertenecen, pero me subleva que nos impongan sacrificios a las víctimas de su malicia, mientras mantienen las dádivas y subvenciones a los parásitos de estómagos agradecidos que llenan su talego electoral.
Para ser creíble, el tipo este tendría que empezar por aplicar la guadaña a los ministerios inútiles: vicepresidencia tercera, ocupada por el que tal vez sea el subvencionador mayor del Reino; Sanidad, cuyas competencias están transferidas a las autonomías (otros que tal bailan); Cultura, que no tiene otra función real que untar a los titiriteros y compañía de la ceja; Vivienda, el ministerio azul creado por el arquitecto bilbaíno y ministro franquista, José Luis de Arrese –y en esas estamos-; Ciencia e Innovación, incluido el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, verdadera madriguera de supuestos investigadores con buenos sueldos que acaso alguno investigue algo, y, dentro de la lista ministerial, el ministerio más dañino de todos, el de Igual-dá, dedicado a promover el exterminio de infantes en agraz. Ministerios regidos la mayoría de ellos por ministras florero o de cuota, cuya capacidad está por demostrar, como los tal cual ministros machos o así.
Un gobierno de la nación que no pone firmes a las autonomías ni al despilfarro de los reyezuelos de taifas que las gobiernan como cortijos privados, carece de autoridad moral para pedir sacrificios -¿todavía más?- a la fiel infantería. Podríamos seguir con la legión de manirrotos, que exigen una poda tan a fondo que sólo deje el tronco pelado. Poda inmisericorde de faraones locales, como el preboste madrileño, que le cortan las alas o acabará dejando endeudados a los «gatos» hasta los tataranietos de sus tataranietos.
¿Y qué decir del enjambre de zánganos que anidan en la legión de ONGs amorradas a las ubres del Estado, chupando del bote a destajo? Eso sí, no son gubernamentales. Eso también, no sueltan la teta estatal ni a cañonazos. ¿Y los sindicaleros? Menudo «morro» tienen los angelitos. Un morro que se lo pisan. No dan un palo al agua, se arrogan la representación política de unos sindicatos sin afiliados y llenan el pesebre hasta reventar con las subvenciones del capataz de la finca. ¿A esos no les toca apretarse el cinturón? Valientes triperos. Encima quieren montar el numerito de una huelga general ¿revolucionaria?, como aquellas que anunciaba una semana sí y otra también, la «Pirenaica», tan pirenaica que trasmitía desde Praga, o sea, Radio España Independiente, tan independiente que dependía enteramente de la KOMINTERN. Es de esperar que esta huelga con la que amenazan los cínicos de Méndez y Toxo para defender su pesebre, tenga el mismo éxito que las promovidas por los del puñete en tiempos fenecidos. Que me acuerdo yo muy bien, querido Marcelino, porque a veces me sumaba a los tontos útiles que te seguían. Por cierto, el otro día me trajo noticias tuyas el amigo común Ceferino Maeztú. Qué cabrones han sido contigo tus compañeros de ruta, ahora espléndidamente instalados en la dolce vita presupuestaria. Igualito que en los tiempos de Pepe Solís, la «sonrisa del Régimen». Lo recuerdas, ¿verdad?. Y el proceso del TOP 1001, en el que te empapelaron junto a otros viejos colegas: el mismo Ceferino, Pepe Hernando, el jesuita comunista Paco García Salve –que acabó secularizado, como la generalidad de los curas obreros-, etc. Y ahora que mandan los tuyos –los míos, que ya no sé quienes son, no han mandado nunca, porque yo soy aún más infeliz que tú- te han tirado al «punto limpio» como un trasto viejo.
En fin, lo de siempre: los «pringaos» a pagar los platos rotos, y quienes destrozan la vajilla a darse la vida padre con la tarjeta Visa oro a cargo del presupuesto, entre otras sustanciosas canonjías. ¡Qué país, Miquelarena, que decía don Pedro Mourlan Michelena, de ABC!