El día de San Pedro siempre me trae grandes recuerdos. Era el santo de mi padre y desde pequeños siempre lo celebrábamos, ya de vacaciones, en un pueblecito de la cornisa cantábrica. Para mí es sinónimo de alegría y disfrute, prados y mar, familia y felicidad. Mi padre murió muy joven, pero tengo un hermano Pedro, un hijo Pedro y dos sobrinos Pedros. Todos ellos maravillosos -en mi familia este nombre imprime carácter-, así que el 29 de junio sigue siendo un día de celebración familiar grande.

Los nombres siempre han tenido significados importantes, en la tradición cristiana definen la misión de quien lo recibe, como en el caso de San Pedro, que deja de llamarse Simón (“Tú eres Pedro y sobre esta piedra [Cefas] edificaré mi iglesia”). En otras culturas describe la personalidad, algo que nos transmiten bien películas como Bailando con lobos que es el nombre que los indios dan al protagonista (Kevin Costner).

Por otra parte, las modas tienen mucho que ver con los nombres que se ponen a los hijos. Cada momento tiene sus gustos, no hay más que ver las listas de los Registros Civiles: las Dolores pierden posiciones en favor de Martinas y en los últimos tiempos han proliferado nombres medievales que casi no se usaban hace cincuenta años.

Tradicionalmente los nombres en España tenían que ver con la familia (padres, abuelos, padrinos) o con la festividad del día, porque la costumbre era celebrar el santo, no el cumpleaños. Ahora, sin embargo, los cumpleaños tienen mucha relevancia, mientras que el santo ha pasado un plano menor.

También hay quien elige nombres que no tengan vinculación con el santoral, sino que se relacionen con valores cívicos o sociales: son nombres-declaración de convicciones. A partir de la Revolución francesa, en los ambientes revolucionarios se empiezan a utilizar nombres como Libertad, Igualdad y Fraternidad. En los países que experimentan una evolución desde regímenes autoritarios hacia sistemas democráticos se observa una tendencia en determinados grupos sociales a dar nombres como Democracia o Constitución. Últimamente hay quien llama a sus hijos con las denominaciones de galaxias lejanas o islas exóticas, pero que a sus mascotas les ponen nombres de persona. Este es otro tipo de proclama.

Dentro de pocos días celebraremos la Virgen del Carmen, el nombre de mi abuela, de mi madre, de dos primas, el mío y el de una maravillosa nieta. En vida de mi abuela los nietos hacíamos ese día una función en su casa de verano. Las semanas previas ensayábamos juntos bajo la dirección de nuestra inolvidable tía Mimí. No soy capaz de describir la ilusión que teníamos los niños y el gozo que le producía a nuestra abuela. Solo puedo decir que estoy muy agradecida a lo que los nombres han significado y siguen significando en mi familia.