La crisis global sin precedentes del Covid-19 que estamos padeciendo se ha convertido en una pandemia de desolación y sufrimiento.
La pandemia de la desolación y el sufrimiento
Parece que nos encontramos, como señaló el Papa Francisco en su impresionante oración en la Plaza de San Pedro el pasado jueves 27 de marzo, en medio de una tormenta de la que los hombres no sabemos cómo salir. Desde que se extendió la pandemia “todo se ha oscurecido”, “densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades”, “llenando todo de un vacío desolador que paraliza todo a su paso”, y “nos encontramos asustados y perdidos”. “Como esos discípulos, que hablan con una única voz y angustia diciendo: “perecemos”, también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos”.
Es un diagnóstico no sólo del paisaje exterior de nuestro mundo, sino también de nuestro paisaje interior.
Marcelo Van, representante de nuestro tiempo marcado por el sufrimiento
Marcelo Van (1928-1959) es un joven que vivió, creció y murió en Vietnam, en el turbulento siglo XX, del que esta pandemia, con la inseguridad, la muerte y la desolación que está provocando, parece ser una parábola. ¡Cuántas vidas segadas por esta pandemia que estamos sufriendo! ¡Cuánta inseguridad y miedo ante un enemigo que puede golpearnos en cualquier momento! ¡Cuántos esfuerzos y esperanzas truncadas! ¡Cuánto sufrimiento, cuánta ansiedad y sentimiento de pérdida!
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Marcelo Van es un joven marcado desde niño por el sufrimiento de su familia, de su nación y de su tiempo. Su vida es representativa de los sufrimientos de muchos contemporáneos de su tiempo, pero también de los de los hombres y mujeres de hoy, herederos de los desajustes, conflictos, tensiones y sufrimientos de su generación, muchos de los cuales no se han resuelto todavía.
El siglo XX ha sido un tiempo marcado por el progreso tecnológico, por la aparición de los nacionalismos, por el deseo de liberarse de estructuras económicas injustas, por el falso anhelo de emanciparse de Dios y de toda ley moral heredada de las tradiciones religiosas; tiempo de grandes esperanzas humanas, muchas de las cuales se mostraron dolorosamente ilusorias, conduciendo a muchos pueblos a su autodestrucción en innumerables conflictos nacionales, guerras civiles y dos terribles guerras mundiales.
La existencia pascual de un profeta de nuestro tiempo
Su vida es una existencia dolorosa y llena de heridas, pero marcada maravillosamente también por una elección divina que lo escogió para conducirlo, a través de la experiencia del mal y del sufrimiento que padeció, a una felicidad y plenitud insospechadas.
Están en curso de publicación las obras completas de Marcelo Van. Hasta ahora han visto la luz su Autobiografía y sus Coloquios con Jesús, la Virgen y Santa Teresa de Lisieux, ambos textos escritos por orden de su director espiritual.
Su descubrimiento del amor de Dios por él y por todos los hombres, las revelaciones que el cielo le comunicó (descubriéndole el sentido del sufrimiento y de la fecundidad oculta en él), la aceptación de los males que tuvo que padecer y la ofrenda que hizo de su vida a Dios, no sólo le condujeron a una existencia pascual, por la que pudo vencer el poder del mal y de la muerte con la fuerza suprema del amor, sino que, de esta manera, nos abrió también a nosotros, herederos de ese tiempo, marcados con sus heridas y con las nuevas que nos infringe nuestro tiempo actual, el camino que nos conduce a superar el sufrimiento, a encontrar en el Amor Misericordioso de Dios el remedio de nuestras heridas y la fuente de una existencia maravillosamente fecunda, a hallar la tan deseada paz del corazón y a vivir seguros y serenos en medio de las profundas incertidumbres y convulsiones en las que vivimos.
¿Por qué su vida es rescatada del olvido precisamente en este momento?
Nos preguntamos por qué su vida sale a la luz precisamente ahora, en lugar de quedar sepultada en la historia para siempre, como tantas otras vidas contemporáneas a la suya.
¿Por qué de los casi cuatro millones de muertos que provocó el comunismo en Vietnam, sin contar desplazados y desaparecidos, ha llegado hasta nosotros el relato de la historia y del sacrificio de este joven religioso que vivió una vida completamente oculta y cuyo secreto estuvo escondido hasta después de su muerte, incluso para sus hermanos religiosos que convivieron con él?
Una hermana de Marcelo Van, junto con el postulador de su causa de beatificación, han mostrado en un libro, Dos vidas. Un mensaje, las coincidencias entre el mensaje espiritual del joven religioso redentorista y el del cardenal Van Thuan, también víctima del régimen comunista vietnamita.
¿Por qué el cielo nos lo entrega precisamente en esta hora, al comienzo del Tercer Milenio, marcado por tantos y tan terribles sufrimientos y situaciones dramáticas que nos amenazan y golpean?
Van nos ha sido dado por el cielo, como un guía experimentado en los caminos de la vida, alguien que se ha adelantado a nosotros y nos ha abierto un camino en estos tiempos de incertidumbre, confusión, miedo y dolor, para que también nosotros podamos vivir una vida plena, llena de sentido y fecunda, en medio de todas las vicisitudes que estamos afrontando y que en un futuro inmediato el mundo tendrá que afrontar.