La archidiócesis de Barcelona ha realizado una jornada de formación sobre la "cultura vocacional". En ella han participado sacerdotes jóvenes de las más recientes promociones, así como aquellos que acompañan grupos de pastoral juvenil. Todo surgió a partir de la preocupación del cardenal Juan José Omella sobre las vocaciones al sacerdocio y de las diversas iniciativas organizadas por la delegación de pastoral vocacional. Ofrecemos una síntesis de los 12 obstáculos vocacionales y de los remedios para una crisis sacerdotal desarrollados durante el encuentro.
1. La humanidad divina de Cristo es una evasión de la realidad.
Como consecuencia, consideramos que todo lo que no sea encontrar a Dios en las necesidades humanas es perder el tiempo.
En cambio, si Cristo es el mismo ayer y hoy además de ser el principio y fin de la misión de sus instrumentos... ¡tendremos vocaciones sacerdotales!
2. La liturgia es incomprensible.
Como consecuencia, lo primordial será la comunidad reunida que sigue a Jesús, que vive según su estilo de vida y que practica una solidaridad humana.
En cambio, si la liturgia verdadera eleva la vida, la redime y nos confraterniza en las causas humanas más nobles... ¡tendremos vocaciones sacerdotales!
3. Rezar a Dios diciéndole lo que ha de hacer.
Como consecuencia, lo que disgusta, agrada o espera Dios importa poco porque la oración es tan solo el vehículo de nuestros sentimientos y necesidades.
En cambio, si unimos nuestra voluntad a la de Cristo como actitud esencial a toda oración... ¡tendremos vocaciones sacerdotales!
4. La celebración de los Sacramentos ya no es un cielo abierto.
Como consecuencia, Cristo viene a nosotros y, en lugar de acogerlo, nos celebramos a nosotros mismos.
En cambio, si permanecemos unidos a Cristo Cabeza y, en la celebración de la Iglesia, nos reconocemos como miembros de su Cuerpo... ¡tendremos vocaciones sacerdotales!
5. Utilizar la Sagrada Escritura como comodín de nuestras palabras.
Como consecuencia, acabamos creyendo que hay que completar el lenguaje incompleto de Dios para que sea atractivo y eficaz.
En cambio, si la Palabra de Dios, que resuena en la predicación de la Iglesia, es recibida con fe, descanso del alma y conversión de vida... ¡tendremos vocaciones sacerdotales!
6. Una comprensión insuficiente del depósito de la fe.
Como consecuencia, la entrega pastoral del sacerdote se fundamenta sobre unos cimientos teológicos discutibles y unos argumentos discutidos que pueden acabar en parálisis espiritual.
En cambio, si la misión apostólica contiene la única Verdad que salva y merece ser custodiada hasta el martirio... ¡tendremos vocaciones sacerdotales!
7. Crear refugios de fidelidad meramente individual.
Como consecuencia, unos fabrican alternativas al llamado "inmovilismo formal" y otros reconstruyen nostalgias ante lo que juzgan como "infidelidad a las formas".
En cambio, si la Iglesia es la comunión formada por la Sangre preciosa de Cristo y únicamente ella es la garante de nuestra fidelidad... ¡tendremos vocaciones sacerdotales!
8. Renunciar a una enseñanza propiamente catequética.
Como consecuencia, al dudar de su capacidad razonable de iniciar y sostener en la fe, la instrucción se basa en reflexiones evangelizadoras o vivencias más emocionales.
En cambio, si la transmisión de la fe verdadera es la pasión de los pastores y el compromiso de los laicos... ¡tendremos vocaciones sacerdotales!
9. Pensar y actuar como si fuéramos una ONG.
Como consecuencia, se imponen los respetos humanos hasta disimular la raíz cristiana de nuestras obras.
En cambio, si el compromiso cristiano conserva su origen divino e irradia a todos la verdadera humanidad en sus frutos... ¡tendremos vocaciones sacerdotales!
10. Encerrarnos en el pequeño círculo de los hermanos en la fe.
Como consecuencia, nuestra compasión es de corta distancia y se alimenta de lo que íntimamente nos conmueve.
En cambio, si nuestra mirada se extiende a los que todavía no forman parte del rebaño y andamos deseosos de que muchos descubran el amor de Dios... ¡tendremos vocaciones sacerdotales!
11. Preferir la inestabilidad a la identidad.
Como consecuencia, repensar continuamente lo que es ser sacerdote no suscita decisiones heroicas ni ofrece las condiciones favorables para un discernimiento sereno y un acompañamiento seguro.
En cambio, si decimos con claridad quiénes somos por voluntad de Cristo y que es lo que quiere la Iglesia de sus ministros... ¡tendremos vocaciones sacerdotales!
12. Formar sin una forma idónea.
Como consecuencia, sin la "forma" de un mismo espíritu, lenguaje y perfil en la formación, pueden coexistir modelos contrapuestos de sacerdocio y de sacerdotes para confusión de los llamados.
En cambio, si somos fieles a lo que la Iglesia ha recibido del Señor sobre el sacerdocio ministerial como válido para todo tiempo y lugar... ¡tendremos vocaciones sacerdotales!
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Además de nuestra oración para que muchos jóvenes se abran a la voluntad de Cristo, hay que sobrepasar estos 12 obstáculos. Es el momento de dejarnos de autojustificaciones e interrogarnos por lo que no hemos hecho bien. Para dar un nuevo impulso a la cultura vocacional, ya el Congreso Europeo sobre las vocaciones del año 1997 advertía: "Es tiempo, por fin, de que se pase decididamente de la «patología del cansancio» y de la resignación, que se justifica atribuyendo a la actual generación juvenil la causa única de la crisis vocacional, al valor de hacerse los interrogantes oportunos y ver los eventuales errores y fallos a fin de llegar a un ardiente nuevo impulso creativo de testimonio" (n. 13).
Vivamos, pues, esperanzados porque Cristo es la medida de todos los tiempos. ¡Que Él mismo nos alegre el corazón en cada una de las nuevas vocaciones al sacerdocio!
Pere Montagut es director espiritual del Seminario Conciliar de Barcelona.