Los hogares españoles con una persona soltera y sus hijos han crecido un 31% desde 2013. Según el sondeo de las clínicas Ginefiv, seis de cada diez mujeres que quieren ser madres están dispuestas a serlo en solitario.
No es maternidad en solitario. Es un hijo sin padre. Un hijo no es un derecho ni dar vida es un capricho. Ser padres es el acto de amor más profundo. La tensión espiritual. El compromiso familiar. Tu última medida. Ser padre es poner a mi hija en el centro de mi vida, pero hoy los padres el centro son ellos y hacen y deshacen según su ocio. Ellos son lo que importa y el hijo es un mueble o una mascota. Y encima presumen: "Hemos colocado a los niños, por fin tenemos un fin de semana tranquilo".
En esto se basa nuestra sociedad y así llegan los divorcios y los niños desatendidos en su confusión y angustia. Psicólogos que construyen castillos en el aire, falta de autoestima que te hace vulnerable al bullying. Y las bandas callejeras y los tatuajes y toda clase de pastillas. Cuando tu padre no está llenas el vacío con material de derribo.
El secreto mejor guardado de España es que los padres no quieren a sus hijos. Dicen que los quieren, pero no son el centro de sus vidas. Dicen que no es pedagógico que vivas para ellos y los caricaturizan como tiranos que exigen todo a cualquier hora. Poner a tu hijo en el centro no es comprarle todo ni consentirlo ni convertirte en su paje. Poner a tu hijo en el centro es entender que tú tienes deberes y el de los derechos es él. Tú no tienes derecho a enamorarte y a "rehacer tu vida", tienes el deber de proteger su estructura fundamental que es la familia. Tu "tiempo para ti" es el que dedicas a tus hijos: y es tu deber poético, moral, trascendente darte cuenta de que ellos y tu trabajo son tu única realización seria. Luego tenemos amigos, restaurantes, los cines. Pero somos lo que protegemos: la esposa, el hijo y el sustento son tu única frontera decisiva.
Las madres en solitario que dicen serlo por liberación, independencia o haber superado viejos complejos son las que dentro de unos años explicarán el drama de que la maternidad las ha vaciado como mujeres porque no les deja espacio para realizarse ni para disfrutar de sus aficiones. Escribirán un libro sobre el asunto. El único drama es que su hijo no estaba en el centro y cuando el hijo no está en el centro empiezan los experimentos, los terapeutas en la bruma, la ingeniería social. Y sobre todo y muy honda, la soledad.
Condenar a tu hijo a la intemperie deliberada de no tener padre por tu 'elección' de ser madre en solitario no es un acto de amor. Si todavía crees que tienes derechos, no tengas prisa por ser padre. Si aún necesitas realizarte, hazlo antes de pensar en la maternidad. Si no has entendido que un hijo necesita crecer en una familia entera, fuerte y unida es que no estás preparada para este amor total en el que no morirte por no dejarlo solo es el único y gran valor que en verdad tiene tu vida.
Publicado en ABC.