La comunicación es el pilar fundamental sobre el cual se construyen las relaciones humanas, y en particular, las relaciones entre novios y cónyuges. A través del diálogo, las parejas no solo expresan sus pensamientos, emociones y preocupaciones, sino que también forjan lazos más profundos y comprenden mejor las necesidades y expectativas del otro. En la vida de un matrimonio, la palabra se convierte en un vehículo de amor, respeto, confianza y complicidad. Este acto de comunicarse va más allá de un simple intercambio de información, es un arte que, cuando se cultiva con cuidado, fortalece la intimidad y la conexión emocional.
El libro de Andrea Mardegan José y María. Nuestra historia de amor (2023), una novela muy fundada sobre lo evangelios, atiende este reto. La comunicación entre los protagonistas, San José y la Virgen, se despliega en toda su magnitud, revelando la profundidad y la espiritualidad de su relación. A través de sus diálogos, José y María no solo comparten sus experiencias y reflexiones, sino que también construyen un espacio de amor mutuo, comprensión y apoyo. Estos diálogos, caracterizados por su frecuencia, respeto, confianza y ternura, se convierten en el alma de su relación, mostrando el poder transformador de la palabra en el contexto de una pareja que, aunque excepcional, refleja aspectos universales de la vida en común.
¿Qué ingredientes necesitarán las parejas de hoy en día para salir adelante en el entorno actual? Centrémonos en dos básicos: amor y palabra. El amor es la esencia de la acción humana, lo que mueve al ser humano, la palabra es, entre otros, el medio para expresarlo, porque es la palabra la que se transforma en hechos y estos hechos hacen el amor realidad.
El relato de José y María resuena como un testimonio de amor, fe y compromiso. Andrea Mardegan, en su obra José y María. Nuestra historia de amor, captura este vínculo sagrado a través de diálogos que no solo narran una historia, sino que revelan profundas reflexiones y emociones entre los protagonistas.
Andrea Mardegan, 'José y María. Nuestra historia de amor' (San Pablo), con ilustraciones de Anna Maria Trevisan.
En el libro de Mardegan, los diálogos entre José y María son abundantes y significativos. Se presentan como conversaciones íntimas que reflejan la cotidianidad y la trascendencia de su relación. Desde recordar momentos especiales hasta enfrentar decisiones difíciles, cada palabra compartida entre ellos revela un profundo respeto y amor mutuo. Veamos algunos ejemplos que nos ayudarán a comprender mejor la importancia del uso de “palabras de amor en nuestro día a día”
Diálogos respetuosos
El respeto entre José y María es palpable en cada interacción. José se preocupa por la seguridad de María en sus viajes y respeta sus decisiones guiadas por la fe. María, a su vez, valora la libertad de José y su capacidad para comprender sus propias experiencias espirituales sin imposiciones.
(José) “No eran momentos para dudar. Desperté a María. Ella comprendió inmediatamente, con solo mirarme. Tomó al niño y lo apretó contra su seno. Le expliqué todo y me dijo: «¡Vamos!». Respondí: «¿Te fías realmente de mí?». «Sin duda, amor. ¡Vamos!»” (pág. 99).
Diálogos llenos de confianza que generan soluciones
La confianza es el cimiento de su relación. José confía en María incluso en los momentos más difíciles, como durante el nacimiento de Jesús y la huida a Egipto. María, por su parte, encuentra en José un apoyo constante y una fuente de fortaleza espiritual.
Juntos, enfrentan problemas y toman decisiones importantes. Desde decidir el momento de partir hacia Belén hasta interpretar los eventos a la luz de las Escrituras, su colaboración y diálogo son ejemplos de unidad y discernimiento.
(José): “María y yo nos dimos cuenta de que su gravidez era para nosotros una gran ayuda, precisamente para ocultar nuestro propósito de virginidad” (pág. 61).
“¿Vamos enseguida o después del nacimiento del niño? María optó por la primera hipótesis. El viaje con el recién nacido sería complicado tanto para la madre como para el niño. Tenía miedo. Hablamos de ello largo rato. Sopesábamos juntos los pros y contras. ¡Qué fácil era decidir con ella! Integraba mis pensamientos. Me preguntaba. Escuchaba. Reflexionaba. Objetaba. Argumentaba. Se iluminaba. Sonreía. Callaba. Se concentraba seria. Tratamos de comprender si Dios nos había dado alguna indicación o si nos la querría dar” (pág. 70).
Diálogos para compartir inquietudes personales
Ambos comparten abiertamente sus reflexiones, se escuchan y respetan. Estas conversaciones no solo fortalecen su fe individual, sino que también refuerzan su unión como pareja.
(María) “Se acercó. Estaba emocionado. Miraba mis ojos y mi vientre. Me dijo: «María, no veo la hora de llevarte conmigo, junto con el niño que has concebido y que viene del Espíritu Santo. Adelantemos el tiempo del matrimonio. Tú esperas un hijo: ya no tiene sentido esperar para conocernos mejor. Así podremos vivir finalmente juntos. He dudado poderlo hacer precisamente porque el niño viene de Dios. He pasado la noche rezando. Había pensado dejarte en secreto porque no podía aguantar la idea de quitarle a Dios lo que es suyo. Esto me hacía sufrir inmensamente, pero no encontraba otra salida. Perdóname. Después el ángel también vino a mí. Esta noche, en sueños, me ha dicho que no tema»” (pág. 58).
Diálogos que enfrentan problemas sin juzgar
Incluso en los momentos difíciles, José y María buscan soluciones sin culparse mutuamente. Su diálogo constructivo y pacífico demuestra su profunda comprensión mutua y su compromiso con su amor.
(José) “Ella, como siempre, se daba cuenta. Me leía la cara e intuía mi corazón. Aquel día estaba solo, sentado a la mesa. Ella se acercó y yo entonces le dije: «María, no puedo acercarme a este misterio...». Permaneció en silencio unos momentos, mirándome. Después me sonrió y me dijo: «Solo quiero estar contigo»” (pág. 117).
Diálogos sin palabras
A veces, las palabras no son necesarias entre ellos. La comunicación se realiza a través de gestos y miradas que transmiten amor, apoyo y complicidad en su misión común.
(José) “En el viaje, siempre con un solo borriquillo, nos sonreíamos, cómplices y felices. Y el niño, en brazos de ella o míos, expresaba con su serenidad dichosa el amor que vence al temor” (pág. 84).
“Contemplaba a María, y ella me miraba. La miraba, mujer de la escucha, cerca de la cuna de Jesús, que yo había hecho con mis manos” (pág. 89).
Diálogos de consuelo mutuo que les aportan paz y seguridad
En los momentos de incertidumbre y peligro, José y María encuentran consuelo el uno en el otro, recordándose mutuamente la importancia de confiar en Dios y en su plan para sus vidas y para la historia.
(José) “Antes de dormirnos muy juntos para calentarnos y protegernos nos susurrábamos: «¿Recuerdas la noche de Belén? Apareció la gruta. Llegaron los ángeles y los pastores. Esperemos que ocurra algo parecido también esta noche, segunda noche después del segundo día sin él y sin saber nada de él. ¿Qué le habrá sucedido? ¡Un muchacho de oro, un tesoro infinito como él! ¿Le habrán llegado los días, esperemos que no, de ofrecerse al Padre por nosotros? ¿Habrá querido alejarse de nosotros para no hacernos sufrir?»” (pág. 136).
Conclusión
José y María: Nuestra historia de amor de Andrea Mardegan ofrece una ventana al vínculo excepcional entre José y María, destacando cómo su amor, respeto y fe mutuos fueron fundamentales para mantener la pareja unida y salir adelante en la vida.
A través de diálogos ricos y conmovedores, el libro no solo narra una historia de fe, sino que también inspira y fortalece la comprensión del amor en la pareja a través del uso de la palabra y nos muestra como dicha palabra se transforma en los hechos que la consolidan.