Hace algunos años se puso de moda apelar a la movilización de la sociedad civil. En una España acostumbrada desde hace siglos a esperar del Estado la solución de los problemas más nimios -hasta el punto de que sólo aquí se produce la abusiva identificación entre nación y estado que tanto difumina a la primera-, aquello sonaba a cosa anglosajona, más a sillón de club que a banderín de enganche, que es lo que un español asocia con la palabra movilización. En lo que uno recuerda, los deseos de moverse eran pocos, sobre todo cuando se adivinaba que había que empezar por abrirse moderadamente de capa en temas de bolsillo.
Tal vez hayan cambiado los tiempos junto con los vientos porque esta vez parece que sí, que algo se mueve en esa sociedad civil con todavía tan escasa fe en sí misma. Y un síntoma puede haber sido la puesta de largo de NEOS (acrónimo de los puntos cardinales en orden pronunciable) el pasado 26 de noviembre en Madrid y ante cerca de un millar de personas convocadas por lo que se presenta como una "alternativa cultural que pretende aunar esfuerzos y sumar a personas e instituciones para lograr una regeneración moral y política de España". Una cosa así sólo puede surgir del ámbito de esa derecha social que parece por fin despertar, y a nadie puede sorprender que su impulsor haya sido el infatigable Jaime Mayor Oreja, junto con las planas mayores de la fundaciones Villacisneros, Valores y Sociedad y Ángel Herrera Oria, más el soporte de un buen número de universidades católicas.
Entre los objetivos inmediatos de NEOS, con un inusual fundamento intelectual que se puso de manifiesto a lo largo de todo el acto, aparecen la defensa de la Corona, el impulso de una estrategia de valoración de la nación más allá de la referencia constitucional y contra las tendencias secesionistas y la autodeterminación, la colaboración con las asociaciones defensoras de la lengua española, la protección de la libertad religiosa, la crítica a la Ley de Memoria Democrática, el estudio de la probable inconstitucionalidad de la Ley de Eutanasia, el lanzamiento de una iniciativa legislativa popular por un plan integral de cuidados paliativos o la constitución de la Asamblea por la Vida en pro de la dignidad y la libertad de la familia. Mucho parece, pero es que cualquier alternativa al actual estado de cosas debiera fundarse sobre la respuesta previa desde el campo de la cultura y las ideas.
Publicado en Diario de Sevilla.