La tradición de celebrar el mes de Mayo como el mes de la Virgen Madre de Dios tiene dos siglos y coincide con el final del invierno. El "triunfo de la vida" que simboliza la primavera es uno de los motivos por los que se sitúa en mayo el mes de la Virgen, la Madre de la Vida, la Madre de Jesús, nuestro único Salvador. Es también un homenaje y una acción de gracias hacia quien es Nuestra Madre.
En el mes de mayo florece la tierra, todo se se llena de flores. La naturaleza anuncia el comienzo de un nuevo crecimiento. La primavera y el mes de mayo presentan una naturaleza verde, en flor. Ese reflejo de la belleza de la naturaleza también hablan de María, la Madre de Dios, de su belleza y de su virtud.
Queremos hacer presente en este artículo que existe una aparición muy interesante y a veces poco conocida. Sucedió en Guanare (Estado Portuguesa, Venezuela). Allí la Virgen, presentando al Niño Jesús a quien tiene entre sus brazos, se le apareció al cacique de la tribu de los indios cospes llamados Coromoto, a su esposa e hijos y le pidió: "Vayan donde los blancos y pidan que les echen agua en la cabeza para que puedan ir al cielo". El cacique, embelesado con la belleza de la Señora y el Niño, de inmediato le aceptó la proposición.
Los indios decían: “Es la Bella Señora que se le apareció al cacique Coromoto”, y así la empezaron a conocer como la Virgen de Coromoto. Lo interesante es que prácticamente todas las apariciones de la Virgen en el mundo llevan el nombre del lugar geográfico donde ha aparecido. En este caso lleva el nombre de quien la vio y ella ha aceptado que desde 1651 hasta el día de hoy la sigan llamado Coromoto. La palabra Coromoto es una palabra indígena que significa "quien detiene la tormenta".
Cuando la Virgen les dijo "vayan donde los blancos" les estaba diciendo que fueran donde los españoles y portugueses que estaban en la región, quienes por demás todos eran bautizados católicos.
Un tiempo después, cuando los indios habían estado entre los españoles aprendiendo acerca de la religión, el sacerdote capuchino encargado les propuso que el 8 de septiembre, como la Iglesia universal celebraba el día del nacimiento de la Virgen, era un día muy adecuado para que se echaran agua en la cabeza. Es decir, después de una preparación de alrededor de un año, se podían bautizar.
El cacique Coromoto se negó. Estaba bravo porque tenía muchos deseos de regresar a su tierra y ese día 8 de septiembre desde temprano en la mañana salió hacia la selva. Mientras tanto, todos se bautizaron y festejaron.
Coromoto regresó en la noche cansado y muy molesto. Se acostó en su cama y de repente vio una luz brillante en la puerta. Era la Bella Señora con el Niño Jesús en los brazos. El cacique le gritó para que se fuera y trató de atraparla para eliminarla. De repente, su esposa, su cuñada y un sobrino que estaban allí, vieron que el cacique tenía la mano completamente iluminada y él gritaba: “¡La tengo, la tengo!" Al abrir la mano vio que tenía una imagen de la Bella Señora con el Niño. Era tan real y tan viva que amenazó con quemarla al día siguiente. Luego la envolvió en una hoja de plátano y se acostó a dormir.
Nuestra Señora de Coromoto apareció a todo color con el Niño Jesús en actitud de bendecir y con el mundo en sus manos. En la actualidad solo tiene color rojo el traje del Niño y el resto está sin color. En esta imagen de tamaño de 2,5x2,00 cm se observan muchos símbolos que se están estudiando desde 2017.
Esta aparición y a la vez manifestación es la que existe al día de hoy y se le han practicado, a lo largo del tiempo, una serie de estudios. Las investigaciones más recientes que provienen del año 2017 al presente señalan como esta diminuta imagen del tamaño de una huella dactilar ha ido cambiando sola de acuerdo a los acontecimientois históricos de Venezuela.
La Virgen de Coromoto, la que detiene la tormenta, está viva y presente en Venezuela y llama a acercarnos a su Hijo Jesús nuestro Salvador porque Él es Dios y ¡con Dios siempre ganamos!