Entendemos por civilización occidental la cultura que resulta de la unión de la filosofía griega, el derecho romano y la religión judeo-cristiana. Esta cultura es la cima de la civilización y su corazón son las humanidades.
Con la aparición de las primeras Polis y escritos griegos (IX y VIII a.C.), se inicia un proceso cultural que transforma la vida de los helenos y que, sin solución de continuidad, se prolonga hasta hoy, a través de Roma, la Europa Medieval, la Europa Moderna y Contemporánea, y su expansión en América. Esta civilización o cultura occidental se caracteriza por continuar la obra de la Antigüedad clásica: la filosofía, las ciencias experimentales, la lengua romance, las bellas artes, el teatro, la poesía, el derecho, la democracia, la organización social, la religión o el atletismo.
Los griegos supieron crear una cultura original, con elementos de validez universal, que se expandió con Alejandro Magno a gran parte del mundo antiguo (helenismo). Posteriormente, Roma asimilará dicha cultura y, tras aportarle su propio sello, la difundirá definitivamente por el continente europeo: la cultura grecolatina o grecorromana. El mundo grecolatino recibirá un influjo exterior muy importante: la predicación de Jesús de Nazaret, que la asumió en tal modo que dio lugar a una nueva religión de carácter occidental, el cristianismo.
Por eso, se puede considerar que los dos pilares de la cultura occidental son la cultura grecolatina y el cristianismo. Unamuno llegó a afirmar que el catolicismo no era más que "filosofía griega y derecho romano". Éste tendrá gran importancia en la Edad Media como conservador y transmisor de la cultura grecorromana y, además, modulará dicha cultura hasta nuestros días.
Con las invasiones bárbaras (siglo V y VI d.C.), el imperio romano de Occidente colapsó y con él se hundió la sociedad civilizada, la economía, el sistema educativo, la vida urbana. La Iglesia católico-romana se convirtió en vehículo de transmisión del saber humanístico, la ciencia, la tecnología y las costumbres civilizadas, en medio de esta "catástrofe civilizatoria". De hecho, la Iglesia se llama "católica" por ser heredera de Grecia y "romana" por ser religión del imperio universal. Occidente tiene con ella una deuda impagable por la conservación de la civilización durante este período de barbarie.
En época moderna fue el Imperio español de la Monarquía Hispánica quien transmitió la civilización greco-romana al mundo entero. El Imperio hispano fue el primer imperio civilizador verdaderamente católico ("universal") pues abarcó el planeta bajo un imperio "donde no se ponía el sol". España se construyó históricamente en su lucha contra el islam en una guerra de siete siglos para recubrir los territorios peninsulares controlados por la Umma (el estado musulmán universal). El islam no es sino la última invasión bárbara que el imperio romano no pudo romanizar, por su esencia anti-católica, y aniquiló Bizancio.
El imperio español asumió el proyecto de Cristóbal Colón de circunnavegar el globo para "coger por la espalda" al islam y derrotarlo. En esta campaña militar estaba incorporada toda la ciencia griega de la teoría de la esfera de Eratóstenes, el mapamundi de Hecateo y el viejo proyecto de derrotar a Persia llegando hasta oriente por occidente. Esta primera vuelta al mundo se interrumpió a causa del descubrimiento del continente americano. Entonces el proyecto se abandonó para optar por el ataque frontal contra el Imperio Otomano, originando la Liga Santa que derrotó a los turcos en Lepanto. Habría que aguardar a Magallanes y Elcano para que la gesta se completara abarcando la esfera terrestre bajo el dominio del primer imperio universal ("católico").
En América el Imperio hispano encontró un continente sumido en la barbarie y emprendió la mayor empresa de civilización de la historia, culminando así el ideal civilizador heredado de Grecia y Roma. Frente a los imperios depredadores protestantes y anglosajones, el Imperio hispano fue un imperio generador de civilización que nos legó la cultura greco-romana a través de la primera cultura católica.
El imperio español originó la cultura católica hispana, donde católico expresa la pertenencia a la cultura grecorromana. Los Reyes Católicos eran católicos no por ir a misa los domingos sino por regir un imperio político universal ("katholikós"). De modo que uno es "católico" no sólo por razones religiosas, sino también por razones sociológicas o culturales, por pertenecer a una cultura cuyo fundamento es la civilización grecorromana, informada por el cristianismo, en cuestiones ontológicas, geopolíticas, éticas, científicas, estéticas y filosóficas. Esta "cultura católica" o "cultura hispana" es incompatible con otras culturas y plataformas políticas.
El catolicismo, como producto cultural, tiene una serie de postulados importantes frente a otras plataformas culturales. Contra la cultura angloprotestante: su objetivismo, la importancia de las instituciones frente a la subjetividad, la importancia de las obras, la importancia de la defensa del bien común frente al individualismo, el destino universal de los bienes frente a la defensa delirante de la propiedad que hacen los liberales, la prioridad del trabajo frente al capital, la importancia de la filosofía helenística y el derecho romano, el mestizaje racial, etc. La unidad básica de la sociedad católica es la familia extensa, a diferencia de la sociedad anglo-protestante que es el individuo. En la cultura católica los bienes económicos tienen un destino universal en función del bien común, lo cual es incompatible con la cultura capitalista de origen protestante para la cual la propiedad privada es absoluta.
En la cultura católica comemos cerdo, bebemos vino y tenemos perro en casa, instituciones heredadas de la cultura romana. Por tanto, no somos culturalmente musulmanes, para los que son impuros. De hecho, estas prohibiciones (harām) en la Sharía proceden de la lucha (yihad) del islam contra Bizancio: los perros molosos eran armas en el ejército romano, el cerdo alimento de las legiones y el vino materia para la eucaristía. Cuando el islam conquistaba un territorio del imperio bizantino (Dar al-Harb), destruía sus arsenales (criaderos de perros incluidos), rompía sus líneas de aprovisionamientos (la carne grasienta de cerdo necesaria para las legiones romanas, no para las razias mahometanas) y talaba las viñas para eliminar al enemigo interno, destruyendo la cultura cristiana en las zonas bajo su control (Dar al-Islam). La importancia de las imágenes plásticas y la representación artística del cuerpo en pintura y escultura, proceden del arte grecorromano. Pero sobre todo de la idea de persona individual corpórea, que nace en la cultura católica, yo que no existe ni en la cultura musulmana ni en la budista.
Como hispanos somos culturalmente católicos, lo cual es distinto a ser todos fieles de la Iglesia católica. Hablamos de un catolicismo cultural o sociológico, no de un catolicismo piadoso o confesional. Hasta el punto que puede haber católicos creyentes pero no practicantes, o más practicantes que creyentes, o al revés, o incluso puede haber "católicos agnósticos" o "católicos ateos". El ateísmo católico es una postura cultural, filosófica y social para clasificar a aquellos ateos que son cultural, social e históricamente católicos. La categoría fue propuesta y defendida por pensadores contemporáneos, tales como Charles Maurras, Pier Paolo Pasolini, Gianni Vattimo, Oriana Fallaci, George Santayana o Gustavo Bueno, que se consideran "ateos, pero católicos".
En términos generales, la discusión se da entre quienes identifican al catolicismo sólo con la creencia en el dogma de la Iglesia católica (los sacramentos, la fe en Dios, la Santísima Trinidad, etcétera) y quienes conciben al catolicismo también como un cúmulo de valores culturales: identidad, arte, costumbres, tradiciones, historia y política. Según estos, aquel que haya sido educado en países de tradición católica es considerado -crea o no en Dios- católico, y puede agruparse con los creyentes en los conflictos que crea oportuno, superando las barreras del anticlericalismo y la teocracia. Esto es consecuencia de la secularización de la teología política hispana, que originó el pensamiento público hispano, la culminación de la civilización occidental (Translatio studii de Roma a la escuela de traductores de Toledo, Escuela de Salamanca y Junta de Valladolid, la escolástica hispana, el Siglo de Oro, etc.).
A nosotros, católicos hispanos de cualquier tendencia, nos corresponde defender nuestra cultura frente a las culturas enemigas que pretenden su colonización, nuestro debilitamiento o, incluso, nuestro exterminio. Se trata de proteger la mejor cultura civilizada de la historia universal o la menos mala de todas, al parecer de cada cual. Hay que tomar partido y defenderse, tanto de los enemigos externos como de los internos. Plus ultra!