En España entraba en vigor la ley de Eutanasia el 25 de junio de 2021, y justo un día antes aparecía en El País, en titulares (como el que otorga “carta de naturaleza”) el dato de que el 87% de la población holandesa respaldaba la eutanasia veinte años después de su legalización. A modo de “apostilla”, el subtítulo justificaba ese apoyo abrumador de la ley de eutanasia holandesa alegando que “fue la primera del mundo y ha ido evolucionado con la sociedad”. Respaldo “democrático”, le faltaba apuntar a la redactora de la noticia…
También contaron con respaldo democrático las leyes nazis, luego habrá que concluir que democráticamente es posible institucionalizar la barbarie… La democracia, sin un Estado de Derecho que actúe de contrapeso para que se respeten, entre otros principios, la separación de poderes y los derechos y libertades fundamentales, estos últimos preconstitucionales por proceder de la ley natural, ya sabemos que también engendra personajes siniestros.
En lo que respecta a la eutanasia y el suicidio asistido, España forma ya parte del club de países, junto con Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Colombia, y Nueva Zelanda, que tienen el “dudoso honor” de liderar la promoción del “doctor muerte” en ambas modalidades.
Otra cosa es el valor que se otorga a los sondeos… Un estudio publicado en 2020 en The American Journal of Geriatric Psychiatry demuestra que las encuestas sobre aceptación de la eutanasia no son fiables, falta una información más completa y concreta en cada caso, disponer de más tiempo, etc. En España tenemos “el CIS de Tezanos”, y ya está todo dicho. También “el CIS de Tezanos” (de tanto mal uso prolongado, a ver quién despega al CIS de su sambenito en un “futurible”) actuó de “telonero” preparando el terreno para la elaboración de una ley de eutanasia en España. Y una vez promulgada la ley, según reza el preámbulo, se justifica con absoluto descaro que se “pretende dar una respuesta equilibrada y garantista a una demanda sostenida de la sociedad actual”.
Bien empleados estarían los calificativos “equilibrada y garantista” si se hubiera aprobado por fin, en España, una ley de cuidados paliativos, que con este gobierno todo apunta a que seguirá “durmiendo el sueño de los justos”. Y es que una particularidad que comparten los países que cuentan con una ley de eutanasia es su escasa atención a aplicar cuidados paliativos. Como ratifica la OCDE, con datos recientes de 2023, España se encuentra muy por debajo de la media europea. Otro hecho incomprensible es que las asignaturas de cuidados paliativos no sean obligatorias en todas las facultades de medicina, y sean excepción las que las imparten.
En 2019 España estuvo a punto de aprobar una ley estatal de cuidados paliativos. En febrero de dicho año, el Senado debatía la proposición de ley, aprobada meses antes en el Congreso; sin embargo, el adelanto electoral truncó el ‘sí’ definitivo. Luego, su aprobación se ha visto pospuesta a causa de la pandemia, y finalmente quedó eclipsada por el desarrollo apresurado (sin protocolo, ni comités de garantía) de la Ley de Eutanasia, aprobada en marzo de 2021, y en vigor desde junio de ese año. El gobierno socialista ha dejado claro que prioriza la eutanasia y el suicidio asistido como alternativa antes que el fomento de unos cuidados paliativos gratuitos y de calidad, cuando no se pueda hacer nada más por salvar la vida de la gente.
“El Gobierno de la gente”, eslogan propagandístico del gobierno de Pedro Sánchez, parece que ha hecho cuentas, priorizando lo más baratito para “botar” a la gente de esta vida, llegado el caso… Y no se trata sólo de cuidados paliativos. España, que lidera junto a Estados Unidos (somos los segundos ¡en el mundo!) en investigación en cáncer y ensayos clínicos, reclutando pacientes, está a la cola entre los países de su entorno en acceso a fármacos y terapias innovadoras una vez aprobadas, ocupando el puesto 16 en Europa. “El Gobierno de la gente” no costea la mitad de los medicamentos “vitales” aprobados en Europa, pero apuesta al liderazgo mundial en dar facilidades a la gente para que opte por quitarse de en medio.
La respuesta de nuestros médicos, a quienes se convoca necesariamente para ejecutar la eutanasia, no ha podido ser más tajante. A través del nuevo Código de Deontología Médica, se comprometen a defender la vida en cualquiera de sus estadios hasta el final (contra la eutanasia en el 38.4, y contra el aborto en el 61.1). Ha sido recientemente aprobado y presentado, ¡qué ironía!, en el Congreso de los Diputados, dejando en evidencia que ni la eutanasia ni el suicidio asistido son un asunto médico, ni ético.
Lo que se ajusta a la realidad y debería figurar en el preámbulo de la ley de eutanasia es “pretende dar una respuesta servil a una demanda ideológica del globalismo actual”.
En la misma línea ideológica, el Tribunal Constitucional ha rechazado, también recientemente, el recurso presentado por Vox contra la ley de eutanasia con el argumento de que la eutanasia es “la expresión de la autonomía personal”, y la eleva a la categoría de “derecho fundamental de autodeterminación respecto a la propia muerte en contexto eutanásico”. Esta frase tan pedantemente recargada supone, según los dos magistrados que votaron en contra, una extralimitación de la competencia del tribunal, pues en vez de limitarse a examinar si la opción legislativa es respetuosa con la Constitución, impone el modelo socialista como el “único constitucional posible”. Los nuevos magistrados progresistas se arrogan un derecho que no tienen, para crear un derecho fundamental que no existe, ni en la Constitución Española en su Título I, ni en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, referente de la Constitución, según su art.10. El recurso de Vox fue una enmienda a la totalidad, siendo el del PP más limitado, por lo que al desestimar el de Vox, de facto, desestima el del PP.
La actual ley española está prevista sólo para “personas (adultas) que padezcan una enfermedad grave e incurable con un sufrimiento físico o psíquico constante e intolerable”. Por ahora… La pendiente resbaladiza es una realidad en los países que llevan muchos años con la eutanasia, como Holanda y Bélgica, pero también en Canadá, que se sumó más recientemente. Lo último en Holanda es extender la eutanasia a niños menores de 12 años con enfermedades terminales y que sufran “dolores insoportables”, según anunció el gobierno holandés el 14 de abril de este año.
Michael Cook demuestra la realidad de la pendiente resbaladiza de la eutanasia con las declaraciones del “doctor muerte” Bert Keizer, geriatra que trabaja para Expertisecentrum Euthanasie en la NTGV (revista de la Asociación Médica Holandesa) el 25 de junio de 2020: “Después del cambio de siglo, sucedió lo que nuestros colegas británicos habían predicho años antes con una complacencia no disimulada: aquellos que se embarcan en la eutanasia se aventuran por una pendiente resbaladiza por la que se desliza irrevocablemente hacia la matanza aleatoria de personas enfermas indefensas... Con cada límite que nos ponemos, existe la posibilidad de cruzarlo... El aborto una vez no estaba permitido, luego casi nunca, luego hasta las 12 semanas y ahora incluso hasta las 20 semanas. Ese ‘incluso’ lo dice todo...
»Y así fue con la eutanasia. Cada vez que se trazaba una línea, también se la hacía retroceder. Empezamos con los enfermos terminales, pero también entre los enfermos crónicos resultó ser un sufrimiento insoportable y sin esperanza. Posteriormente, personas con demencia incipiente, pacientes psiquiátricos, personas con demencia avanzada, ancianos que lucharon con una acumulación de quejas de la vejez y finalmente ancianos que, aunque no padecen una enfermedad incapacitante o limitante, encuentran que su vida ya no tiene contenido. El desafortunado término ‘vida completa’ se utilizó para el problema del último grupo... [Se refiere a la 'píldora del suicidio', sometida a debate en 2020, y en 2021, pero actualmente los dos principales partidos gobernantes están pensando aprobarla para quienes lleguen a 75 años. Por ahora se trata en la ficción en una película japonesa, Plan 75.] Y mirando hacia el futuro, no hay razón para creer que este proceso se detendrá”.
(Esta visión hiela la sangre, pero no se esconde detrás del eufemismo, habitual en el aborto, como tampoco recurre en la eutanasia al “buenista” deber ético y de compasión.)