La autoridad política en el Nuevo Testamento.
Cuanto más anticatólico es un Gobierno, cuanto más favorece el crimen abominable del aborto, cuanto más intenta destruir la familia con leyes como la del divorcio exprés, o socavar los derechos de los padres en la educación de sus hijos, y aquí me refiero a la EPC, o nos mienten descaradamente en asuntos económicos, como ha sucedido con las pensiones, sus partidarios, que no creen en la Iglesia ni en su Magisterio, más nos recuerdan la obligación de los católicos de obedecer a Romanos 13,1-7 y de hacer caso por tanto a lo que dice el Nuevo Testamento sobre la autoridad política. Pero ¿qué dice exactamente sobre este tema el Nuevo Testamento?
Existe un documento reciente sobre esta cuestión escrito por un grupo mucho más competente y documentado que yo, nada menos que la Pontificia Comisión Bíblica, y este documento publicado en forma de librito titulado «Biblia y Moral», se encuentra en la colección Documentos de la BAC, Madrid 2009. Veamos qué nos enseña.
Los párrafos que más nos interesan dicen así: «Las teologías sobre las relaciones Iglesia/Estado, en la tradición, se basaron casi exclusivamente sobre Romanos 13,1-7 (cf. 1 Tim 2,1-2; Tit 3,1; 1 Pe 2,1317), e incluso gobiernos autocráticos reclamaban obediencia refiriéndose a este texto»... «Pero después de un siglo en el que regímenes totalitarios han devastado continentes y asesinado millones de personas, esta concepción de la relación con el Estado debe ser completada por el modo en el que el Apocalipsis describe el influjo demoníaco de un Estado que se pone en el lugar de Dios y pretende todo el poder para sí mismo. Tal Estado se orienta según valores y actitudes que están en contradicción con el Evangelio» (nº 118).
«El libro del Apocalipsis presenta dos grandes sistemas operantes en el mundo: el reino de Dios centrado en Jesús y en sus seguidores y el antirreino de Satanás, sistema difundido en todo el imperio romano. Los cristianos, por tanto, viven su compromiso por Jesús en medio a un sistema terrestre que es demoníaco, impregna todo y es contra Dios. Está concretado en la ciudad de Roma con el culto tributado al emperador y difundido en todo su vasto imperio. En cuanto el emperador representa a los dioses y pide ser adorado, utiliza el aparato estatal y el culto imperial para difundir su propaganda demoníaca, en contraste con Dios, en todo el imperio» (nº 116).
«Los comportamientos equivocados de hoy, que exigen una clara y decidida toma de postura, no se manifiestan como idolatría en cuanto veneración de imágenes o estatuas, sino como idolatrías de sí mismos, tanto si se trata de personas individuales, como de clases sociales o de estados. La libertad total del individuo, en cuanto posible, o bien el poder que todo lo abarca del Estado son considerados los valores supremos. Estas actitudes quedan descritas como secularismo, capitalismo, materialismo, consumismo, individualismo, hedonismo, totalitarismo etc. Común a estos –ismos es el hecho de que conciben la vida humana en un modo inmanentista, reducido al mundo actual, y, sofocando la trascendencia, prescinden de Dios, negándolo o descuidándolo, y no lo reconocen como origen de todo y como fin de todo. Tal olvido y descuido en relación a Dios es descubierta y hecha consciente»… «Si bien las sociedades democráticas occidentales tienen muchos elementos positivos en el campo cultural, económico y político, no carecen sin embargo de graves defectos. Alardeando del derecho a la libertad más total, las personas pretenden ejercitar un derecho al aborto, a la eutanasia, a la ilimitada experimentación genética, a las uniones homosexuales y se comportan como artífices independientes del propio ser. La avidez consumística, ampliamente difundida, demasiado a menudo sólo puede ser satisfecha mediante la explotación de las personas o pueblos más débiles. La búsqueda paroxística del beneficio, apoyada por la tecnología moderna, da origen a un abuso desenfrenado de los recursos naturales y a una opresión de otros, al menos indirecta. Mientras el mundo occidental continúa disfrutando de un alto nivel de vida, se mantiene esta prosperidad a costa de la pobreza de la mayor parte de la población mundial» (nº 117).
«Los cristianos están llamados a ser “sabios”, para poder leer los signos de los tiempos y poder criticar y desenmascarar la verdadera realidad de un estado que se hace siervo de lo demoníaco, y también de un estilo de vida lujoso a costa de otros. Están llamados a poner política, economía, comercio a la luz del evangelio y a examinar a esta luz los proyectos concretos para el funcionamiento de la sociedad. Porque los cristianos no pueden salir del tiempo en que viven, deben adquirir una identidad propia que los hace capaces de vivir su fe en paciente perseverancia y testimonio profético. Están también invitados a desarrollar modos de resistencia que los haga capaces de oponerse y de predicar el evangelio, enfrentando las potencias demoníacas que obran a través de las instituciones civiles (cf. Ef 6,10-20) e influyen sobre el mundo actual» (nº118).
El tema es de gran actualidad. Observad también que este documento, que parece escrito exclusivamente para España, es un documento para la Iglesia Universal, pues es un problema mundial. Ahora mismo acabo de recibir un e-mail de un sacerdote argentino, contándome que están con los mismos problemas que nosotros. Y es que la ofensiva laicista no se desarrolla sólo en nuestro país.