Soy padre de dos niños en edad escolar. Un chico y una chica. Algunos padres -los que no, es porque no lo han valorado suficientemente- observamos atónitos que, aprovechando la pandemia, se nos ha impuesto desde los colegios el uso de un entorno virtual ideado por Google u otras empresas del sector para la educación de nuestros hijos. En algunos colegios incluso se exige la compra obligatoria de dispositivos electrónicos específicos para cada alumno. Digo “se exige” y “obligatoria” porque, aunque siempre te intentan convencer de que eres libre para no hacerlo, si tu hijo no dispone del dispositivo, en breve se transforma en el paria de la clase -lo sé por experiencia-.
Quiero que vaya por delante que no soy contrario al desarrollo tecnológico, que trabajo todos los días con múltiples pantallas y con sistemas informáticos altamente sofisticados, innovando en abordajes médicos desarrollados tecnológicamente. Si no fuera así, en vez de publicar en este medio, estaría escribiendo sobre un pergamino con una pluma de ganso. Pero tengo la obligación moral de velar por mi familia y sus miembros, por su cuerpo, su mente y, sobre todo, por su alma. Por este motivo no estoy en absoluto de acuerdo con esta decisión tomada no sabemos muy bien por quien -quizás desde la nube-, respecto al uso de la informática, el entorno Google y la compra de los mencionados dispositivos electrónicos personales conectados a la red.
Dieciséis razones
Como esto no es un capricho o manía personal mía, paso a exponer algunas de las múltiples razones por las que estoy absoluta y radicalmente convencido de lo inadecuado de esta decisión:
1.- La lucha que mantenemos para que nuestros hijos no abusen de móviles, tabletas, ordenadores... es extrema, extenuante, titánica, con muchos disgustos y desencuentros familiares. No puede ser que el colegio nos quite argumentos y autoridad.
2.- Queremos ser nosotros, como padres, los que decidamos cuándo y de qué manera nuestros hijos podrán ir utilizando estos medios en nuestra casa, adecuándonos a su desarrollo personal, sin que nadie decida en la intimidad de nuestro hogar. Creemos que esto debe estar claro y cristalino.
3.- En nuestra casa todos los dispositivos de este tipo, incluida la televisión, tienen su clave de acceso que sólo los adultos conocemos. Estos dispositivos sólo se usan supervisados por un adulto. Al igual que los menores no conducen el coche, no usan el cuchillo jamonero, el taladro, o la motosierra, o no tienen acceso a los licores o al tabaco, tampoco tienen acceso libre a estos dispositivos por el momento.
4.- Nos parece muy bien y es un signo de progreso que en el recinto del colegio se disponga de estos medios como complemento a los tradicionales. Un video infográfico sobre un tema, un programa para aprender idiomas o matemáticas, o el adquirir ciertas destrezas informáticas es realmente útil. Esto es indudable. Pero esto no significa que cada alumno tenga que disponer de una cuenta y un dispositivo propios.
5.- Nadie ha demostrado que la educación con medios virtuales sea en ningún sentido mejor que con un buen profesor, un buen libro, lápiz y papel. Más bien al contrario. Estudios científicos no patrocinados por la industria y años de historia lo avalan. Nuestra propia experiencia personal de aprendizaje también.
6.- Países que antes tenían muy buenos resultados en el informe PISA, han empeorado significativamente desde que han implementado medios virtuales en su sistema educativo.
7.- Muchos de los trabajadores de Silicon Valley envían a sus hijos a colegios libres de pantallas porque saben que así están generando una élite de personas libres y no marionetas de los medios.
8.- El personal de Google y de otras empresas del sector han reconocido directa o indirectamente que sus productos dedicados a la educación y al ocio han sido creados con fines comerciales e ideológicos, para generar adultos consumidores y adictos a su entorno y, sobre todo, para el control de las personas. Reconocen que el paradigma de que el dinero es el objetivo ya está obsoleto, actualmente el objetivo son los individuos, las personas y su intimidad, para poder someterlas a su antojo. No queremos que estas empresas, Google en este caso, metan sus tentáculos en nuestra casa ni en el corazón de nuestros hijos.
9.- Es falso que para manejarse en el mundo virtual haya que bucear en él. El mejor entrenamiento para enfrentarse al mundo virtual es el mundo real y la moral basada en la ley natural. Esto no lo digo yo, lo dicen el sentido común y especialistas en la materia. Los parámetros morales en uno y otro mundo deberían ser los mismos, pero tristemente no es así y todos lo sabemos. La virtualidad, precisamente por ser virtual, falsea la realidad y la naturaleza de las cosas, por lo que abre unas posibilidades de despreocupación moral bien conocidas.
Ante el teclado de un ordenador o la pantalla de un móvil el pudor ante el mal desaparece. Con un ejemplo hiperbólico pero muy ilustrativo: en algunos videojuegos matar da puntos. Es algo evidente. No hay más que ver la explosión del consumo de pornografía desde que estos medios están al alcance de cualquiera. Los dilemas y desafíos de la realidad son reales, los virtuales son virtuales. La realidad ejercita la imaginación, el pudor y la modestia, la paciencia, la memoria, la caridad, la fortaleza, la templanza, las relaciones personales, la afectividad... la vida. ¿Qué se ejercita con lo virtual? El argumento es aplastante.
10.- Estos dispositivos no producen equilibrio y paz interior sino desasosiego, ansiedad, impaciencia, querer todo ya y ahora, adicción… Todos lo sufrimos en mayor o menor medida.
11.- Un argumento que se suele esgrimir es que estos medios son sólo una herramienta. Idea absolutamente falsa y perversa. Una herramienta es un destornillador, que lo utilizo cuando tengo que apretar un tornillo y no me acuerdo más de él hasta la próxima vez que me hace falta, pues un destornillador no es adictógeno. Un dispositivo electrónico de estas características es una droga, el anillo de Gollum, mi tesoro… Y todos lo sabemos por experiencia personal y ajena. Está demostrado que inducen en el cerebro, y más en el de un menor, la secreción de dopamina, neurotransmisor del placer. Con el tiempo, la producción de dopamina se hace insuficiente y la sustituye la adrenalina. La adrenalina produce nerviosismo, ansiedad, angustia, irritabilidad, tendencias violentas o auto-lesivas y más ansias de distracción y placer, pues no se encuentra paz con nada. A su vez surge el FOMO (Fear Of Mising Out, miedo a perderse algo).
Sinérgicamente, todo esto se ve reforzado por la luz azul que emiten las pantallas. Esta luz se asemeja a la luz del ocaso, simulando una noche que jamás llega, lo que hace caer los niveles de melatonina, demorando el sueño indefinidamente y causando un exceso de concentración llamado "vamping".
Si acaso, si en algún sentido son una herramienta, es para el control y sometimiento de las personas por parte de los poderes y, si no, al tiempo.
12.- Desde el primer lustro de los 2000, periodo en el que se generalizó el uso de los móviles, tabletas y ordenadores en los países desarrollados, se han incrementado significativamente y de forma acelerada los suicidios, las autolesiones y la patología psiquiátrica en menores. ¿Casualidad? No opinan esto los expertos.
13.- Antes sabíamos las rutas para ir a todas partes, todos los teléfonos que necesitábamos y todos los cumpleaños de memoria. Ahora nos dejamos llevar. Esto está científicamente comprobado. En estudios de actividad cerebral, con el uso de los medios virtuales se están viendo modificaciones no fisiológicas de las áreas del cerebro dedicadas a la imagen, la memoria, el habla, la imaginación, las relaciones...
14.- Los entendidos en la materia aseguran que está pasando algo que no había pasado nunca antes: lo natural es que cada generación de la especie Sapiens sea intelectualmente superior a la anterior. Hoy en día esta tendencia parece haberse invertido y autores hay que lo relacionan directamente con el uso indiscriminado de estos dispositivos.
15.- Nadie ha demostrado que la covid se transmita por el papel o los libros. Y, además, ya está dando sus últimos coletazos. Estos cacharros y plataformas ¿vinieron como una ayuda transitoria o para quedarse definitivamente? Entonces ¿a qué viene esta necesidad innecesaria de mantener estos dispositivos como “herramienta” de estudio? Somos muy ingenuos o alguien se está forrando con el pretexto de la pandemia. Sabemos que hay mucho dinero e intereses ideológicos por medio.
16.- Además de que no creemos en las bondades de esta metodología, tenemos problemas logísticos importantes de disponibilidad, horarios, etc. No puede ser que para hacer los deberes una niña de 12 años -una triste redacción de 5 líneas, 4 sumas y dos divisiones- necesite un ordenador como si fuera un ingeniero de la NASA, y esté esperando a que sus padres lleguen a casa para pedirlo. Es absurdo desde todo punto de vista. Yo también hice 5º de primaria (entonces EGB) y ahora soy médico bien posicionado y no usé ordenador hasta bien adulto.
Males evidentes
Hay aún más razones, como el espionaje y rastreo de datos que hace Google y otras plataformas, el acoso entre los mismos compañeros o por extraños, el fenómeno espejo que altera dañinamente la percepción de nuestro propio ser, el ineficaz blindaje de los dispositivos tanto para los hackers, la propia industria, como para los propios usuarios, y mil más… que me parece excesivo comentar.
Conozco varios casos de menores de unos 11-12 años que al comienzo de la pandemia y debido al confinamiento empezaron “por necesidad” a usar el ordenador para asistir a clase y hacer sus tareas, también supuestamente en un entorno seguro, “capado” y blindado. Cuál fue la sorpresa de sus padres cuando, poco tiempo después, descubrieron que sus hijos visitaban de forma reiterada páginas pornográficas con contenidos extremadamente escabrosos, lo que se llama porno duro. Esto ha supuesto muchas angustias, lloros y problemas para los menores y para las familias. Un calvario que podría haberse evitado y que ya ha marcado a los menores para siempre.
Consideramos la decisión de implementar y mantener estos dispositivos y su entorno Google o el que sea unilateral, arbitraria, no consensuada, innecesaria, sin fundamento de ningún tipo, altamente oportunista y, quizás, al filo de la moralidad... Estoy más que convencido de que no es bueno ni para la docencia, ni para el desarrollo personal sano y equilibrado, ni para el bien espiritual. Pero, para que se vea que no estoy enrocado en mi postura, estoy dispuesto a cambiarla si se me da un sólo argumento, uno sólo, a favor. Argumento suficientemente contrastado y con suficiente peso científico, que no esté patrocinado por la industria. Sólo pido uno. Y, por favor, que tampoco sea un argumento de conveniencia. Me dedico profesionalmente a la ciencia, tengo cierta formación como investigador, y creo que, con la poca experiencia que hay sobre el tema, se trata de un experimento educativo basado en una intuición que se demuestra más que falsa. Experimentos con nuestros hijos ¡no! ¡Gracias!
De repente, los colegios delegan, aunque sea parcialmente, la educación de sus alumnos en las máquinas y, en definitiva, en Google y sus algoritmos. Lo siento, no hemos elegido este modelo educativo para nuestros hijos. Pagamos, bien directamente o mediante impuestos, por un servicio muy concreto y se nos está dando otra cosa que, además, es radicalmente contraria a lo que muestra la razón. He escrito al colegio, he hablado con directores, profesores… y todas las respuestas las he percibido carentes de libertad, un cúmulo de buenas intenciones y cortinas de humo... Algunas, incluso, dándonos la razón, pero esta locura no se erradica. Nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato.
Rogamos encarecidamente que estos medios se usen lo mínimo posible y exclusivamente en el colegio o, si fuese necesario, fuera de él sólo en caso de confinamiento, poco probable a partir de ahora. Nos parece extremadamente perverso que la industria esté aprovechándose de la pandemia para hacer negocio e imponer su agenda ideológica y caigamos en ello con ingenuidad. Si se acepta un soborno ideológico, aunque sea sutil, se termina secuestrado por los sobornadores. Sé que, con la que está cayendo en lo moral, a muchos este problema les parecerá secundario, sin embargo, es más de lo mismo, una parte muy interesada del nuevo reseteo mundial. Una herramienta más en manos del Poder para lograr sus objetivos. Una forma más de dominio sobre las personas y de totalitarismo blando.
He percibido que a algunos padres les hace mucha gracia ver a su hija de 10 años sentada a los mandos de un potente ordenador, como si fuera la secretaria del ministro. ¡A mí, ninguna!
En este tema, como en tantos otros, o somos heroicos o somos el enemigo.