Cuando un niño biológicamente sano cree que es una niña, o una niña biológicamente sana cree que es un niño, existe un problema psicológico objetivo en la mente, no en el cuerpo, y debe ser tratado como tal. Estos niños padecen disforia de género, que es un trastorno mental, en el que el mejor tratamiento, con éxito en la inmensa mayoría de los casos, es llegar a la pubertad y dejar pasar ésta de forma natural, mientras que las operaciones de cambio de sexo o los bloqueadores hormonales no parecen soluciones adecuadas.

En la clínica Johns Hopkins de Baltimore, el doctor Money (Money es apellido) fue pionero en este tipo de operaciones, con numerosas operaciones de reasignación de sexo. Al morir este médico, a sus sucesores se les ocurrió investigar a cincuenta transexuales tratados por el famoso médico. El resultado fue demoledor: ninguno de ellos había obtenido ningún beneficio con esos programas de identidad sexual, y por ello la famosa clínica dejó de practicarlas ante su rotundo y evidente fracaso.

El problema es que muchos políticos se creen que, porque tienen el poder, las ciencias, y muy especialmente la medicina, les están supeditadas. Y como además no creen en la Declaración de Derechos Humanos, ante unos padres que buscan lo mejor para sus hijos, en su sectarismo y profunda ignorancia no respetan el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones, y pretenden pasar por encima de quienes tratan de defender a sus hijos de tratamientos anticientíficos y peligrosos como el bloqueo hormonal, incluso quitándoles la patria potestad. Para los padres es un gravísimo problema, porque si ceden, causan a sus hijas un daño irreparable, como la esterilidad o disfunciones sexuales  irreparables; y si no ceden, corren el riesgo que les quiten la patria potestad.  

Sobre este punto dice el Colegio Americano de Pediatras: “La pubertad no es una enfermedad, y los bloqueadores hormonales pueden ser peligrosos. Reversibles o no, los bloqueadores hormonales inducen un estado de enfermedad -la ausencia de pubertad- e inhiben el crecimiento y la fertilidad en un niño que antes era biológicamente sano”. Así como: "Promover entre los niños el cambio de sexo, por vía hormonal o quirúrgica, es abuso de menores". Las directrices de la Sociedad de Endocrinología de Estados Unidos afirman: "Dada la elevada remisión de la disforia de género después de la pubertad, se desaconseja un cambio social completo del rol y un tratamiento hormonal en niños prepúberes con disforia de género". Según el DSM-V, hasta un 98% de niños y un 88% de niñas con género confuso aceptan finalmente su sexo biológico tras pasar la pubertad de forma natural.

Pero en la actualidad el problema se ha disparado y ha aumentado tremendamente en los adolescentes y, sobre todo, en ellas, víctimas de un auténtico contagio social, que les hace pensar que así van a encontrar solución a sus problemas. Se trata de una auténtica moda que les hace creer que pueden escapar de su cuerpo cambiante, y no se les dice que los tratamientos hormonales y las cirugías de cambio de sexo producen daños irreversibles, como la esterilidad o disfunciones sexuales irreparables. Con el paso del tiempo, muchísimos de los afectados y afectadas quisieran volverse atrás, pero les es, en bastantes ocasiones, simplemente imposible, lo que acaba provocando una muy alta tasa de suicidios.

Desde luego, personalmente, me fío más de lo que dice la ciencia médica que de los políticos.