La Virgen del Pilar se apareció en vida a Santiago Apóstol. Fue una bilocación. Santiago estaba predicando en España, y la Virgen le animó a seguir. Quería volverse y le dijo "Ánimo, debes quedarte", como nos dice a todos ante las adversidades de las que queremos huir. Esta aparición tuvo por tanto relación directa con la evangelización. Los beneficios que la Virgen del Pilar ha producido a lo largo de los siglos han sido sobre todo espirituales, pero algún favor ha tenido una relación directa con la ciencia.
Me estoy refiriendo a la restitución de la pierna amputada por un carro a José Pellicer en Calanda el 29 de marzo de 1640. Esta restitución fue comprobada por multitud de testigos, en una labor de peritaje notarial que ha convertido el suceso en el milagro científicamente más estudiado de la historia. Tanto que el gran Vittorio Messori escribió un más que recomendable libro titulado El gran milagro en el que lo calificaba como el hecho sobrenatural materializado más constatado científicamente de la historia, más que los milagros de Lourdes. Al tiempo que manifestaba su estupefacción por el escaso interés que había suscitado en España
Como científico especializado en biología, he de decir que no encuentro problema alguno en admitir que tal hecho ocurrió. Las pruebas son absolutamente abrumadoras. Así lo constataron en la época: fueron a donde habían enterrado la pierna y ya no estaba. Pellicer se frotaba el muñón con aceite de las lámparas de la Basílica del Pilar, en una de cuyas capillas se encuentra el cuadro que aparece al inicio de este artículo.
Científicamente hablando, lo que los peritos constataron es que José Pellicer nació con pierna, que por un accidente la perdió puesto que se la tuvieron que amputar, que le fue restituida una noche estando en su casa durmiendo, de lo que dieron testimonio multitud de personas, y que tuvo siempre una cicatriz que le recordó el suceso. Los médicos que le intervinieron también declararon lo sucedido.
Luis Buñuel, el director de cine, persona no precisamente católica ortodoxa que declaraba cosas tales como éstas:
-"Creer y no creer son la misma cosa. Si se me demostrara ahora mismo la luminosa existencia de Dios, ello no cambiaría estrictamente nada en mi comportamiento. Yo no puedo creer que Dios me vigila sin cesar, que se ocupa de mi salud, de mis deseos, de mis errores. No puedo creer, y en todo caso no acepto, que pueda castigarme para toda la eternidad. ¿Qué soy yo para él? Nada, una sombra de barro. Mi paso es tan rápido que no deja ninguna huella. Soy un pobre mortal, no cuento ni en el espacio ni en el tiempo. Dios no se ocupa de nosotros. Si existe, es como si no existiera"; o
-"El azar no puede ser una creación de Dios, porque es la negación de Dios. Estos dos términos son antinómicos. Se excluyen mutuamente. Carente de fe (y persuadido de que, como todas las cosas, la fe a menudo nace del azar), no veo cómo salir de este círculo. Por eso es por lo que no entro en él"; o
-"Ser agnóstico depende de un razonamiento totalmente intelectual, y ese no es mi caso. Yo soy intuitivo por naturaleza, prefiero creer en lo increíble antes que en lo que me muestra la ciencia. Mi odio por la ciencia y la tecnología me hará volver tarde o temprano a esa absurda creencia en Dios. No me interesa Dios. Me interesa el misterio de Dios porque el misterio es propio del cine. Y si aceptamos la existencia de Dios todos nuestros misterios están resueltos"...
...decía creer a pies juntillas en lo que también se conoce como el milagro de Calanda.
La ciencia y la fe fueron y son perfectamente compatibles en el gran milagro de la Virgen del Pilar.