El domingo, a última hora de la tarde, saltaba la bomba: el diario Le Figaro adelantaba la publicación de un libro, supuestamente a cuatro manos, entre el Papa emérito Benedicto XVI y el cardenal guineano Robert Sarah, prefecto para la liturgia. Un libro titulado Desde lo más profundo de nuestros corazones, que saldría a la venta en Francia este mismo miércoles, pocos días antes de que el Papa Francisco vaya a publicar sus conclusiones sobre el Sínodo de la Amazonia, en las que podía abrir la puerta al sacerdocio casado y al diaconado femenino.
Según el adelanto del rotativo francés, el libro se articula en cuatro capítulos. El primero, titulado ¿De qué tenéis miedo?, firmado por los dos autores y fechado en septiembre de 2019, antes de que se iniciase el Sínodo. El segundo, de Benedicto XVI, lleva por título El sacerdocio católico y lleva fecha 17 de septiembre de 2019. El tercero es exclusivo del cardenal Sarah, se titula Amar hasta el final. Enfoque eclesiológico y pastoral sobre el celibato sacerdotal, con fecha 25 de noviembre, un mes después de la finalización del sínodo. El cuarto es la conclusión de ambos autores, se titula A la sombra de la cruz y es de 3 de diciembre.
El libro de Benedicto XVI y el cardenal Robert Sarah (que figuran como coautores en la primera edición, y el Papa emérito solo como colaborador en ediciones posteriores) ya está disponible en edición francesa (Fayard) e inglesa (Ignatius Press).
Uno de los párrafos adelantados por Le Figaro se dirigía de forma expresa al Papa actual: «Hay un vínculo ontológico-sacramental entre el sacerdocio y el celibato. Cada vez que se redimensiona este vínculo se cuestiona el magisterio del concilio y de los Papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Suplico humildemente al Papa Francisco que nos proteja definitivamente de esta eventualidad, vetando toda debilitación de la ley del celibato sacerdotal, no importa si limitada a esa u otra región». La andanada correspondía al capítulo exclusivo del cardenal Sarah. La polémica estaba servida.
El anuncio del libro provocó una verdadera reacción de pánico. Más en medios vaticanos que en el propio Vaticano. Siempre ha habido más papistas que el Papa. Y su tesis era que un cardenal, representante de la facción ultraconservadora, estaba manejando a un anciano Papa emérito de 93 años. El primero que lanzó la campaña de desprestigio de Sarah fue Gerard O’Conell, del magazine America de los jesuitas norteamericanos, que publicaba el siguiente tuit: «Benedicto XVI no fue coautor del libro sobre el sacerdocio y el celibato con el cardenal Sarah». Como la tinta del calamar se fue expandiendo el mensaje y este martes un sinfín de medios atribuían al purpurado guineano la salida de un libro, sin la aprobación, ni tan siquiera la lectura, de Ratzinger. El Pontífice emérito quedaba mal, pero sobre todo quien quedaba como un manipulador era el cardenal Sarah.
Pero el prelado africano no permaneció mucho tiempo callado. En la madrugada del martes publicaba, también por Twitter, tres cartas que le había dirigido Benedicto XVI, en relación a la edición de un libro, que ya es polémico antes de salir a la venta este miércoles. La primera de dichas cartas lleva fecha 20 de septiembre. Ratzinger manifiesta su propósito de escribir algo sobre el sacerdocio, pero «nota que las fuerzas no le permitían la redacción de un texto teológico». No obstante, añade que después «ha venido la petición inesperada del cardenal Sarah» de un texto sobre el celibato sacerdotal. «Así que he retomado mi trabajo y le enviaré a usted el texto, cuando sea traducido del alemán al italiano». La segunda carta es del 12 de octubre y junto a ella le envía su texto, esperando que «encuentre alguna utilidad a sus pobres pensamientos». La última carta es del 25 de noviembre, con el sínodo ya finalizado. En ella Ratzinger le indica a Sarah que «por mi parte, el texto puede ser publicado en la forma por usted prevista».
Después, Sarah emitió un comunicado en el que detalla que el 19 de noviembre le mandó a Ratzinger un manuscrito con la portada, la introducción y la conclusión conjuntas y que «el 25 de noviembre, el Papa emérito expresó su gran satisfacción sobre los textos redactados en común». El cardenal añade que le fue a ver el 3 de diciembre y le explicó que el libro saldría el 15 de enero. El prefecto de Liturgia cierra el comunicado perdonando a todos los que le «calumnian» y reiterando su obediencia al Papa Francisco.
Las pruebas del cardenal Sarah eran irrefutables. Ahí estaban las cartas de Benedicto XVI, con su firma y rúbrica. La celeridad del purpurado guineano en contestar a las difamaciones provocó el silencio de los medios que habían insinuado una manipulación del Papa emérito. Pero la polémica tan solo acababa de iniciarse. A la hora de comer de este martes, el secretario personal de Benedicto XVI, monseñor Georg Gänswein, zanjó la cuestión: Sarah no mentía, pero el Papa emérito había pedido que no figurase su nombre como coautor del libro, aunque sí autorizaba a que se incorporase el texto del capítulo II. Solución salomónica.
Toda esta polémica ha venido a reiterar la discusión sobre la existencia de un Pontífice emérito. La inesperada renuncia de Benedicto XVI, su reclusión dentro de los muros de la ciudad leonina y su longevidad han provocado más problemas de los esperados. Recuérdese que, cuando renuncia en 2013, muchos hablan de serios problemas de salud del Papa alemán. Problemas que vaticinaban que al emérito le quedaban pocos meses de vida. Los meses se han convertido en años y este febrero se van a cumplir siete de su renuncia. En 2021 se cumplirán ocho años del pontificado de Francisco. Los mismos que estuvo Ratzinger como sucesor de Pedro. Una supuesta renuncia del Papa actual con el otro en vida produciría dos Pontífices eméritos, de difícil digestión. Estas complicaciones dificultarán una renuncia papal en la posteridad. Un Papa con la cabeza clara, dentro o fuera de Roma, es un arma de doble filo. Obligarle a permanecer mudo se antoja excesivo e inoportuno. Por otro lado, muchos interpretan que la larga vida con la que Dios viene obsequiando a Benedicto XVI está sirviendo de dique de contención ante reformas más amplias que las que, por ahora, diseña Bergoglio. Únase a ello la exquisita finura y delicadez del Papa alemán en su trato con el Pontífice argentino, la cual podría no ser análoga en otros casos. Y, por último, considérese que los pontificados de ocho años, al estilo de los mandatos de los presidentes de Estados Unidos, pueden resultar muy rentables mediáticamente, pero peligrosos para la paz de la Iglesia. Estaría la curia en permanente campaña electoral.
La polémica se ha solucionado sin aparentes vencedores ni vencidos. Sarah no mentía y Benedicto XVI no aparece como coautor de un libro que impetra directamente a Bergoglio. Ahora el foco estará sobre las conclusiones del Sínodo que tiene que publicar Francisco. Y, por si fuere poco, con esa película de ciencia ficción titulada Los dos papas en cartelera. Un cocktail explosivo.
Publicado en El Mundo.