El periódico La Rioja del 17 de septiembre titula a toda plana lo siguiente: “La Memoria de la Fiscalía Riojana alerta ante el repunte de los delitos sexuales”. En el artículo que comenta estas palabras leemos: “La máxima representante del ministerio público (es decir, la fiscal general del Estado, doña María José Segarra) calificaba de ‘inquietante’ y ‘preocupante’ el incremento de los delitos sexuales en España, especialmente porque el considerable repunte se ha producido de forma mayoritaria entre la población más joven. En términos generales los delitos sexuales crecieron entre 2017 y 2018 el 32%, y dentro de éstos las agresiones aumentaron el 43%. La Rioja no está al margen de esta tendencia y la Memoria de la Fiscalía de esta comunidad así lo refleja”.
Hasta aquí la noticia, que no me sorprende en absoluto porque lo asombroso hubiese sido lo contrario. En efecto, la ideología de género quiere establecer la sociedad del hedonismo, pues considera que los seres humanos pueden alcanzar la felicidad en la realización de sus propios deseos sexuales sin límite moral, legal e incluso corporal alguno, utilizando para ello la eugenesia, el control de natalidad incluido el aborto y la supresión de la diferencia sexual. Consiste en una sexualización total de la vida. La liberación sexual incluye el derecho absoluto a tener relaciones sexuales con quien quiera, sin problemas de edad (pederastia), número, estado civil, parentesco (incesto) o el género. No existen diferencias sexuales por naturaleza, sino sólo roles o papeles sociales opcionales en la conducta sexual del individuo. Es decir, no hay principios morales y el fin de la sexualidad es el placer y toda persona tiene derecho a disfrutar de su sexo desde la más tierna infancia.
En la ideología de género, la fornicación, que es la cópula carnal fuera del matrimonio, es un derecho del niño, del joven y de cualquiera, porque el fin de la sexualidad es el placer y él o ella tienen sus órganos sexuales para usarlos cuando y como les venga en gana, evitando, eso sí, las enfermedades venéreas y los embarazos. Estamos ante un libertinaje en el terreno sexual. La liberalización de las costumbres, por la creciente desconexión entre sexo y procreación y la disminución del factor religioso, así como la continua incitación a la práctica genital sin compromiso hacia el otro, hace que los adolescentes sean cada vez más precoces, como consecuencia también de la reducción de la edad de la madurez sexual, a la hora de tener sus primeras relaciones sexuales genitales con el propio o el otro sexo. No es extraño, por ello, que el mayor número de jóvenes con relaciones sexuales precoces sean los que tienen carencias afectivas. En la adolescencia y juventud las relaciones sexuales no suelen ser premeditadas, no es frecuente la pareja estable, y esta actividad prematura, favorecida muchas veces por la ingestión de alcohol o de drogas, que disminuyen la capacidad de elección y decisión del sujeto, dificultan el razonar y desinhiben a las personas, incrementándose las prácticas de riesgo e incluso delictivas, como hemos visto en los informes de las Fiscalías. Y es que si enseñamos a los jóvenes que pueden acostarse cuando y con quien quieran, en vez de decirles que la sexualidad debe estar al servicio del amor y que éste exige madurez y compromiso, les estamos enseñando el camino que lleva al desastre y que les va a impedir incluso el poder formar una familia, que es, por otra parte y no lo oculta, lo que pretende la ideología de género.
En estos momentos casi todas la comunidades autónomas tienen leyes por las que se impone a los centros educativos dar educación afectivo-sexual de acuerdo con la ideología de género.
Ahora bien, ¿cómo reaccionar ante esta situación? Tenemos a nuestro favor el art. 27-3 de nuestra Constitución, que establece que los poderes públicos deben garantizar el derecho de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. El instrumento para hacer respetar nuestros derechos es el llamado Pin Parental, que es un documento que advierte a los Centros de Estudio de que deben informar detalladamente a los padres sobre contenido, objetivos, materiales, fechas, horarios etc., de cada actividad complementaria que se tenga previsto impartir a los alumnos y que afecte directamente a la educación moral de los mismos.
En La Rioja lleva trabajando algo menos de un año la Asociación Los Niños son Intocables, de la que formo parte de su junta directiva, cuya principal labor es la lucha contra la imposición de la ideología de género en los colegios.
Ya han sido varias las ocasiones que hemos salido a la calle a manifestarnos denunciando esta situación y en la actualidad está desarrollando una campaña informativa a todos los padres riojanos sobre el Pin Parental, poniendo a disposición de los mismos asesoramiento sobre como presentar este documento en los colegios y soluciones a las dificultades con las que se puedan encontrar. Contamos incluso con el apoyo jurídico de Abogados Cristianos por si hubiese que llevar algún caso de vulneración de derechos fundamentales de los padres a los tribunales.
Se puede encontrar información sobre esta asociación en el portal de Los Niños son Intocables. En caso que el Colegio no haga caso cabe recurso ante la Alta Inspección de Educación y caso que éste tampoco lo haga, cabe el recurso por la vía judicial. Ahí tenemos el apoyo de Abogados Cristianos dispuesta a llevar el caso o los casos gratuitamente.