Mientras llega el juicio de la autoridad de la Iglesia, al que debo respeto y obediencia, he optado, como otros creyentes, por estudiar las apariciones de Garabandal y Medjugorje, acercarme a los hechos sin prejuicios, documentarme en un sentido y otro y, finalmente, ir allí e intentar discernir.
Las apariciones son fenómenos vitales, experienciales, más que teóricos; son fenómenos místicos, que nos dejan llenos de estupor y asombro. Pero se trata de no rechazar por sistema lo que no entendemos o no encaja en nuestros esquemas y, al mismo tiempo, no renunciar a “comprender” algo siguiendo la “intuición de la fe”.
Pienso que si nuestra Madre realmente se ha tomado la molestia de aparecerse y se ha expuesto a hacer el ridículo ante el mundo para decirnos algo, ¿cómo no nos vamos a tomar la mínima molestia de prestarle algo de atención, tratando de discernir si realmente se aparece o no y qué quiere decirnos? Si el Cielo quisiera hablarnos por un medio tan extraordinario, sería lamentable que cerráramos los ojos.
Llegué a Garabandal en el año 2013, sin ninguna peregrinación ni plan organizado, después de haber escuchado bastantes juicios negativos al respecto. Ninguna expectativa en un sentido u otro. Solo el interés por atender una posible “llamada” de mi Madre, aunque la posibilidad fuera más que remota, y totalmente abierta, por tanto, a considerarla falsa. Es decir, yo no tenía ningún interés en validar las apariciones. Pero no quería dejarlos pasar sin ir allí, no sea que fueran ciertos y estuviéramos haciendo un “feo” inmenso a la Virgen. Hoy puedo decir que creo que la Virgen se apareció en Garabandal y no se escuchó su mensaje.
A Medjugorje fui con mi marido el año pasado, como regalo por mi 40º cumpleaños, muy meritorio por su parte porque no quería ni oír hablar del tema pero me acompañó. Hoy los dos creemos que la Virgen se aparece en Medjugorje. Los días que pasamos con Ella en ese pueblecito de Bosnia tocamos su presencia. Sé que no es sugestión ni emotivismo. La fe siempre implica un salto, pero no un salto al vacío. Tengo motivos para creer. Pero vayan ustedes, investiguen y saquen sus propias conclusiones.
Ante las apariciones marianas, encontramos dos actitudes contrapuestas: la del que mira a otro lado escudándose en el “juicio de la Iglesia” todavía pendiente, y la del emotivista que solo apunta al entusiasmo y a “abrir el corazón” dejando aparcada la cabeza. ¿Cómo va a querer Nuestra Madre que dejemos la cabeza a un lado? Una cosa es caer en el racionalismo-empirismo-cientificismo más radical y otra es caer, por efecto pendular, en un emotivismo o neorromanticismo que solo apela a la emoción y a la experiencia. La cabeza a veces se equivoca pero el corazón también. Es evidente que la imaginación, la sugestión y la histeria son humanas y pueden distorsionar nuestra percepción de lo real.
Las apariciones marianas apelan a cabeza y corazón. No caigamos en falsas dicotomías que hacen daño a la fe de muchos. En este sentido, José Luis Saavedra ha defendido una tesis doctoral en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, departamento de Teología Histórica, sobre Garabandal. La investigación me ha parecido sólida y rigurosa, además de plantear cuestiones tan interesante como “¿Cómo afecta a la teología católica, a un discurso racional sobre la revelación de Dios en Cristo, que la Virgen se aparezca a los hombres y les hable? o ¿éstas pertenecen a un mundo que no tiene nada que ver con la reflexión de los teólogos?”.
Para gozar de la Madre, hay que hacerse pequeño. Pero eso no significa que los mensajes de nuestra madre, a pesar de su sencillez, no apelen también a la inteligencia y no sean razonables. Karl Rahner, en Visiones y profecías, afirma que “las revelaciones privadas son una facilidad dada a la inteligencia para adquirir un conocimiento que no podría adquirir sin tal ayuda”. Y el Catecismo dice sobre las revelaciones privadas que “no pertenecen al depósito de la fe. Su función no es mejorar o completar la Revelación definitiva de Cristo, sino ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia”.
Los mensajes de la Virgen en Garabandal y Medjugorge escandalizan por su sencillez y repetición. ¡A mí me cuadran tanto con la forma de ser de una Madre! En la educación hay tanto de repetición… La buena pedagogía es sencilla, no atronadora ni rebuscada. Ella nos acerca a su Hijo y nos recuerda la importancia de la oración, la penitencia y los sacramentos. Y, entre consejo y consejo, se quita la corona de estrellas para que las niñas jueguen con ella (Garabandal).
Pienso que nuestra Madre está en lo pequeño. Arraigada en la realidad, tiene inmensa inteligencia práctica y por eso su intercesión es tan eficaz en nuestro día a día. Pero es también una mujer de mirada altísima y elegancia sublime. Tiene una enorme dignidad y una presencia majestuosa, coronada de estrellas y con la luna bajo sus pies. Analizando los vestidos y colores con los que se ha ido apareciendo, éstos se han ido ajustando sutilmente a la moda femenina de cada momento.
Los ropajes de Guadalupe son los propios de una india embarazada reinterpretados de forma majestuosa porque allí se mostró como Reina y por eso eligió el color reservado por los aztecas al emperador. En Garabandal, el atuendo que eligió la Virgen del Carmen reinterpreta la moda de los 60, con el pelo suelto, la raya en medio y la túnica.
Creo en las apariciones marianas. Creo que son un inmenso regalo divino para estimular la fe y mantener la esperanza. Una cosa es la decisión final de la autoridad de la Iglesia y otra es el más que legítimo interés del creyente en acercarse al acontecimiento sin prejuicios, discernir y darlo a conocer. También hubo un tiempo en que el pueblo creyó sin contar con el Constat de la autoridad eclesiástica. Infinidad de ejemplos de este sentir de los fieles “sensum fidelium”, que sabe discernir: Lourdes, Fátima, la Medalla Milagrosa (140 Rue du Bac, no hay lugar más interesante que visitar en París), Guadalupe (donde la Virgen hizo esa perfecta inculturación en medio del pueblo indígena), Akita (la Fátima de Oriente, que se apareció en Japón como Corredentora, derramando lágrimas por sus hijos) y Kibeho (donde Nuestra Señora de los Dolores profetizó el genocidio ruandés y ha acompañado a este pueblo desgarrado a machetazos, haciéndose presente en medio de la violencia, los cuerpos desmembrados y la destrucción).
En Garabandal, la Virgen se presenta como Madre, con una dulzura y ternura infinitas, a pesar de la gravedad del mensaje. Garabandal es el Hogar de una Madre. Es la vuelta a casa. Es una Madre que, al mismo tiempo que nos recuerda que “la Copa se está llenando”, nos canta canciones de cuna y besa nuestras alianzas matrimoniales, un gesto suyo muy repetido en las apariciones de Garabandal, que muestra su especial protección al matrimonio y a la familia en este lugar.
En Medjugorje, la Virgen se presenta como Reina de la Paz. Ella ama al pecador tanto como al santo y nos llama a luchar aquí en la tierra ayudando a nuestros hermanos a conocer el Amor de Dios. No tenemos que ser perfectos para “trabajar para el Cielo”, pero nos recuerda la importancia de las “cinco piedras”: la oración con el corazón, el ayuno, la confesión, la Eucaristía y la lectura de la Biblia. Son los puntos que María nos da para recorrer un camino de santidad, paz y transformación interior, de un modo sencillo y accesible a todos.
Y, para acabar, un pequeño homenaje a nuestra Virgen del Pilar, cuya festividad celebramos este sábado. Nuestra Madre es una mujer adulta y sólida como un pilar, no una niña ingenua y frágil. Una Madre fuerte en la que sus hijos pueden apoyarse con todo el peso de sus problemas y fragilidades sin miedo a derrumbarla, como hizo Santiago harto de la falta de frutos y desanimado por el fracaso total de su predicación. Un pilar para nuestra fe. Sobre ese pilar de jaspe se apareció la Virgen en “carne mortal” para “darnos ánimos”. No puede ser más actual el mensaje: darnos ánimos para perseverar en la evangelización de España a pesar del aparente fracaso. “La Pilarica se constituyó para siempre en base sólida en la que sustentarnos cuando todo viene en contra, cuando ya no podemos más, cuando se nos quiebra el valor, la fuerza e incluso la esperanza” (José Rafael Sáez March).
He escrito este texto el 7 de octubre y acabo de caer en la cuenta que es la festividad de Nuestra Señora del Rosario, así que necesariamente una referencia al rosario para acabar: “No hay peor rosario que el que no se reza” (Juan XXIII). Avemarías sueltas, misterios sueltos; ella aprovecha todo, especialmente lo pobre y lo pequeño. Ni un avemaría se pierde.