En tiempos de coronavirus, tal vez debería usarse mayor prudencia al afirmar que “dos tercios de los nativos americanos” fueron exterminados “con armas y enfermedades”. Sin embargo, es justo lo que -probablemente por pereza- vuelve a repetir Paolo Mieli en la página que dedica en el Corriere del 24 de mayo al libro Estas verdades. Una historia de los Estados Unidos de América de Jill Lepore.
Es vergonzosa su reconstrucción de aquella empresa única que fue la colonización y romanización de un continente entero. Una fecha equivocada (1504) soltada al principio, la figura de Colón desprovista completamente de historicidad en lo que concierne a sus relaciones con la corona (tan tensa que temió ser encarcelado por la práctica del comercio de esclavos), genéricos “reyes” de España sin nombre (Fernando II y Carlos V, no precisamente unos cualesquiera) considerados “esclavistas”: “Al rey, obviamente, le satisfizo esta respuesta”. ¿Qué rey? No sabemos. En cuanto a la respuesta, sería la que admitía la doctrina de la esclavitud por naturaleza aplicable a los indios americanos (una respuesta que jamás se dio, más bien fue siempre combatida). Si los reyes no tienen nombre, la reina Isabel de Castilla simplemente no existe.
Mieli recoge las palabras despectivas de Lepore contra Alejandro VI Borgia (“un Papa español”), quien se habría comportado como “el Dios del Génesis” decretando el reparto de decenas de millones de personas entre España y Portugal, olvidando a los soberanos “de Inglaterra, Francia y los Países Bajos”. Vergonzoso. ¿Acaso los Países Bajos no eran posesión de los Austrias? ¿No estaba Enrique VIII casado con Catalina de Aragón? Pero ¿quién había financiado el descubrimiento, comprometiendo dinero y hombres con escasísimas certezas (el proyecto de Colón había sido rechazado por todas las cortes europeas)?
En cuanto a la bula Inter caetera de Alejandro VI en 1493, habría que contextualizarla. Tal vez Lepore (y Mieli, que le sigue) desconocen lo que escribió el primer Papa renacentista, Nicolás V, quien en la Romanus Pontifex de 1454 ordenó al Rey de Portugal que se apoderase de todos los bienes de los sarracenos y de los paganos y “los redujese a esclavitud perpetua”. La historia de España, por el contrario, va desde el principio en dirección opuesta. La bula del Papa Borgia anima a los reyes católicos a evangelizar y ordena que se destinen para ello a los mejores hombres, enviando “a dichas tierras e islas a varones probos y temerosos de
Dios, peritos y expertos para instruir en la fe católica e imbuir en las buenas costumbres a sus pobladores y habitantes".
Pero ¡qué más da! Estamos en plena leyenda negra contra la católica España. Porque, sí, la de aquella España es realmente Una historia única (título de mi último libro).
La única nación que logró reconquistar la libertad después de casi ochocientos años de dominación musulmana y que logró hacerlo en virtud del heroísmo de su fe. El año 1504, la fecha citada por Mieli, es la fecha del testamento y de la muerte de Isabel, la reina de Castilla, que financia a Colón. “Quiero y mando”, ordena Isabel a su heredera Juana, que "su principal fin" sea la evangelización, en el respeto a la libertad y a las propiedades de los indios (que no reciban "agravio alguno en sus personas ni bienes, antes al contrario que sean bien y justamente tratados, y si han recibido algún agravio que lo remedien").
Cuando los religiosos, presentes desde el principio en todas las expediciones, informan a la reina del comportamiento esclavista de Colón, Isabel decreta la pena de muerte para quien trafique con esclavos y toma de su mano el gobierno de las Indias dictando una serie de instrucciones detalladas "para instruir a los moradores de aquellas tierras en la fe católica" sin ejercer sobre ellos constricción alguna.
En su testamento, Isabel se anticipa 33 años a la bula de Pablo III que prohíbe la esclavitud de los indios (Pastorale officium, 1537). Su marido Fernando II de Aragón será fiel a la voluntad de su esposa y también lo serán su nieto Carlos V, su bisnieto Felipe II y todos los reyes de España.
En este contexto, en los años 1512-1513 (no en 1504), y de nuevo en 1542, la corona de España publica una serie de leyes para asegurar en lo posible la defensa de la libertad y de las propiedades de los indios. Es la Controversia de las Indias, en la cual la católica España se cuestiona sobre la licitud de su propia conquista (también en este caso es una historia única, porque ninguna otra nación hará lo mismo), controversia que concluye con la teorización del derecho internacional por parte del dominico Francisco de Vitoria.
En el artículo de Mieli hay alguna mención al canibalismo, pero no hay huella de los sacrificios humanos masivos que permitieron a los españoles erigirse en libertadores de muchos pueblos aterrorizados por los aztecas y por los incas, de quienes constituían una reserva de carne humana. Fue gracias a la liberación del terror, gracias a la fe de los religiosos y de los mismos soldados, gracias a las universidades inmediatamente construidas y a la serie interminable de conventos, gracias al conocimiento de todas las lenguas y tradiciones de los pueblos conquistados descritas con amor por monjes y frailes, como España consiguió la empresa imposible de evangelizar y romanizar un continente entero. Y hacerlo con poquísimos hombres y en poquísimos años. Se llamará América Latina.
En el artículo de Mieli se habla también de la reina Isabel [de Inglaterra] (a ésta sí se la nombra), pero no se menciona su participación en el comercio de los esclavos; se comenta, por el contrario, la “libertad” que siempre llevan los ingleses (como saben bien los indios de Norteamérica…).
Una leyenda negra, y a destiempo. Vergonzoso.
Publicado en La Nuova Bussola Quotidiana.
Angela Pellicciari es historiadora y autora de La verdad sobre Lutero y Una historia de la Iglesia.
Traducción de Carmelo López-Arias.