1. En Guadalupe de Extremadura y en Guadalupe de México se venera a la Virgen María Madre de Dios con esta misma advocación. La Guadalupana impresa milagrosamente en la tilma grandiosa en el templo mejicano y la Guadalupense en la talla policromada de cedro revestida con rico manto y corona grandiosa.
2. La imagen de la Virgen de las Villuercas fue encontrada milagrosamente por un pastor llamado Gil Cordero, a quien se apareció la Virgen María junto al río Guadalupe, en los años finales del siglo XIII. La Guadalupana: en diciembre de 1531, caminando el indio Juan Diego hacia el cerro del Tepeyac, oyó la voz de una hermosísima señora que le habló con palabras maternales y llenas de dulzura.
3. Nuestra Señora de Guadalupe en su talla original es una escultura románica, sedente, con el Niño en su regazo. Desde hace siglos ha sido revestida con manto, toca y ataviada con corona y cetro y el Niño que todo se parece a Ella. En México la figura de Nuestra Señora representa la imagen de la Inmaculada rodeada de flores impresas y milagrosas.
4. El rostro de la imagen de Guadalupe más que moreno es negro, que nos recuerda el pasaje del Cantar de los Cantares (1-1): “Tengo la tez morena pero hermosa” y se la invoca “la Virgen morenita”, con sus ojos profundos y mirada apacible y atractiva. En México es muy bella, también morena; las estrellas de su manto son tantas en número cuantas lo eran las constelaciones visibles en el cielo boreal en el lugar de las apariciones.
5. La historia y devoción guadalupense y guadalupana fue recordada por el Papa San Juan Pablo II en su visita de 1982 a España, al celebrar la Liturgia de la Palabra ante la imagen de la Morenita con estas palabras: “Este Santuario homónimo de México se ha convertido en lugar de peregrinación para toda Hispanoamérica. También yo he tenido la dicha de ir como peregrino al Guadalupe mexicano”.
6. Esta advocación mariana guadalupense llegó a América en labios de descubridores, conquistadores y emigrantes, como signo de fe y de cultura. Guadalupe fue luz esplendente y ayuda eficaz en el descubrimiento, amparo en la navegación colombina de retorno, presencia en las tierras descubiertas y puente de unión de dos mundos que hoy queremos recordar y unir en fraternidad humana.
7. Nuestra Señora de Guadalupe, Reina de México, patrona de América, y la Virgen de Extremadura, Reina de la Hispanidad y Emperatriz de América, nos unen como un sol brillante de piedad y de devoción popular, desde Cristóbal Colón hasta nuestros días, con mucha afinidad en lo religioso y en lo humano.
8. A lo largo de los siglos, las diversas generaciones han mostrado su devoción a la Morenita y han renovado su fe cristiana llevados de la mano de la Madre del Cielo, que aquí se llama Guadalupe, como en tantos lugares del mundo, particularmente en el Tepeyac de México.
9. Guadalupe, gracias a la Virgen, ha sido (como corresponde a la fe del pueblo extremeño y de cuantos se le han unido invocando a la Virgen con tan entrañable título) un lugar de oración, de contemplación, de evangelización, de apostolado y de servicio caritativo a los más necesitados, como lo ha sido la Reina de todo México y América.
10. Este hermanamiento guadalupense y guadalupano que ahora celebramos es un signo de unidad por la comunión eclesial y por la fraternidad cristiana, bajo la oración y el estímulo de la Madre y de todos los discípulos de Cristo, y con la presencia de eclesial de obispos, sacerdotes, religiosos y laicos.
Epílogo
El hermanamiento tuvo lugar el lunes 13 de febrero, a las 12:00 horas, en la santa misa que presidieron el señor arzobispo de Toledo y el cardenal primado de México en la basílica del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe.
Monseñor Ángel Rubio Castro es obispo emérito de Segovia y natural de Guadalupe (Cáceres).