Los titulares han regalado entradillas que, más o menos, han venido a decir: «El Papa pide que el sacerdote trabaje en Internet», «Benedicto XVI exige a los sacerdotes meterse en Internet» o «El Papa promueve las redes sociales en el clero». Quizá no sean lo más exactos, sobre todo si se lee con pausa el mensaje completo.
El 24 de enero de 2010 fue dado a conocer el mensaje de Benedicto XVI para la próxima jornada mundial de las comunicaciones sociales que se celebrará el 16 de mayo de este mismo año. El tema elegido se enmarca dentro de un contexto más amplio: el año sacerdotal. De este modo, no parece extraño que precisamente el mensaje aborde la misión pastoral del sacerdote concretamente en el «mundo» digital de internet.
Tras una lectura del mensaje, lo primero que resalta es la precisión del lenguaje utilizado. Sí, es verdad, el Papa alienta el uso de los medios digitales de comunicación en el ministerio sacerdotal, pero no como un modo de socialización banal ni para darse a conocer a sí mismos, la prioridad es la Palabra de Dios, Dios mismo, hacer notar y sentir la misión universal de la Iglesia.
Un segundo aspecto que sobresale es que el Papa no sólo exhorte sino que también señale los riesgos, el papel, los medios y los rasgos distintivos de la participación del sacerdote en internet. Es decir, pone de manifiesto las bondades, pero también los peligros que puede correr el presbítero que al acercarse a ellos lo hace no desde la perspectiva de quien sabe que Cristo es la misión, el punto de partida y el fin. Ciertamente no es todo. Benedicto XVI parte de los presupuestos para una adecuada comunicación y que es precisamente la educación y responsabilidad en un adecuado uso de los medios digitales (lo que implica el conocimiento del campo específico y del lenguaje particular aquí manejados).
Un tercer punto es el reto específico que pone en manos de los presbíteros cuando recuerda que «estos medios –dice el Papa– permiten entrar en contacto con creyentes de cualquier religión, con no creyentes y con personas de todas las culturas».
Las palabras de Benedicto XVI van precedidas del ejemplo personal: ya en enero de 2009 permitió el lanzamiento del canal de videos del Vaticano en YouTube y, meses más tarde, la puesta en marcha de Pope2You y de Intermirifica , la «sección amarilla» de los medios católicos. Además, en la jornada mundial de la juventud de Sydney, fue el primer Papa en enviar un mensaje a través de SMS a los celulares de los jóvenes y de aplaudir el nacimiento de la red social católica Xt3 .
El ejemplo del Sumo Pontífice pone, ciertamente, una lección más: el sacerdote (y el consagrado en general) ha de servirse y de servir a través de los medios digitales pero sin descuidar, por una parte, el trabajo diario tradicional que implica el trato personal y, por otra, el testimonio de vida santa que incluye la oración y el diálogo con el Señor al que luego a de llevar a las almas: tanto a las que se puede evangelizar a través de la red como a las que se conoce y se topa diariamente. O en otras palabras, sí en Internet, pero no solamente internet