El Papa Francisco ha querido prologar un libro que recoge el rico y magisterio de Joseph Ratzinger/Benedicto XVI sobre fe y política, titulado Liberar la libertad. Fe y política en el tercer milenio (BAC). Esta cuestión ha sido con frecuencia fuente de agrios debates, incluso en el seno de la comunidad eclesial y requiere hoy una nueva iluminación. Por eso es un hecho relevante que Francisco proclame que el pensamiento de su predecesor ayuda a entender el presente y a encontrar una sólida orientación para el futuro, y debe ser fuente de inspiración para una acción política clarividente. Lo que señala el Papa es significativo en un momento en que oscilamos entre la nostalgia confesional y el repliegue al ámbito religioso, en lo que se refiere a la relación de los católicos con la política.
Llaman la atención dos agudos apuntes de Francisco. El primero se refiere a la relación entre cristianismo y marxismo. Siguiendo a Benedicto XVI, el Papa subraya que el contraste entre ambos no se produce en la atención preferencial a los pobres, sino en la pulsión totalitaria de la ideología marxista y en su negación de que el hombre es criatura de Dios. De ahí brota la diferencia abismal que persiste entre marxismo y cristianismo sobre con la manera en que la redención del hombre debe acontecer. Mientras el marxismo confía al Estado esa tarea liberadora, convirtiéndolo necesariamente en una instancia opresiva e incluso violenta, la fe cristiana sabe bien que ninguna estructura político-social puede regenerar al hombre. Por eso los cristianos (que siempre han reconocido la autoridad y han rezado por sus gobernantes, incluso cuando les perseguían con saña) se han opuesto siempre a la pretensión del Estado de ocupar y dominar toda la vida humana.
El segundo apunte enlaza con esa perspectiva y señala la urgencia de defender hoy la familia (también desde la política) asediada por el riesgo de una colonización ideológica que Francisco ha denunciado con vigor a lo largo de todo su magisterio. En este Prólogo, explica que tal colonización de las conciencias procede de una ideología que niega la certeza profunda según la cual el hombre existe como varón y mujer, a quienes ha sido confiada la tarea de transmitir la vida y su significado. El Papa incide también en la crítica de fondo a los llamados «nuevos derechos», que como demuestra con eficacia Joseph Ratzinger en sus escritos, «se orientan hacia la autodestrucción del hombre» y tienen como denominador común la negación de su dependencia del amor de Dios: «cuando se niega esta dependencia, esta relación de amor, se renuncia en el fondo a la verdadera grandeza del hombre, al bastión de su libertad y de su dignidad».
Publicado en Alfa y Omega.