Desear tener una buena muerte, morir bien, es una legítima aspiración de toda persona y es por ello por lo que los profesionales de la salud estamos obligados a ayudar a nuestros enfermos a que mueran bien.
Pero el debate de la eutanasia polariza a la población, pacientes y médicos y ocupa muchas páginas en la prensa y discusiones entre los poderes políticos, centradas demasiado en la reivindicación de un derecho a la eutanasia.
Y, mientras tanto, se están descuidando muchas cosas que deberían ser prioritarias, como:
- abrir unidades de agudos de cuidados paliativos,
- establecer equipos de soporte en hospitales,
- equipos domiciliarios,
- formación de equipos en atención primaria,
- formación pre y posgrado en Cuidados Paliativos,
- acreditación oficial de los profesionales que se dedican a la Medicina Paliativa,
- en definitiva, la universalización de los cuidados paliativos.
Claro que estas medidas son menos polarizantes, pero tienen más impacto en la salud pública, aunque son problemas que requieren recursos económicos y humanos.
Los ciudadanos no desean ni debates morales ni legales; lo que sí desean es un debate asistencial.
El Panel de Expertos para el alivio del dolor y cuidados paliativos de la OMS, ya en 1990, estableció que "los gobiernos deben asegurar que han dedicado especial atención a las necesidades de sus ciudadanos en el alivio del dolor y los cuidados paliativos antes de legislar sobre la eutanasia".
Este Comité de Expertos llegó a la conclusión de que, con el desarrollo de los cuidados paliativos, cualquier legislación sobre la eutanasia es completamente innecesaria.
Por tanto, un Gobierno que antes de desarrollar programas de cuidados paliativos acometa una legislación sobre la eutanasia comete una frivolidad y hasta una irresponsabilidad.
La legalización de la eutanasia no aporta nada para el alivio del sufrimiento del enfermo que no pueda aportar un buen control de síntomas en el lugar que él desee, hospital o domicilio, un acompañamiento adecuado de sus seres queridos, una disponibilidad de profesionales cuando los necesite, un sentido de por qué seguir viviendo. Es decir, una atención integral de la persona con los cuidados paliativos.
Reconozco que pueden darse casos en que, a pesar de ofrecerles unos adecuados cuidados paliativos, persistan en su petición de eutanasia, pero una legislación no debe plantearse a partir de casos límite.
La tentación de la eutanasia como solución precipitada se da cuando un paciente solicita ayuda para morir y se encuentra con la angustia de un médico que quiere terminar con el sufrimiento del enfermo porque lo considera intolerable y cree que no tiene nada más que ofrecerle. Creo que el verdadero fracaso de un médico es tener que admitir la eutanasia como solución alternativa al alivio de síntomas, al acompañamiento terapéutico y a la comunicación.
Creo que la legalización de la eutanasia sería una solución innecesaria para un problema que, en algunos lugares de nuestro propio país, está sin resolver por la inequidad asistencial en cuidados paliativos.
Desearía que el parlamento español apruebe leyes para eliminar el sufrimiento de las personas y no para eliminar a las personas que sufren.
Una vez plateada esta primera opinión, también deseo plantear algunas coordenadas como los conceptos y definiciones que vamos a emplear.
Eutanasia: desde la Organización Médica Colegial (OMC) y la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal) consideramos que es la provocación intencionada de la muerte de una persona que padece una enfermedad avanzada o terminal, a petición expresa de ésta, y en un contexto médico (Atención Médica al final de la Vida: conceptos y definiciones. Grupo de Trabajo de Atención Médica al final de la vida. OMC y Secpal, 2015).
Sedación en la agonía: es científica y éticamente correcta sólo cuando existen síntomas refractarios a los recursos terapéuticos disponibles y se dispone del consentimiento del paciente implícito, explícito o delegado (Código de Deontología Médica, OMC, julio 2011).
Unos cuidados paliativos adecuados desde la clínica y desde la ética no deben precipitar deliberadamente la muerte del enfermo, pero tampoco deben prolonga innecesariamente su agonía, sino ayudar a no sufrir mientras llega su muerte. Esto es a lo que estamos obligados todos los médicos en nuestro país en la atención al final de la vida desde la deontología según el ordenamiento de nuestro vigente Código de Deontología Médica, en su capítulo VII.
El doctor Jacinto Bátiz Cantera ha sido jefe del Área de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios de Santurce (Vizcaya) desde 1993 hasta 2017 y actualmente el el director del Instituto de Sensibilización, Formación, Investigación e Innovación para Cuidar Mejor de dicho centro.