Procuremos no caer en la trampa de quien, apropiándose de la liturgia, la plasma y la moldea hasta el punto de transformarla en algo completamente desconectado de Dios. Lo repetiremos hasta el infinito: la liturgia no es del hombre. Es de Dios, lo que significa que se hace en presencia de Dios. La que indignamente realizamos aquí, en la tierra, no es más que un rito que nos permite penetrar en un misterio que ya se está celebrando en el Cielo.
Nos equivocaríamos si pensásemos que la misa que celebramos en la tierra reitera o repite la liturgia del Cielo, donde los santos están en presencia del misterio en el que Cristo realiza el acto de oblación con su muerte y resurrección. No, no hay réplica ni reiteración: la misa no es más que hacernos presente el misterio aquí sobre la tierra.
Si lo pensamos bien, es maravilloso, pero demasiado difícil de comprender plenamente para nuestras pobres capacidades. Con la misa participamos en la liturgia del Cielo, como si nos invitasen a ese misterio y nos insertasen en él. Por eso los Padres hablan de una única liturgia: sin velos y definitiva, en el Paraíso; por medio del rito, aquí en la tierra.
Una única liturgia y dos modos de vivirla: la de quienes nos asomamos al misterio como “externos” y la de los santos, que están dentro del misterio. Y, con nosotros, los muertos, quienes, como nosotros, viven la presencia del misterio por medio de la fe.
Cuando estamos en misa debemos pensar que todos juntos, las almas purgantes y las almas peregrinantes, nos congregamos en torno al altar y tendemos las manos a esa fuente que es el corazón desgarrado de Cristo.
He ahí la importancia de los muertos en la misa: el centro de su mundo sigue siendo el altar, porque es ahí donde las almas de los difuntos pueden entrar en este misterio. Don Divo Barsotti dedicó a este principio teológico páginas muy bellas: “Comprended este misterio -decía-. Recordad al Señor. Que Él me asuma, que yo entre en Él, que yo viva en Él, ése es el Misterio. (…) Esto es cierto para nosotros y es también cierto para los muertos”.
Publicado en Il Timone (febrero 2022).
Andrea Zambrano es redactor jefe de La Nuova Bussola Quotidiana / Brújula Cotidiana.
Traducción de Carmelo López-Arias.