Hace unos años, un joven izquierdista me dijo: “De la educación debe encargarse el Estado, porque los padres no saben educar”. Aquello me dejó perplejo, porque creo que el motor de la educación es el amor y desde luego los padres quieren más a sus hijos que el Estado. Además, nuestra Constitución dice: “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones” (art. 27.3). Y la Declaración de Derechos Humanos de la ONU dice: “Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos” (art. 26.3). Pero, desgraciadamente, hoy estos derechos de los padres son abiertamente violados por las leyes de ideología de género.
Esto sucede porque en casi todos los países occidentales se están imponiendo las leyes acordes con esta ideología. Por ideología entendemos el conjunto de ideas que caracteriza el pensamiento de una persona o grupo. La ideología de género es un pensamiento que intenta subvertir las costumbres, creencias y moralidad de la sociedad. Su base ideológica son las ideologías relativistas, laicistas y marxistas. Quiere establecer la sociedad del hedonismo, pues considera que los seres humanos pueden conseguir la felicidad en la realización de sus propios deseos sexuales sin límite moral, legal e incluso corporal alguno. Ser varón o mujer depende de mi libre decisión personal, no de mi naturaleza biológica. Su moral sexual es la misma que la de la Iglesia católica, pero al revés, por lo que podemos llamarla tranquilamente moral del diablo, siendo además su objetivo final la destrucción del matrimonio de la familia y de la religión, y muy especialmente de la Iglesia católica.
Y es que una persona enraizada en la religión y en la familia es difícilmente manipulable, por lo que, si queremos seducir a las personas con el cebo de la libertad absoluta y de la libre gratificación sexual, tendremos que romper el vínculo moral de la creencia en Dios y el vínculo social que nos apega a la familia.
¿Quiénes están detrás de la ideología de género? En España el lobby LGTBI, todos los partidos políticos con representación en las Cortes, salvo UPN. Y fuera de nuestras fronteras, los poderes que gobiernan el mundo contra el designio de Dios Creador y Redentor, como pueden ser los lobby LGTBI y abortistas, la ONU en muchos de sus organismos, muchos gobiernos europeos y suramericanos, la Unesco, el Parlamento Europeo, fundaciones multimillonarias como Ford, Rockefeller, Bill Gates, George Soros, así como la masonería.
Dos frases de Rodríguez Zapatero explican los fundamentos relativistas. Una, “la libertad os hará verdaderos”, se contrapone a la frase de Jesús: “La Verdad os hará libres” (Jn 8, 32). La otra: “La ley natural es una reliquia ideológica y un vestigio del pasado”. Al no existir Dios no hay verdad objetiva ni pecado, sino que cada uno se construye su propia verdad, y se borran así las diferencias entre verdad y mentira, bien y mal, lícito e ilícito.
Lo que conocemos de la masonería lo conocemos por escritos de antiguos masones, como Maurice Caillet y Serge Abad-Gallardo o por sus propios libros, como los de Osvaldo Wirth. Para él la masonería admite que el hombre no puede llegar a la verdad absoluta, e incluso niega que la verdad pueda ser absoluta. En la masonería, Dios es incognoscible y es el mismo dios bajo nombres diversos, como pueden ser los dioses griegos y el Dios de la Biblia. En cambio, los cristianos creemos que la Verdad nos es accesible en Jesucristo “camino, verdad y vida” (Jn 14,6). Todo esto conduce en el campo moral a una moral contingente y en evolución, donde la autonomía de cada uno es un imperativo fundamental, pues soy yo mismo el que decide lo que está bien y lo que está mal, con lo que se abre la puerta al libertinaje. Como dijo León XIII: “Donde ha tomado el sitio de la moral cristiana, y ha empezado a reinar con más libertad, se ha visto pronto deteriorarse la honradez y la integridad de las costumbres” (encíclica Humanum Genus).
Para terminar, los que profesan estas ideas nos hablan de tolerancia y libertad, pero eso no debe extenderse mucho más de lo que ellos piensan, porque al que opina de manera diversa a la de ellos, le meten unas multas -como lo demuestran las leyes de ideología de género- que significan vaciar la cartera y arruinar al discrepante. Por ello concluyo: ¡Vivan las libertades de opinión y de expresión! amenazadas por estos totalitarios.