Un día -ya no recuerda cuándo- un cura amigo durmió en un Parador Nacional. Desde entonces los amables Paradores le mandan muchos mensajes amables. En el último le decían: "Javier, no conviertas tu Semana Santa en una penitencia. Reserva ahora".
Él no ha querido reservarse y ha correspondido a la amabilidad de Paradores con la suya, aunque no sabe si su respuesta está a la altura de la profesionalidad y simpatía de las que ellos hacen gala. Les ha escrito:
"Amables Paradores: Gracias por su mensaje. Soy cura de pueblo. Pasaré la Semana Santa en mi parroquia. Quizá me tome unas vacaciones en Pascua. No me parece bien -ni siquiera apropiado o gracioso- que mezclen ustedes las palabras vacaciones y penitencia con la Semana Santa para promocionar sus asuntos particulares. Sobre todo, si me piden que elija entre su negocio -mis vacaciones- y mi devoción, que es la Semana Santa. Si hablan ustedes de la Semana Santa, tendrían, para ofrecerme algo en esos días santos, que abrir un parador cerca de mi parroquia, pero -ya lo comprendo- eso no sería un negocio para ustedes.
»Voy a intentar explicarme mejor. 1) Me encantan los Paradores y -si fuera rico- pondría uno en mi parroquia y viviría en él. 2) No soy rico; soy cura de pueblo y para mí -y para otros seres humanos- la Semana Santa es incompatible con las vacaciones en los paradores, de tal modo que mi ocio no puede ser su negocio en Semana Santa. Lo siento por ustedes, no por mí. 3) Para ser ingeniosos deberían ustedes mezclar las palabras vacaciones y penitencia de tal modo y manera que en la Semana Santa puedan encontrarse muy bien en los Paradores los que están de vacaciones y los que están haciendo penitencia por otros motivos. 4) Sugiero este lema: Semana Santa. Paradores. Es breve y habla bien de la Semana Santa y de los Paradores y no deja mal ni a los que hacemos penitencia en vacaciones ni a los que sufren tanto que están dispuestos a pagar por pasar la Semana Santa en Paradores".
Diría que la carta de D. Javier está a la altura o un poco más alto. Que se acuerden de la fe sólo cuando truenan (contra ella) empieza a resultar cansino. Es saludable contestar sin perder el humor. Ni hace falta ofenderse (ni ha sido la intención de Paradores ofender) ni vamos a hablar, cual millenials, de microagresiones. Basta pararse a recordar, con una sonrisa, que para muchos la penitencia es algo serio y necesario.
Publicado en Diario de Cádiz.