Días atrás, leyendo una información sobre Cataluña -¡cómo no, sobre Cataluña tenía que ser!-, vi que se decía de pasada que la Virgen de la Merced era patrona de Cataluña. No es correcto. Los santos patronos de Cataluña son San Jorge (festividad el 23 de abril) y la Virgen de Montserrat (el 27 del mismo mes). San Jorge fue un soldado romano del siglo III que se convirtió al catolicismo y por ello fue martirizado. Según la leyenda, venció al dragón y liberó a la princesa. Una fábula muy bonita de cuento de hadas.
La Virgen de la Merced o Nuestra Señora de las Mercedes es una advocación mariana que adoptó San Pedro Nolasco cuando fundó en Barcelona (1218) la orden de los mercedarios para la redención de cautivos, en su tiempo en manos de sarracenos. Es la patrona de la archidiócesis de Barcelona. Pero lo es también de numerosas poblaciones de toda España, como Jerez de la Frontera y Vinaroz (Castellón), y de Instituciones Penitenciarias.
Cierto que la Virgen de la Merced, sin ser patrona titular de Cataluña, ni siquiera de Barcelona, goza de gran devoción entre los catalanes, incluso ahora, a pesar de la corriente laicista que allí está secando hasta las raíces más profundas de su viejo y acendrado espíritu religioso.
Los santos patronos de la macrocapital del principado son Santa Eulalia, titular de la catedral metropolitana, y San Celestino. Eulalia de Barcelona, virgen y mártir, era una joven cristiana martirizada en Barcelona a principios del siglo IV, cuyos restos se conservan en la cripta de la propia catedral. Según algunos eruditos, esta Eulalia podría ser la misma que Santa Eulalia de Mérida, también virgen y mártir de la misma época, porque ambas, contemporáneas, aparte de la coincidencia de nombre, también coinciden aproximadamente en las fechas de martirio, ocurrido durante las persecuciones del emperador Diocleciano, y comparten circunstancias personales parecidas, a tenor de sus respectivas hagiografías. Sin embargo, tanto en Mérida como en Barcelona conservan y veneran los restos mortales de ambas Eulalias, si efectivamente fueron distintas pese a sus muchas similitudes.
San Celestino, soldado romano converso al cristianismo, fue martirizado en Roma en el año 250 de nuestra era. Tiempos terribles aquellos para los nuevos cristianos. Tampoco es que ahora vivamos en el mejor de los mundos, y menos aún en Cataluña, donde una colla de locos campan por sus respetos, destrozando todo lo que pillan al paso con sus quimeras fantasiosas.